Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
Lejos de avanzar hacia una solución que alivie la presión migratoria en Canarias, los partidos han entrado en una espiral de declaraciones, réplicas y contraréplicas que enconan las posiciones políticas sin visos de puntos comunes. No solo eso. Sus manifestaciones subidas de tono contribuyen a levantar un muro cada vez más difícil de saltar.
Hace ya un año, el Gobierno regional pedía respuestas ante un escenario que, como ha ocurrido, se esperaba complicado. Después de un fin de 2023 y principios de 2024 de récord en el número de llegada de cayucos, el archipiélago volvió a pedir auxilio para atender a los menores no acompañados.
Hace nueve meses que los ejecutivos autonómicos y central se sentaron para buscar una salida y acordaron la modificación de la ley de extranjería, una opción que cuenta con el respaldo de todos los grupos parlamentarios de las islas excepto Vox.
A partir de ahí, todo se volvió a enmarañar. Una proposición de ley pactada entre los dos gobiernos no fue admitida a trámite por el voto contrario del PP -socio en Canarias-, Junts y Vox.
Los populares mantienen desde el minuto 1 que están dispuestos a negociar, pero la escalada verbal de sus dirigentes no ayudan. Si antes del 23 de julio -cuando rechazaron la modificación de la ley de extranjería- reclamaban que el Gobierno «gobernara y presentara una propuesta» para ser debatida, su postura pasa ahora por que primero se acepten sus condiciones y entonces valorarán su voto.
El presidente canario, Fernando Clavijo, y Coalición Canaria se mantienen en la defensa de su socio de Gobierno. De otra forma, una de las pocas salidas sería romper el pacto que mantiene a los nacionalistas en la Presidencia.
En el PSOE tampoco han estado muy atinados. Por mucho que el ministro Ángel Víctor Torres se esté dejando la piel por encontrar vías de acuerdo, no parece que el Ejecutivo de Pedro Sánchez tenga entre sus prioridades la situación migratoria de Canarias.
Tampoco dice mucho de su interés que se reuniera con el presidente autonómico en La Palma, la única isla que este año no ha recibido ningún migrante en patera o que no se acercara a visitar un centro de acogida durante las dos semanas que estuvo en Lanzarote.
Y para contribuir a enmarañar las relaciones institucionales, Clavijo dio un golpe en la mesa y tomó la decisión de no aceptar más niños sin que se cumplan los protocolos de entrega de la administración central a la autonómica.
Después de una publicación en redes sociales donde daba a entender que abría la vía a un enfrentamiento total con Madrid para reclamar una respuesta a la saturación de los centros, al Pacto por la Migración llevó un texto que no se correspondía exactamente con esta primera declaración.
El acuerdo del Consejo de Gobierno exige el exquisito cumplimiento procedimental para asumir la competencia de los niños y niñas que lleguen en patera, un pulso que ahonda en las discrepancias con Madrid.
Y si faltaba alguien por entrar en la ecuación, llegó el Frontex. La agencia europea -que ha recibido numerosas críticas, sobre todo por parte de ONG, por considerar que opera sin controles democráticos- lamenta que el Estado no haya pedido su ayuda.
Clavijo no dudó en sumarse a esta denuncia y se quedó «frío» al conocer la actitud de Madrid. Y el ministro Marlaska, como ya ha hecho con anterioridad y luego se ha visto superado por los acontecimientos -como ocurrió con el nombramiento de un mando único para la migración- reiteró que Canarias cuenta con los medios precisos para atender la migración irregular.
La única voz amiga que ha surgido en este mar revuelto es Margarita Robles. Después de meses negando instalaciones militares para la acogida de menores, la ministra de Defensa ofreció esta semana dos espacios.
De entrada, el presidente ha mostrado su agradecimiento, pero habrá que ver el alcance de esta ayuda, porque uno de los problemas para la atención es la falta de personal cualificado y, otro, que a más espacios en las islas, más menores se podrán acoger. Es decir, la derivación a otras comunidades quedaría más lejos.
En Mauritania, Mali, Senegal o Marruecos no saben quien es Pedro Sánchez, no han oído hablar de Feijóo y nunca reconocerían a Clavijo. Los cayucos van a seguir llegando.
Y mientras los partidos siguen en sus mundos paralelos, 5.300 menores migrantes que se subieron a un cayuco sin la compañía de un adulto siguen hacinados en centros, sin la atención adecuada para un niño, muchos sin escolarizar, sin atención psicológica...
Publicidad
Clara Alba y Edurne Martínez | Madrid
M. Hortelano y Gorka Navaz
Borja Crespo, Leticia Aróstegui, Sara I. Belled, Borja Crespo, Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.