La vida, además de otras muchas cosas, acostumbraba a ser una sucesión de citas anuales a las que se acudía con más o menos ganas. A algunas de ellas, así se repitiesen, les conferíamos el rango de hitos y nos acercábamos con auténtico entusiasmo. Las fiestas figuraban en ese apartado. Era momento de encuentros, de abrazos, de celebración, de reafirmar la identidad del lugar que nos acogía. Todo era así hasta que la pandemia mandó parar y lo congeló todo.
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Ahora, aunque ahí sigue el bicho mortificando y conviene mantener las precauciones atendiendo al sentido común y a la responsabilidad individual, como quiera que las restricciones han desparecido, retornan los festejos y, en consecuencia, las ganas de muchos de volver a hacer fiesta después de este tiempo de acogotamiento, miedo e incertidumbre sanitaria, porque el acogotamiento, el miedo y la incertidumbre económica continúan.
Así pues, vuelve el Carmen y La Isleta está de fiesta; y también la ciudad entera, porque las del Carmen de este barrio tienen ya rango de fiestas de la ciudad. Y así, esa esquina de la capital grancanaria recupera una de las manifestaciones que la hacen tan singular.
De esta manera, aunque los recelos pandémicos provoquen alguna ausencia, este barrio de colores reluce aún más estos días en que sus vecinos hacen realidad algo mágico que atrae a creyentes y ateos, devotos y agnósticos, fieles y apóstatas que hacen piña en torno a la Virgen del Carmen, esa imagen que todos han hecho suya y ha sido un elemento aglutinador con el que reivindican la vecindad como valor primordial de convivencia.
Vuelven las calles a llenarse de banderolas y alfombrarse con diseños multicolores con serrín, sal, goma de neumáticos triturada... Otra vez se engalanan las fachadas y la música sale de este o aquel garaje en el que se citan los residentes y los que antes lo fueron, pero que siempre regresan al barrio por estas fechas.
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El Carmen en La Isleta es una fraternal movilización de vecindad. Y coincidiendo con el día de Ella, como llaman los vecinos a su virgen, Carmelo Reyes, un entrañable, conocido y querido vecino, cumple 89 años. Su tierna sonrisa, su bonhomía, mantienen vivos los recuerdos de su paso por Portuarios, el Rácing, el Hespérides, el Victoria. Instituciones de La Isleta, como lo es él, por derecho propio. Por eso, Carmelo, muchas felicidades y siga usted cumpliendo, amigo.
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