Secciones
Servicios
Destacamos
Butaca
Viernes, 25 de diciembre 2020
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
Son las mayores decepciones de 2020, aunque evidentemente no las únicas. ¿Lo más sorprendente? Aquí un buen número de los redactores de La Butaca coinciden en colocar 'Alguien tiene que morir' como lo peor del año. Por algo sera.. Si tienes algo de amor propio, deberías hacernos caso y pasar de estas series.
Lo tenía todo para triunfar, medios y un reparto de escándalo, pero 'The Undoing' se erige como uno de los grandes fiascos del año. Las devotas interpretaciones de su llamativo plantel principal no logran ocultar la falta de ideas de un guión plano, mil veces visto, con algunos giros sonrojantes. A medida que avanza la trama, la intención de retorcer la intriga se torna un despropósito, con ideas previsibles que requieren mucha entrega por parte del espectador para no resultar ridículas. Escenas melodramáticas diseñadas con escuadra y cartabón, levantadas por una exultante Nicole Kidman a la que le cuesta quitarse de encima el espíritu de 'Big Little Lies'. Acompañan a la gran musa Donald Sutherland y Hugh Grant, dos intérpretes de sobrada trayectoria que también lo dan todo, pero con un libreto tan pobre poco hay que rascar.
Lo malo de generar expectación es no lograr después estar a la altura de esta. Eso sucedió con 'Run', la serie de humor de HBO que contaba con la producción de Phoebe Waller-Bridge y que se había anunciado como la nueva 'Fleabag'. Nada que ver. Pero el problema no fue que no se pareciese a la anterior, sino que no tenía ningún sentido de ser por sí misma. Deslavazada, aburrida y sin gancho. La premisa de una mujer que decide de la noche a la mañana abandonarlo todo para ir en busca de un exnovio de la adolescencia podía haber servido como punto de partida de una trama trepidante y divertida pero en ningún momento conseguía explicar sus intenciones y ni siquiera -y esto es más grave- entretener. Ni Merritt Wever logró salvar aquello.
Se hace bola. Lo cierto es que es entretenida pero no llega a enganchar realmente. Y eso que tiene todos los ingredientes para triunfar: familia desestructurada, niños con superpoderes y viajes en el tiempo pero entre tanta oferta seriéfila cualquier fallo es una catástofe. A la segunda temporada de 'Umbrella Academy' le falta esa gracia necesaria para querer seguir pegado a la pantalla para ver qué ocurrirá en el siguiente episodio. Vivimos en la era Netflix y las series se consumen sin pausas. A la segunda temporada además le falla el factor sorpresa. Repetir la fórmula de la primera no es suficiente. Si a eso se le añade que ya se conoce a los personajes y los superpoderes con los que cuenta cada uno, el aliciente del viaje en el tiempo se queda una simple anécdota.
Con 'El desorden que dejas' uno debe dejarse llevar y entender que aquí la llamada suspensión de la incredulidad está a la orden del día. No es una sorpresa. Carlos Montero, el escritor de la novela en la que se basa la miniserie que él mismo ha desarrollado, es uno de los creadores de 'Élite' y está claro que la ficción de los adolescentes pijos de realista y coherente tiene mas bien poco. Estructurada en dos arcos temporales, uno de sus aspectos más interesantes, la ficción sigue los pasos de Raquel (Inma Cuesta), una joven profesora de Lengua y Literatura, que se desplaza junto a su marido a un pequeño pueblo de Galicia para sustituir a Viruca (Bárbara Lennie), una docente que, al parecer, se suicidó. Comienza así un thriller con toques de erotismo y una interesante puesta en escena, una buena fotografía y unas interpretaciones valiosas, pero que va descarrilando con cada giro de guion, a cada cual más loco e imposible, y con una galería de personajes que casi nunca atiende a comportamientos lógicos y llenos de clichés. Cierto que una vez empiezas a verla, es difícil parar, pero es un desaguisado perfecto para tragarse con el móvil al lado... si uno no tiene nada mejor que hacer.
Siendo capaces de lo mejor, también de lo peor. Uno de los mayores despropósitos del año. Sí, las habrá peores. ¿Sí? Pero, en ocasiones es cuestión de expectativas. Y si hubo alguna, ha quedado triturada. En cualquier caso, y si queremos mantener nuestro estatus hispánico de reconquista seriéfila, 'Alguien tiene que morir', se debe imputar a México, quien corre con la producción a pesar de la temática y elenco mayoritariamente español. Una serie que ha conseguido que actrices sobresalientes como Carmen Maura hagan uno de los peores papeles de su carrera. Y otros que ya eran pésimos intérpretes, como Ester Expósito, confirman lo sabido. Lo mejor que se puede decir de esta miniserie es que solo dura tres episodios, breve metraje el de este esperpento. Su intención de entremezclar en una trama matrimonios disfuncionales, homosexualidad, franquismo, corrupción y familias adineradas enfrentadas, prometía. Y en eso se quedó, una promesa.
Hace un año seleccioné la segunda temporada de 'La casa de las flores' como la peor serie del año. Aunque no lo parezca, no tengo nada en contra de Manolo Caro, de hecho he vibrado con las temporadas 1 y 3 de 'La casa de las flores', pero no ha sido el caso de 'Alguien tiene que morir'. Tenía muchas esperanzas puestas en esta miniserie con un reparto de lujo y que cuenta la historia de cómo se vivía la homosexualidad o la inmigración en el franquismo. Pero todo resultó en una serie floja, decepcionante y, por suerte, olvidable.
En la nueva era de las plataformas, que en estos meses de pandemia han rapiñado al público de las salas cerradas, la atención a los estrenos dura días, apenas horas. El volumen de novedades provoca ansiedad y los epítetos críticos tienen que ir de «la serie del año» para arriba. 'Alguien tiene que morir' se nos vendió como la última genialidad de Manolo Caro, el creador de 'La casa de las flores', deconstrucción del culebrón latinoamericano que provocó orgasmos en la parroquia de modernos. Por desgracia, ni los followers ni un reparto de campanillas sirvieron para que esta serie ambientada en la España de los 50 levantara el vuelo. Es lo que pasa cuando un producto lo determina el algoritmo y no un autor: melodrama de época protagonizado por ricos más represión gay en el régimen franquista igual a éxito seguro. Y no.
Publicidad
José A. González, Álex Sánchez y Sara I. Belled
Melchor Sáiz-Pardo | Madrid y Sara I. Belled (gráficos)
Mikel Labastida, Carlos G. Fernández, Iván Gelibter, Álex Sánchez, Sara I. Belled, Álex Sánchez y Sara I. Belled
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.