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Tribuna libre

Reivindicar el nosotros

Desde esa convicción nace Municipalistas Primero Canarias, un proyecto político que reivindica un nacionalismo de nuevo tipo, capaz de mirar hacia el futuro sin renegar del pasado

Raúl García Brink

Miembro de la Gestora de Municipalistas Primero Canarias

Miércoles, 15 de octubre 2025, 22:44

Durante las últimas décadas, el nacionalismo se ha convertido en una palabra sospechosa. Su sentido ha sido distorsionado por líderes autoritarios y movimientos ultraconservadores que ... lo han usado como coartada para dividir, excluir o imponer. Trump en Estados Unidos, Modi en la India, Orbán en Hungría o Meloni en Italia han hecho del nacionalismo una trinchera desde la que agitar el miedo al otro, glorificar la homogeneidad y justificar la desigualdad.

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Bajo la consigna de 'proteger la nación', se ha levantado un nacionalismo agresivo y excluyente que niega la diversidad, desprecia la cooperación internacional y convierte la identidad en un arma. El resultado ha sido devastador: el desprestigio de la idea misma de nación, hasta el punto de que hoy el término 'nacionalismo' provoca desconfianza incluso entre quienes creen en la soberanía, la justicia y la democracia.

Pero renunciar al nacionalismo sería un error. No todo nacionalismo nace del rechazo o de la frontera. Hay otro nacionalismo -el que yo reivindico- que no se construye sobre la dualidad ellos-nosotros, como pretende la extrema derecha, sino solo sobre el 'nosotros': sobre la conciencia de pertenecer a una comunidad que comparte responsabilidades, valores y un destino común. Ese nacionalismo no busca enemigos; busca vínculos. No excluye, sino que incluye. No destruye, sino que cuida.

El nacionalismo cívico parte de una convicción sencilla: la democracia necesita más que leyes y procedimientos, necesita una base afectiva, una comunidad de confianza que sostenga el pacto social. La nación, en ese sentido, no es un refugio identitario, sino una forma de solidaridad organizada. Conviene recordarlo: las grandes revoluciones -de la independencia americana a la Revolución francesa o las luchas por el autogobierno en el siglo XIX- fueron también movimientos nacionalistas. Su propósito no era imponer una cultura sobre otra, sino liberar a los pueblos del dominio imperial y consagrar la soberanía popular. El nacionalismo, en su origen, fue una aspiración democrática, no autoritaria; un grito de libertad, no de sometimiento.

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Frente al neoliberalismo que glorifica al individuo aislado, el nacionalismo progresista afirma que la libertad solo existe dentro de un marco de justicia y cooperación. Defender la nación no es levantar fronteras, sino proteger a las personas que la habitan, garantizar sus derechos, su dignidad y su futuro.

Mi papel como ponente de la ponencia ideológica de Municipalistas Primero Canarias en el próximo congreso me ha impulsado a seguir reflexionando sobre el sentido y el lugar del nacionalismo en nuestro tiempo. Canarias necesita repensarse a sí misma: no desde la nostalgia ni desde la gestión rutinaria, sino desde la imaginación política. El nacionalismo canario ha atravesado distintas etapas, desde las aspiraciones autodeterministas de los años setenta hasta su institucionalización autonómica. Pero con el tiempo se ha ido desdibujando, perdiendo relato y horizonte. En demasiadas ocasiones se ha limitado a administrar lo inmediato, olvidando que sin proyecto no hay comunidad.

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Esa reflexión debe incorporar hoy cuestiones decisivas como el reto demográfico, la capacidad de carga y la defensa del territorio. Canarias no puede seguir creciendo de forma indefinida sobre recursos finitos, ni permitir que la presión urbanística y turística siga erosionando su base ambiental. Defender Canarias es también poner límites, ordenar el crecimiento y garantizar que el progreso no se mida solo en cifras, sino en bienestar y equilibrio ecológico. La identidad canaria se juega tanto en la cultura como en el territorio que habitamos; protegerlo es un acto de soberanía y de justicia con las generaciones futuras.

Hoy la identidad canaria se construye también en otras capas: digitales, fragmentarias, globales. Somos archipiélago en un doble sentido -geográfico y simbólico-, y eso nos obliga a repensar qué significa pertenecer o construir comunidad en el siglo XXI. Nuestro nacionalismo debe ser el punto de encuentro entre generaciones, islas, clases sociales y culturas: un nosotros abierto, plural y solidario, que combine lo local y lo global, lo físico y lo digital.

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No podemos reducir la idea de autogobierno a una cuestión de gestión o de reparto, en lugar de un proyecto de identidad compartida y transformación social. El nacionalismo que defiendo no se mide en banderas, sino en políticas. Se construye en los municipios, en los barrios, en las comunidades que producen energía limpia, en los proyectos que cuidan el territorio y generan empleo digno. Ese es el nacionalismo que necesitamos: un nacionalismo de base local, municipalista y ecosocial que haga de la sostenibilidad, la igualdad y el bien común su bandera. Frente al nacionalismo excluyente, nuestro nacionalismo propone un patriotismo del cuidado: cuidar a las personas, al territorio y al futuro.

Desde esa convicción nace Municipalistas Primero Canarias, un proyecto político que reivindica un nacionalismo de nuevo tipo, capaz de mirar hacia el futuro sin renegar del pasado. Un nacionalismo profundamente democrático, de raíz local y vocación archipielágica y global; arraigado en los municipios, comprometido con la transición ecológica y orientado a la justicia social. No surge para disputar símbolos, sino para reconstruir sentido. No pretende agitar las viejas banderas del agravio, sino abrir un camino de esperanza compartida. Su propósito no es levantar fronteras, sino fortalecer vínculos: entre las islas, entre generaciones, entre la ciudadanía y las instituciones.

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Canarias necesita reencontrar ese sentido profundo del nosotros, el que une a las islas, a su gente y a su paisaje en un mismo horizonte de dignidad y esperanza. Porque el nacionalismo no se mide por lo que excluye, sino por lo que incluye; no por a quién señala, sino por a quién abraza.

Y porque el nacionalismo canario del siglo XXI -el que encarna Municipalistas Primero Canarias- no levanta muros, sino que siembra raíces.

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