Eugenia Paiz es periodista. Tiene 52 años. Vive en La Palma y ha trabajado en prensa, radio y televisión. Ha publicado un libro de poesía. ... Es presidenta de la Asociación Madres por la Discapacidad. En 2023, logró una condena contra el director del Centro para Discapacitados Triana por malos tratos a internos, incluida su hija Rebeca, de 32 años, diagnosticada de autismo severo.
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La llaman madre coraje, y no solo por esa sentencia, sino por lograr para su hija los cuidados que merece cada día desde que nació. Hace tres semanas, Eugenia publicó una foto de ambas con esta frase: «Las calles se han hecho más estrechas y hay que abrirlas con las manos». Dos días después, abrió la llave de gas butano en su vivienda de Breña Alta. Su hija Rebeca murió, a ella la encontraron medio inconsciente y la llevaron al hospital. Ahora le imputan un delito de asesinato.
¿Qué pudo llevar a una madre a esto? Eugenia ha criado sola a su hija porque su pareja las abandonó cuando recibieron el diagnóstico, que conlleva incapacidad para hablar, problemas de comportamiento y un retraso intelectual severo. Su hija ha sido siempre su «siamesa», por la vida en «simbiosis emocional y dependencia mutua» que han llevado. Cuando la ingresó en aquel centro, Rebeca tenía 21 años y era capaz de ir de compras con su madre, había hecho terapia para mejorar su conducta, pero se la encontró en una silla de ruedas, babeando y con las muñecas moradas por las ataduras. Eso fue en 2012. La sentencia, en 2023. Según el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, les untaban heces por la cara y les daban baños de agua helada para corregir el descontrol de esfínteres, entre otras vejaciones.
Su victoria judicial y su trayectoria en favor de los derechos de las personas con discapacidad le valió ese año el Premio Damo por su esfuerzo y dedicación. Pero los cuidadores tienen un límite, ¿qué sucede cuando ya no pueden más? Después de pasar varios días en la UCI, el juez ordenó para Eugenia el ingreso en prisión provisional comunicada y sin fianza como supuesta responsable de un delito de asesinato.
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Nos dicen que en los medios no se habla del suicidio porque tiene el riesgo de provocar un 'efecto llamada', pero Eugenia intentó suicidarse. Y hay que contarlo. Como también hay que preguntarse por qué no se habla de la soledad de los cuidadores o del abandono social al que se ven abocados; por qué no se habla de los espacios poco o mal dotados donde acuden las personas dependientes; o de la penumbra en la que sucede lo doméstico en estos casos. Total, solo hay una legión de madres y padres tirando con lo que la vida les ha puesto delante. Hasta que ya no pueden más. Y respiran.
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