Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, ha dicho que en España hay mucha gente que no quiere trabajar, que cuando se convocan cursos de formación ... para el empleo los españoles no acuden, que el estímulo que lanza la sociedad es que hay que trabajar menos para vivir mejor, que nos falta actitud y ha reivindicado la cultura del esfuerzo, de sufrir, poniendo como ejemplo a Carlos Alcaraz. Con estos razonamientos sin anestesia, se ha convertido en el primer personaje controvertido del otoño. El señor Garamendi tiene mi edad, así que no le doy la razón, pero lo entiendo.
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Los mayores, ya se sabe… A partir de los 60, empezamos a pensar como Platón, como Aristóteles, como Sócrates… Los filósofos clásicos dijeron hace 2.500 años todo lo que había que decir. Nosotros nos repetimos. Los jóvenes no son como Carlos Alcaraz ni ganan sus millones porque, ya lo dijo Aristóteles, no tienen control, son propensos a desear más que a actuar, se dejan dominar por los impulsos y son deseosos de prestigio, pero lo son más de ganar. Y si no acuden a cursos de formación, es porque no siguen una máxima aristotélica: «La juventud está hecha para el aprendizaje, no para el placer».
Las palabras de Garamendi han encendido a los jóvenes, pero ya dijo Platón que la juventud falta al respeto a los mayores. La guinda la puso Sócrates cuando aseguró que los jóvenes chismean en vez de trabajar. Algunas de estas ideas me pasan por la cabeza. Cosas de la edad… Pero hay que resistir el impulso socrático y ponerse en el lugar de ese joven que vive para trabajar, dedica su sueldo a un alquiler y a comer congelados y chismea por las redes porque no tiene tiempo ni dinero para otro entretenimiento.
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