Borrar
Mar Coll, Anna R. Costa y Esther Martínez Lobato, tres de las 'showrunners' españolas del momento. Álex Sánchez
Esther Martínez Lobato, Anna R. Costa y Mar Coll, 'showrunners' que rompen barreras

'Showrunners' que rompen barreras

Cada vez más mujeres despuntan en el mercado de la ficción televisiva, ocupando su espacio como guionistas, directoras y productoras. Esther Martínez Lobato, Anna R. Costa y Mar Coll comparten su experiencia en un sector que sigue copado por los hombres

Nuria Nuño

Miércoles, 6 de marzo 2019

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Ana Diosdado fue una leyenda de la televisión. Una actriz, directora, dramaturga y guionista que encarnó una exitosa etapa de TVE con series de su creación. Con 'Anillos de oro' (1983) se atrevió a abordar en la pequeña pantalla temas controvertidos y prácticamente inéditos en la tele de aquella época. Del divorcio, el aborto, el adulterio o la homosexualidad se habló en millones de hogares gracias a esa mítica ficción que formó parte de la educación sentimental de los españoles. Otra de sus producciones fue 'Segunda enseñanza' (1986), un retrato generacional pincelado por las inquietudes y preocupaciones de aquellos jóvenes convencidos de que los ochenta eran suyos. Ese trabajo fue toda una cantera de actores de la que salieron Maribel Verdú, Javier Bardem, Aitana Sánchez-Gijón o Amparo Larrañaga, hija del que fue su marido, Carlos Larrañaga. Con el paso del tiempo, ambos títulos se recuerdan como dos de las series fundamentales para entender no sólo la historia de nuestra televisión, sino también la brillante trayectoria de Diosdado que, con su atenta mirada, tomó el pulso de una sociedad desconcertada con la llegada de la libertad y la modernidad. Además de dar voz a los asuntos que simbolizaban aquella cambiante España, esta autora televisiva se convirtió en un rostro muy familiar al protagonizar las historias que escribía. Pese a su extrema discreción y al hecho de que para muchos simplemente era 'la mujer de', fue sin duda una de las personalidades más relevantes de la ficción televisiva española. Por suerte, no viajaba sola en ese barco. Ella formaba parte de un pequeño grupo de mujeres que imprimió su sello en la televisión integrado, entre otras, por Pilar Miró, Lolo Rico y Josefina Molina, quien dirigió la inolvidable 'Teresa de Jesús' (1984); toda una referencia en la industria para la que se contó también con la escritora Carmen Martín Gaite.

De una u otra forma, todas rompieron barreras en un sector de la industria audiovisual que aún hoy continúa copado y dominado por los hombres. Ellas abrieron un camino que, tras su estela, han ido explorando, enriqueciendo y revolucionando nuevas generaciones de creadoras. Desde hace años, son muchas las mujeres que despuntan en el mercado de la ficción televisiva, ocupando y reclamando su espacio como guionistas, directoras, productoras o 'showrunners'; esa figura que define en el mundo anglosajón a quien realiza una ficción seriada desempeñando tareas de gestión empresarial y creativa; desde el desarrollo de la idea original a la supervisión del casting o la búsqueda de financiación. En este último papel encaja como un guante Anna R. Costa. Si se pone la lupa sobre el extenso currículum de esta catalana, se descubre que tiene más de un punto en común con la Diosdado. A lo largo de su trayectoria, ha cultivado su faceta de actriz, guionista y directora. Ha ejercido como responsable de casting o asistente de producción y ha tomado el timón como productora ejecutiva. Se ha hecho, además, un nombre en la escena como dramaturga, animada en su día por su profesor Sergi Belbel. De su imaginación, puño y letra han salido piezas teatrales como 'El banquete', 'Emilia' -monólogo sobre la lucha de Emilia Pardo Bazán que en 2018 le reportó una nominación a la mejor autoría en los premios Max- y 'El manual de la buena esposa'. Este título, que aborda la educación que recibían las mujeres durante el régimen franquista, es, como cuenta, el origen de la arriesgada ficción blanquinegra que ha marcado un antes y un después en su carrera profesional: 'Arde Madrid' (Movistar+). «Es el trabajo que me ha dado visibilidad como persona y como creadora», sostiene la polifacética Costa, pareja del actor y director Paco León.

«Paco es un valor seguro; pero he sentido que no se me daba el lugar que me correspondía y que se estaba cometiendo una injusticia conmigo»

Anna R. Costa

Pese al reconocimiento que, poco a poco, está logrando gracias al éxito de crítica y público cosechado por este retrato de la 'dolce vita' madrileña de principios de la década de los sesenta, ella ha vivido en primera persona el sinsabor de verse relegada a un plano secundario; en especial, durante la campaña promocional. «A nivel personal he tenido muchos disgustos -confiesa-. Todos los titulares eran 'la serie de Paco León' y yo decía: 'Un momento, pero si este proyecto es más mío que de nadie'. Entiendo que él tiene mucho tirón; no conozco a nadie que no le guste Paco y todos los periodistas pedían hablar con él. Es un valor seguro; pero he sentido que no se me daba el lugar que me correspondía y que se estaba cometiendo una injusticia conmigo. Hemos tenido muchas discusiones por ese motivo», revela. Para muestra, un dato. «Creo recordar que fueron unas 170 entrevistas con foto las que se realizaron durante la promoción. En la mayoría, salió él solo; en una aparecí yo con él y el resto las hizo él con las protagonistas», resume Costa, que estudió dirección y dramaturgia en el Institut del Teatre de Barcelona.

Anna, una mujer discreta, gran profesional y con una enorme capacidad de trabajo, veía con cierta impotencia cómo la inmensa popularidad de su pareja ensombrecía su participación en la serie; de la que ha sido el alma mater: creadora, guionista, codirectora, productora ejecutiva, directora de casting e incluso actriz, ya que hizo un breve cameo. «Somos un tándem creativo pero ante la opinión pública yo prácticamente ni existía. Era invisible. Para nosotros, esto ha sido un tema duro -detalla-. Soy madre de dos hijos y no es nada fácil compaginar todo, en especial, teniendo un marido con un gran volumen de trabajo y exposición pública, que muchas veces está ausente de la casa. Para mí, sacar adelante 'Arde Madrid' ha sido un esfuerzo titánico. Ha supuesto un gran desgaste físico y mental. El proceso ha sido muy agotador; ya que me encargaba al cien por cien de muchas cosas y también tenía entre manos una obra de teatro. Por eso, llegó un momento en que sentí la necesidad de reivindicarme al ver que mi trabajo no se estaba reconociendo en su justa medida», se sincera la autora, filóloga de formación.

Anna R. Costa, en un momento del rodaje de 'Arde Madrid'.
Anna R. Costa, en un momento del rodaje de 'Arde Madrid'. Jorge Fuembuena

Su lucha, como la de tantas mujeres invisibilizadas, va obteniendo frutos. «Pese a los malos ratos pasados, ha sido una gran satisfacción poder sacar adelante un proyecto con mi voz; una voz personal que ha llegado a tanta gente. Me costó la vida defender a esos personajes femeninos en un tono original y reivindicativo, que soportaban el arco activo, mientras que el hombre llevaba el emocional. Y eso me hace muy feliz; me recompensa y me da empuje como autora. Incluso el otro día una chica me reconoció en el metro; algo que jamás me había ocurrido», bromea. Dado que la experiencia es un grado, todo lo vivido servirá a la pareja, que hace más de una década ya colaboró en 'Ácaros', para afrontar la segunda entrega de 'Arde Madrid', donde la Ava Gardner que encarna Debi Mazar volverá a hacer de las suyas. Costa escribe a contrarreloj los seis capítulos de la nueva temporada. «El rodaje de '55 días en Pekín' vertebra la historia, que empezamos a rodar a finales de septiembre», avanza. «Repetimos como dúo, aunque esta vez nos hemos puesto unas pequeñas normas para evitar discutir por diferencias creativas. La última palabra en la dirección la tendrá Paco, mientras que yo tomaré la última decisión en lo que al guion se refiere», subraya Costa quien, una vez termine este proyecto, se lanzará a dirigir su primer largometraje. Pero esa será otra historia…

De contar historias y de ser parte activa de una dupla creativa de éxito puede hablar largo y tendido Esther Martínez Lobato. Allá por 2005, ella y Álex Pina alumbraron 'Los hombres de Paco', su primera serie juntos. Desde entonces, sus nombres comparten títulos de crédito en muchas de las producciones más exitosas de la ficción española. Su última apuesta ha sido 'El embarcadero', estrenada en enero en Movistar+ y que pronto verá la luz en toda Latinoamérica, Francia y los países escandinavos. Antes, emprendieron singladura con 'El Barco', sorprendieron a la audiencia con la violencia de la sórdida cárcel de mujeres de 'Vis a Vis' y maquinaron el atraco perfecto con 'La casa de papel'. Esta última les hizo tocar la gloria en noviembre, cuando recogieron en Nueva York el primer Emmy Internacional concedido a una serie española. La preciada estatuilla puso el broche de oro a un año increíble. Su productora, Vancouver Media, firmó en verano un acuerdo de exclusividad con Netflix. Esther, uno de los motores creativos de la compañía, y sus compañeros están desde entonces inmersos en el desarrollo de sus primeras series originales para el gigante del 'streaming'. Se trata de 'Sky Rojo', un drama de acción femenino, y 'White Lines', un thriller bilingüe ambientado en Ibiza y centrado en la investigación por la desaparición de un legendario 'dj' inglés. En este caso, trabajan mano a mano con los productores de la prestigiosa 'The Crown'. Para la guionista y productora soriana, este proyecto, que empezará a rodarse en mayo, marca una nueva etapa en su carrera, que arrancó hace «unos veintidós o veintitrés años, cuando apenas existía una incipiente industria de ficción en este país», rememora. «Fui de las primeras generaciones que se licenció en Comunicación Audiovisual. Entonces no era muy habitual que la gente se quisiera dedicar al entretenimiento televisivo. Yo tenía vocación de escritora y si no me hubiera adentrado en el sector de la ficción quizá hubiera escrito en otro lugar», apunta.

Su primera oportunidad le llegó como coordinadora de guion en '¡Ala... Dina!'. Luego, trabajaría para BocaBoca y Globomedia, productoras que crecieron gracias al nacimiento de las privadas. «La llegada de Antena 3 y Telecinco fue un punto de inflexión para la ficción televisiva; algo similar a lo que está ocurriendo ahora con las plataformas y televisiones de pago. Se empezaba a abrir el escenario, surgían más oportunidades laborales… además, se da la circunstancia de que España es uno de los pocos países donde el 'prime time' no ha sido colonizado por las series anglosajonas. Todo ello contribuyó a que en el mundo se hayan ido posicionando las historias con acento español y latino. Por las limitaciones presupuestarias, hemos tenido que inventarnos una ficción donde la acción se deposita en la vivencia y el viaje emocional de unos personajes más profundos y poderosos. Y eso interesa a una audiencia que se ha vuelto muy experta. Está deseosa de que le hagan pensar y cada vez se ve más atraída por los malos y los personajes grises pero estimulantes que sorprenden». No hay más que ver la adhesión que han suscitado Zulema -la mala pécora de 'Vis a Vis'- y Berlín, el misógino de 'La casa de papel', «que ha triunfado en medio de esta oleada feminista y de empoderamiento de la mujer», apostilla.

«Nunca en mi vida he sentido que se me aparte por mi condición. No he tenido esa experiencia, pero hablo con compañeras y leo cosas que me horrorizan»

Esther Martínez Lobato

Sobre su lugar en la industria, Martínez Lobato señala que «jamás» se ha sentido relegada en su trabajo, pese a que hay quien la considera un 'genio escondido'. «Nunca en mi vida he sentido que se me aparte por mi condición. No he tenido esa experiencia, pero hablo con compañeras y leo cosas que me horrorizan. A mí no se me ha apartado ni se me ha dejado en un segundo plano. Si parece que me encuentro 'escondida' es porque estoy al lado de Álex Pina, una gran persona y un creador magnífico que lleva muchos años en la profesión y ha hecho los éxitos más conocidos de la ficción de este país», enfatiza. «Eso sí, me parece tremendo que ocurran esas cosas porque nuestra profesión ya es sumamente esclava. Estás siempre en funcionamiento, buscando ideas e inspiración y pasando por muchos filtros. Es tan dura e inestable que si no tienes una vocación muy fuerte y un apoyo resulta muy fácil abandonar. Al fin y al cabo, el material sensible con el que trabajamos son las emociones; los recuerdos y vivencias», detalla. «Por suerte, ahora vivimos una edad de oro en la ficción televisiva. Todo sigue siendo igual de duro pero la industria es lo suficientemente fuerte como para soportar una mayor cantera de trabajadores», afirma.

De ese vivero creativo cada vez brotan más guionistas, directoras, productoras… y directivas. Algunas mujeres ya han roto su techo de cristal y ocupan puestos de responsabilidad en cadenas generalistas. Es el caso de Sonia Martínez, directora de ficción de Atresmedia, que ha impulsado la producción propia nacional realizada para la televisión en abierto con ficciones arriesgadas como 'La casa de papel' y 'Fariña', que se han convertido en éxitos internacionales. Y el de Arantxa Écija, su homóloga en Mediaset, que debutó en la dirección de series con 'Médico de familia' para Telecinco, cadena para la que también dirigió episodios de 'Siete vidas' o 'Los Serrano' y en la que participó en la producción ejecutiva de 'Aída'. Pese a estos referentes y a otras muchas mujeres que lideran el sector, como Teresa Fernández-Valdés, fundadora y productora ejecutiva de Bambú Producciones ('Fariña', 'Las chicas del cable', 'Velvet o 'Gran Reserva'), «proporcionalmente seguimos siendo pocas. Toda esta cuestión, como ocurre en tantos otros aspectos y profesiones, es un reflejo social. Históricamente, las mujeres han tenido que cocinar, coser o enseñar a escribir a los hijos; pero luego quienes han ganado el dinero han sido los chefs, los diseñadores de alta costura y los escritores. Siempre ha habido mujeres en la creación de ficción y las tiene que haber porque el talento no tiene sexo. No hay ninguna circunstancia externa que te haga pensar que una mujer o un hombre por el hecho de serlo escriba mejor o peor, como tampoco influyen la raza o la religión. Trabajo con muchos compañeros que entienden la sensibilidad femenina de una forma brutal y así lo han plasmado en series de protagonismo femenino como 'Vis a Vis' o 'El embarcadero', una ficción con una feminidad salvaje», asevera Martínez Lobato.

Sonia Martínez, Álex Pina y Esther Martínez Lobato.
Sonia Martínez, Álex Pina y Esther Martínez Lobato. Andrew Kelly (Reuters)

«Tradicionalmente, a lo mejor se ha contratado a menos mujeres y a muchas quizá tampoco se les ha alentado a trabajar en esta industria o no se han encontrado con un entorno donde fuera confortable el crecimiento en este sector. Como decía, yo he sido muy afortunada ya que he tenido a mi lado a personas que sí me han animado. Con empeño, estudio y esfuerzo se puede llegar a muchos lugares. También es crucial que haya mujeres profesionales que sirvan de inspiración a las jóvenes. Es importante para que la ficción crezca también con una variada mirada femenina. Pero para que haya oportunidades son necesarios cambios en el sistema establecido. Por ello, hay que dar caña desde la educación y la cultura porque, en muchos aspectos, aún somos una sociedad muy paleta y retrógrada», asegura.

Si de abrir puertas a las creadoras se trata, es de justicia aplaudir la apuesta de las plataformas de pago por el talento de ellas. HBO Europe ha dado luz verde a 'Foodie Love', una nueva serie original escrita y dirigida por Isabel Coixet. La cineasta catalana entra en el mundo de la ficción televisiva con una temporada de ocho capítulos que se rodarán en este 2019. Movistar+ es otra de las empresas que más oportunidades está brindando a mujeres. Además de producir las ya mencionadas 'Arde Madrid' y 'El embarcadero', la plataforma ha materializado en los últimos meses diversos proyectos con claro protagonismo femenino. Es el caso de 'Déjate llevar', la historia de tres mujeres que atraviesan una crisis vital. El proyecto lo capitanea Leticia Dolera, que ha dirigido cuatro de sus ocho capítulos. La primera serie de la actriz y cineasta ha contado con otras dos directoras, Ginesta Guindal y Elena Martín. Cada una ha liderado el equipo técnico y artístico en dos episodios. También lleva firma de mujer 'Skam', la adaptación del fenómeno noruego del mismo título que busca conectar con los jóvenes en plena era Instagram. La ha codirigido Begoña Álvarez. Sin embargo, la primera por la que apostó fuerte la cadena fue la directora Mar Coll, que estrenó en 2018 'Matar al padre'; una miniserie que supuso su debut en la pequeña pantalla. La cineasta catalana aborda en esta ficción las relaciones familiares, que también ha sabido retratar en películas como 'Tres días con la familia', su ópera prima con la que logró, entre otros, el premio Goya. «Cuando Movistar+ me contactó, estaba trabajando con Valentina Viso en un largometraje con la misma temática y el mismo personaje. Ellos estaban muy interesados en trabajar con nosotras y la oferta era muy tentadora». Así fue como el proyecto se metamorfoseó en una ficción seriada para la que tuvieron como referencia 'Olive Kitteridge', curiosamente, una serie creada, protagonizada y dirigida por mujeres.

«Esta es una carrera inestable, con momentos de mucho ritmo e intensidad de trabajo; lo que favorece muy poco la conciliación»

Mar Coll

«Me sentí muy halagada de que les gustara mi trabajo y de formar parte de esa primera ronda de directores de cine con los que les apetecía trabajar», enfatiza Coll, que no se ve como una pionera, pese a ser la única realizadora que figuraba en aquella primera decena de proyectos liderados por cineastas. «La escasa presencia de creadoras, guionistas y 'showrunners' en las series es el reflejo de la industria cinematográfica y el de tantos otros sectores económicos y culturales donde la presencia femenina sigue siendo minoritaria», apostilla. Un hecho que no deja de ser llamativo, ya que las escuelas de cine están llenas de mujeres. De las aulas prácticamente paritarias de la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Catalunya (ESCAC), donde ella estudió e imparte clases, ha salido una hornada de «diez o quince directoras que están haciendo cosas muy interesantes y premiadas. Hablo de Nely Reguera, Elena Trapé, Carla Simón, Belén Funes, Elena Martín, Celia Rico, Marta Díaz, Meritxell Colell, Liliana Torres… y me dejo a muchísimas más», cita Coll. Sin embargo, a la hora de dar el salto al profesionalismo, la participación de creadoras y técnicas en proyectos cinematográficos y televisivos se diluye y se reduce drásticamente. «Asumo que hay una especie de inercia de dominación masculina que se perpetúa. Me di cuenta cuando empecé a trabajar. Siendo yo la persona que podía escoger al equipo, tenía una tendencia a elegir mujeres porque trabajas con amigas y personas que te den confianza. Y resulta que, mayoritariamente, mi ámbito de confianza es femenino. Imagino que a los hombres les pasará lo mismo y, de algún modo, eso se perpetúa», reflexiona. Esa «desigualdad» está cambiando poco a poco. «Hablábamos del impacto que tienen las escuelas de cine en la aparición de nuevos talentos femeninos, pero también hay un tema de concienciación importante que hace que, a lo mejor, los productores se fijen más en ese talento. También hay un deseo, un ansia de contenido cultural hecho por mujeres porque el foco está puesto en ese tema. Y, de repente, parece que todo lo que hace una mujer tiene ahora más repercusión mediática. Influyen, además, las políticas de discriminación positiva que tienen como efecto dar más oportunidades a las mujeres para intentar compensar de alguna manera la inercia de un mundo copado por la presencia masculina», observa.

Mar Coll da varias indicaciones a Gonzalo de Castro en el rodaje de 'Matar al padre'.
Mar Coll da varias indicaciones a Gonzalo de Castro en el rodaje de 'Matar al padre'.

En su análisis, Coll no deja pasar por alto la influencia de la maternidad. La directora barcelonesa habla en primera persona. «Estrené la serie estando ya embarazada y ahora tengo un bebé. Ahora me encuentro muy apartada y muy poco disponible porque estoy de baja maternal -explica-. Este puede ser también uno de los factores de que haya menos mujeres dirigiendo, escribiendo… Esta es una carrera inestable, con momentos de mucho ritmo e intensidad de trabajo; lo que favorece muy poco la conciliación, la vida familiar», argumenta. Pese a todos los obstáculos que puedan cruzarse en los caminos, Mar Coll apuesta por la importancia de que «todas las miradas, las de hombres y mujeres, estén representadas» en los relatos. Porque todos ganamos cuando existe una visión plural y diversa del mundo real y de los universos ficticios.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios