«La mayoría de los españoles está harto de esta polarización»
El economista y político participó en el Foro Canarias, donde analizó el nivel de democracia actual en Occidente
Jordi Sevilla (Valencia, 1956), economista, diputado en tres legislaturas, ministro de Administraciones Públicas (2004-2007) con el PSOE, presenta ahora el libro 'Manifiesto por una democracia radical.
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–¿Qué es 'Manifiesto por una democracia radical'?
–Es un intento de entender por qué en los últimos años ha ido generándose tanto cabreado, tanta gente decepcionada con el sistema democrático. Después de la batalla entre capitalismo y comunismo, incluso por encima de la batalla derecha e izquierda, estamos viviendo una auténtica batalla entre democracia y no democracia. Y hay que ser claramente demócrata, ser consciente de que la democracia tiene que ser eficaz. Y eficaz significa que sea de verdad un ámbito de convivencia de gente que no opina igual y que por lo tanto evitemos la polarización y el insulto. Y por otra parte, que resuelva los problemas de los ciudadanos, lo que exige pactos y acuerdos. Los dos fallos del sistema democrático en estos últimos años tienen que ver con una polarización que hay que superar para recuperar los orígenes de una democracia a la que yo llamo radical porque quiero que vaya a la raíz de los problemas.
–¿Y estamos hablando a nivel nacional, europeo, mundial? ¿son todas las democracias iguales?
–Sobre todo a nivel occidental. Yo creo que el primer desafío a la democracia lo plantea China, que claramente no es un país democrático; aunque ellos dicen que sí, que hay muchas maneras de ser democrático y que la que tenemos los occidentales es una, pero que puede haber otro tipo de democracia, recuperando quizá un poco la vieja idea comunista de las democracias populares. Y otro caso también muy claro es Putin, que representa una democracia que elige al dictador, pero a partir de ahí todos los que no opinan como él casualmente son suicidados o desaparecen en las cárceles. O lo que estamos empezando a ver ya con Trump, donde se está cuestionando claramente el modelo que entendemos hasta ahora de democracia liberal. Por tanto, yo creo que es posiblemente el mayor acoso a la democracia liberal, que es la única que yo entiendo que se puede de verdad llamar democracia, que estamos viviendo desde los años 30 del siglo pasado. Y no siempre somos conscientes de ello, porque si tú eres consciente de eso y quieres defender la democracia, pues no puedes hacer determinadas cosas, seguir con la polarización, con el insulto, con la imposibilidad de pactar con quien no piensa como tú, porque esa es la esencia de la democracia.
–¿Quién o qué poderes dinamitan en España la democracia?
–Ha sido un proceso general en toda Europa. La caída del muro de Berlín, de donde parte mi libro, inaugura una época histórica presidida por el optimismo. Creemos que el capitalismo y la democracia han ganado en todo el mundo y que ya solo es cuestión de tiempo el que se expanda por el resto de países. Se cree que la globalización y la liberalización de intercambios va a ser beneficioso para todos los países, y que China o Rusia cuando tengan un determinado nivel de renta van a optar por una democracia. Se vincula el sistema democrático con el nivel de renta –ya lo hacía Franco en los años 60–. Pero eso se viene abajo con la crisis del 2007, una crisis del capitalismo liberal, del capitalismo no regulado, del capitalismo financiero que no se equilibra salvo con crisis. Una crisis que se resuelve llamando a papá Estado, que rescató los sistemas financieros y evitó grandes quiebras económicas. Y vimos que aunque China ha crecido en renta per cápita y ha reducido la pobreza, no avanza hacia una democratización. Y por otra parte, Rusia está en manos de un dictador que tiene una visión radicalmente contraria a la nuestra de lo que representan el valor de las naciones, la tradición, la religión y la democracia. Y ocurre cuando por primera vez en la historia de la humanidad nos enfrentamos a dos grandes retos: el cambio climático y la inteligencia artificial.
–¿Y en España?
–En España eso se traduce en todo lo que fue el movimiento 15M, que en su origen fue una llamada de atención magnífica y absolutamente democrática a los poderes políticos de 'así no se puede gestionar una economía ni un país'. Fue un movimiento legítimo de necesitamos decir 'le llaman democracia pero no lo es'. Eso refleja bastante bien cómo se ve que el origen del problema estaba en la democracia, en su deterioro progresivo y en la incapacidad de ofrecer una solución a problemas como los embargos o los despidos que hubo. Y eso es lo que da lugar al inicio de la polarización. A partir de ahí la idea de que el PP y el PSOE son lo mismo y hacen las mismas políticas. Y hace falta una alternativa en un momento donde no están las recetas preparadas. Y en esa polarización, Vox busca las soluciones a los problemas actuales en un supuesto e idílico pasado que ellos idealizan. Y a su vez, los dos grandes partidos, PP y PSOE, sienten que sus votantes les están abandonando. Y así, ni tan siquiera en las cosas en las que están de acuerdo PP y PSOE son capaces de ponerse hoy de acuerdo.
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«No he visto un culto a la personalidad y un cierre de filas como el que estamos viendo ahora»
Jordi Sevilla
Exministro
–¿Cómo calificaría esta legislatura? ¿Se puede gobernar intentando solventar tantos frentes?
–Yo no hubiera hecho esta legislatura; yo la noche electoral, con un resultado donde claramente los partidos que habían formado parte del gobierno hasta ese momento perdieron, yo no hubiera lanzado una legislatura en la que sólo era posible ponerte en manos de gente con la que te unen muy pocas cosas excepto que todos coinciden en que no quieren que Vox llegue al gobierno; es el único punto en común que tienen. No son capaces de ponerse de acuerdo en presupuestos o en muchas leyes, en proposiciones positivas no hay un proyecto de país que les una; les une simplemente el no a Vox. Yo en esas condiciones no hubiera tirado adelante esta legislatura. Dicho esto, las operaciones de acoso y derribo donde se juega con el Parlamento, con medios de comunicación, con el Poder Judicial, con jueces más bien, no es la primera vez que ocurre en España –pasó ya con Felipe González y con Zapatero–; y qué casualidad que siempre ocurren cuando es el PP el que está en la oposición. Esa es una reflexión que deberíamos de hacernos todos, incluido Feijóo, que debería de plantearse hasta qué punto no está alimentando una manera de entender la democracia en la que lo más grave ya no es que el poder político se inmiscuye en la justicia, es que hay jueces que se inmiscuyen en el poder político y eso creo que se ve cuando ves a jueces con toga haciendo huelga contra una ley que se está debatiendo en el Parlamento. O jueces que van a ver lo que sale, lo que se llamaba antes una investigación prospectiva que en teoría está prohibida por la ley. Eso lo que ayuda es a deteriorar la democracia y a reforzar al adversario. Y estamos en un momento en el que la mayoría de los ciudadanos está harto de esta situación. Ya hay una mayoría de votantes del PSOE y del PP que están diciendo 'pónganse de acuerdo'.
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–Se supone que los últimos resultados electorales fueron ese toque de atención. Y llevamos dos años de ruido.
–Sí, porque el acuerdo tiene que ser entre las principales fuerzas políticas, es decir, PP y PSOE juntos, que son el 70% de los votantes. Valoro mucho la opinión del otro 30%, pero lo siento, en democracia los números mandan y manda más un 70 que un 30. Pero nos quejamos de que estamos en manos de los 7 votos de Junts. Y estoy convencido de que si el 23J el PSOE y Sumar hubieran sacado esos 7 escaños, no tendríamos la ley de amnistía. Y si PP y PSOE fueran capaces de ponerse de acuerdo en otras muchas cosas, no tendríamos la presión que está ejerciendo Vox. Al final cuando tú marcas bloques obligas a cerrar filas dentro de cada uno de los bloques, que es lo que hemos visto este fin de semana con el Comité Federal del PSOE. He estado en muchos comités federales del Partido Socialista y en la Ejecutiva y nunca se le ha callado la boca a un crítico, en absoluto, y mucho menos nunca se ha descalificado a un crítico como se ha hecho con Page, que por cierto, somos muchos los que pensamos como Page. En lugar de ser conscientes de que la democracia se corrige con más democracia parece que se está dando la solución de que el momento político se corrige con más polarización, con menos democracia y más enfrentamiento, con menos diálogo y tolerancia, con menos acuerdos. Y eso lo que está generando es un hartazgo ciudadano enorme, aparte de un bloqueo de país.
–Usted ha firmado un manifiesto por la regeneración ética de la política, un adelanto electoral y la renuncia del presidente Sánchez.
–Sí, y no se va a dar, parece. Estoy convencido de que la mayoría de los españoles está harto de esta polarización. Hay una distancia cada vez mayor entre el conflicto político y la vida común de los ciudadanos. Y eso va en contra de la democracia. Hay que recuperar el sentido común y eso pasa necesariamente por unas elecciones y un cambio de actitud del PP y del PSOE, gane quien gane. Que abandonen el frentismo. Como también digo, como militante del PSOE, que no es democracia dar la razón diga lo que diga tu jefe. Eso es estalinismo. Como pasa en el PSOE.
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–¿Y siempre ha sido así el PSOE?
–No, yo he trabajado con todos los secretarios generales del PSOE desde Felipe González y no he visto un culto a la personalidad y un cierre de filas como el que estamos viendo ahora. La frase de Pedro (Sánchez) 'cuando sea militante de base estaré siempre al lado del secretario general': bueno, pues depende. Esto es un partido político que admite discrepancias, no una religión. Hay un cierre de filas en la actualidad, también en el PP, debido al frentismo.
–Y esto es una tendencia mundial. En EE UU, o estás con Trump o estás en contra.
–Totalmente. Y a Trump hay que tomárselo en serio, no es fruto de la casualidad. Tiene detrás un movimiento llamado por ellos mismos neo reaccionario o ilustración oscura. Explícitamente están en contra de la razón, creen que la religión y la tradición están por encima. Están en contra del globalismo en favor de la nación –como la derecha europea–. Es recuperar unos valores que llevados a la democracia explícitamente dicen que el ejecutivo manda sobre el legislativo y el judicial, que es lo que está haciendo Trump, rompiendo con Occidente y con la democracia.
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–Y volviendo a España, ¿cómo cree que los últimos casos de corrupción pueden castigar al PSOE?
–Primero decir lo obvio. Nadie tenía ni idea que esto podía pasar. Y es bochornoso. Pero más allá de eso, estamos aún ante casos indiciarios que no sabemos en qué van a quedar. El caso Gürtel está sentenciado y esto no sabemos dónde va a acabar. Hay una elevada incertidumbre en el partido y en el Gobierno. Es evidente que no tiene buena pinta, sobre todo porque hay que recordar que este gobierno está en el origen de una moción de censura contra un gobierno (del PP) condenado por un caso de corrupción. El contexto de polarización es diferente. Como el caso de Begoña Gómez. Me parece éticamente criticable su actuación, pero no ilegal. Y el juez Peinado está haciendo una investigación prospectiva a ver qué pillo. Hay que distinguir ente crítica ética y delito penal. Así que la salida es insuficiente. Pero también hay más margen. O asume Pedro Sánchez la responsabilidad política de Ábalos y Santos Cerdán y dimite, o todo lo que no sea eso nos parece insuficiente. Y no creo que a corto plazo se vaya a plantear una alternativa o sucesión a Pedro Sánchez en el PSOE.
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