Arcadio Suárez

Aprender a comprender

Nada va a cambiar si la Consejería no es valiente y decide de verdad enfrentarse a los problemas del aula desde la raíz

Rosa Santa-Daría Hernández

Miércoles, 15 de noviembre 2023, 23:16

Me han regalado un hermoso libro con todos mis artículos de opinión que han aparecido en prensa desde 2001 hasta este año. Al verlos reunidos ... me di cuenta de que son muchísimos y de que podría publicarlos ahora de nuevo porque lo que criticaba hace 20 años sigue exactamente igual o peor. El 95% de los artículos -los primeros años eran cartas al director en 'El País', después fueron artículos de opinión en este medio- son reflexiones profesionales sobre Educación. Me voy a centrar solo en un asunto por la actualidad del mismo.

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En 2007 me publicaron la primera reflexión sobre el deterioro visible de la competencia lectora en el alumnado. En ese año ya constatamos con pruebas objetivas que el alumnado escribía y leía mal y que no entendía lo que los enunciados o textos le sugerían. Desde entonces, todo ha ido a peor (lo hemos dejado los docentes por escrito en nuevos informes cada curso escolar) y han crecido generaciones enteras con un nivel competencial lingüístico poco adecuado. Ahora, 15 años después, nos informa el periódico de que los 73 inspectores que hay en Canarias se van a encargar de promover estrategias para mejorar la comprensión lectora porque -dice el consejero de Educación- son «los ojos de la Consejería y las personas que median». Poco han mediado en este asunto y muy cerrados han tenido los ojos.

Como certifican los bajos resultados en las pruebas, el alumnado de nuestra Comunidad tiene serios problemas en el aprendizaje porque no entiende lo que lee. Lo que hasta ahora se ha hecho es esperar a ver si mejoraban en las pruebas siguientes y las siguientes y… así llegamos a los datos y preocupación actual. Es evidente que no podemos culpar solo a la educación en las aulas ya que son pocas las familias que compran libros para sus hijos o los sacan de las bibliotecas públicas, además de sustituir el diálogo familiar por el aislamiento que ha generado el mal uso de las nuevas tecnologías. Este es otro asunto que actualmente llena conversaciones de padres y reflexiones de especialistas y que, desde 2015, está en mis artículos de opinión repitiendo el peligro de soltar un móvil en manos de un menor y la necesidad de prohibir su uso en los centros educativos. Pero este es otro problema que debe afrontar la escuela de padres y de sus hijos. No nos salgamos del tema.

Vayamos con la responsabilidad educativa en el deterioro de la comprensión porque esta es evidente. El profesorado, presionado por la Administración que quería y quiere promociones sin preocuparse por la calidad de las mismas, decidió ir pasando por alto muchos de los errores relacionados con la competencia lingüística (escribir, leer, comprender) para que los inspectores (cerrando los ojos) no les pidieran explicaciones por los suspensos. Y así cada vez son más los docentes que no corrigen porque tienen en contra a las familias y a la Administración educativa y 'de aquellos polvos, estos lodos'.

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Por lo tanto, nada va a cambiar si la Consejería no es valiente y decide de verdad enfrentarse a los problemas del aula desde la raíz y dejar de pedir buenos resultados globales cuando es imposible que todo el alumnado esté preparado para promocionar (unos porque no quieren y otros porque no pueden). Aceptemos que la educación es un proceso lento y querer no siempre es poder. Ya es hora de asumir que no todos los adolescentes quieren estudiar y que los que quieren se merecen una enseñanza de calidad. La sociedad busca personas bien formadas para desempeñar un trabajo y empezamos a notar la escasez de trabajadores en determinadas profesiones. ¿Por qué será?

Quiero terminar este artículo con otra reflexión no menos importante. Según la página de la Consejería de Educación, el curso pasado había en Canarias 26.841 docentes y 207.450 alumnos en enseñanzas públicas no universitarias. Si tantos alumnos no entienden lo que leen es porque no han aprendido a leer (leer no es verbalizar que la m- con la -a es ma) y ahí dejo la pregunta: ¿cuántos de esos docentes son lectores? Si el docente no sabe leer porque no lee habitualmente, es imposible que enseñe a leer y a comprender lo que se lee.Como ha dicho recientemente la poeta, ensayista, profesora Ida Vitale a sus 100 años: «Uno empieza a entrar en la vida por los libros». Hagámosle caso.

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