Parques arqueológicos, buscando nuevas miradas
Un parque arqueológico es una herramienta de gestión de la memoria arqueológica de la población, no es solo un lugar
Hace un par de semanas se realizó en Agüimes el III Encuentro de Gestión de Parques Arqueológicos de Canarias, donde de nuevo quedó patente los ... esfuerzos de las diferentes administraciones regionales, insulares y municipales para la creación de estos espacios patrimoniales. A diferencia de las jornadas anteriores, este año, el encuentro organizado por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias enfrentó un debate de fondo, a través de casos prácticos, sobre qué debería ser un parque arqueológico, presentando, además, la propuesta del Decreto Ley que articularía la futura red de Parques Arqueológicos de Canarias.
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Porque es curioso que la ley previa y actual fije los criterios donde se explicita la documentación que se debe entregar para poder ser declarados parques arqueológicos o qué yacimientos arqueológicos podrían serlo, pero no se fundamenta qué son, su posible finalidad, ni cuál debe ser su modo de gestión. Hay que decir, y no es la primera vez que se señala, que todavía no existe en Canarias, a pesar de los 26 años de la aparición de la primera ley de Patrimonio Histórico, allá por 1999, ningún parque arqueológico jurídicamente conformado. Y quizás deberíamos preguntarnos el por qué de tal ausencia. Tal vez esa falta se deba al origen conceptual de los parques arqueológicos.
Así, desde Gran Canaria a finales de los años 90 del pasado siglo, los doce parques arqueológicos propuestos se vincularon de forma temprana a la gestión del turismo. O al menos esa era su enfoque. Así, Infraestructuras Turísticas financió muchos de aquellos proyectos, incluso su ejecución, de tal forma que ya en el año 2006 se inauguraba el Museo y Parque Cueva Pintada, tras muchos años de trabajo, de la mano de la Consejería de Turismo del Cabildo de Gran Canaria.
En la actualidad nos encontramos con diferentes modelos, algunos coordinados y dirigidos directamente por el Cabildo, mientras otros de propiedad municipal son gestionados por empresas privadas. Incluso algunos de estos espacios llevan cerrados varios años. Si bien el Cabildo de Gran Canaria colabora con los ayuntamientos en su financiación para que estos espacios se mantengan activos, los resultados son divergentes, necesitando, tal y como expresó el propio vicepresidente del Cabildo de Gran Canaria, Teodoro Sosa, en la conferencia de clausura del encuentro de Agüimes, de mayor coordinación para que estos generen y presten un servicio en red.
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Percibimos, pues, que la puesta en marcha de los parques arqueológicos ha quedado empañada por la misma turistificación que es señalada como causa y origen de diferentes problemas en nuestra tierra. En este caso, no es que el número de visitas pongan en riesgo estos enclaves, tal y como si está pasando en muchos espacios naturales, sino el propio concepto bajo el que se idearon e inauguraron tales espacios. Esto ha conllevado a que la fórmula de evaluar el éxito o fracaso de los enclaves patrimoniales sea simplemente el número de visitantes recibidos. Entonces, ¿Qué es un Parque Arqueológico y cuáles son sus funciones? ¿Cuál es la finalidad de estos espacios? ¿Solo la de enseñar a los que nos visitan nuestro pasado?
De hecho, la última encuesta del ISTAC realizaba algunas preguntas a los centros y yacimientos visitables. Nada preguntaba de la forma en que estos espacios eran percibidos y usados por la población local: si los conocían, si estaban orgullosos y contentos de su gestión, si eran o no utilizados por los grupos escolares, o de la relación de estos espacios con la población local. Porque si son lugares de historia materializada, quizás, de lo que nos deberíamos preocupar es de cómo se conservan y se presentan estos lugares de memoria; no solamente del número de visitantes y de su impacto económico.
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Pero hay esperanza. La propuesta presentada por el director general, Miguel Clavijo, y su equipo contiene, entre otros elementos, la evaluación del desempeño de los parques arqueológicos, tras su incorporación a la red regional. Esperamos que la educación patrimonial, las formas y el alcance de la divulgación de los valores que atesoran estos espacios, la conservación de restos arqueológicos, junto con el trabajo con la comunidad local, sean los vectores sobre los que se vertebre el proyecto, y por lo tanto, la valoración futura de los parques arqueológicos.
En este camino, Gran Canaria tiene ya parte del trabajo realizado. No estamos rechazando al turista. Todo lo contrario, le damos la bienvenida al arqueoturista, al que conoce la fragilidad e importancia de estos lugares. El que disfruta con el paisaje, quiere descubrir la historia local e imbuirse de nuestra cultura. Estaremos encantados de recibirlos, de acogerlos y mostrarles nuestra historia, exponiéndosela con la misma profesionalidad y orgullo con la que, de forma prioritaria, se la enseñamos a nuestros escolares y población local. A nosotros nos toca divulgarla, pero también protegerla, como privilegiados que gestionan un bien común para la comunidad, que está, además, obligada a legar a las generaciones futuras.
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Eso choca frontalmente con el concepto de producto turístico, que si falla, no gusta o interesa, puede ser descartado, cerrado y olvidado. Ya que este olvido no solo comporta tirar a la basura los esfuerzos de instituciones y administraciones en la puesta en valor de nuestro patrimonio histórico, sino que significa volver a tapar, metafóricamente, y a veces físicamente, nuestro pasado, y con él, parte de nuestra identidad. La que sustenta y vertebra nuestro presente, la que justifica nuestra necesidad de futuro.
Los parques arqueológicos son espacios transitivos donde la construcción social del Patrimonio se hace evidente, ya que se necesita de las personas y de su relación con los restos arqueológicos para que se configure su dimensión patrimonial a través de su uso. Así, pasamos del resto arqueológico estudiado al Patrimonio Arqueológico valorizado, siendo la comunidad local la que recibe, por derecho propio, la acción lúdico-educativa.
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Un parque arqueológico es una herramienta de gestión de la memoria arqueológica de la población, no es solo un lugar. Los parques arqueológicos deben ser valorados por lo que son, no por lo que tienen, por lo que legan al futuro, y no por un listado simplificado de visitantes anuales. La figura de los parques arqueológicos necesita una nueva mirada, que empiece de abajo a arriba, y vuelva de arriba a abajo. Y no es una propuesta teórica e ilusa. Lo planteamos desde la seguridad que nos confiere llevar diez años gestionando un espacio de la periferia como es La Fortaleza en Santa Lucía de Tirajana, para su Ayuntamiento, con el apoyo incondicional del Cabildo de Gran Canaria, así como de la Dirección General de Patrimonio Cultural.
Se puede hacer, pero para ello debemos tener claro el objetivo de este espacio en el futuro, para pensarlos consecuentemente en nuestro presente. Y con ellos, organizar a todas las fuerzas vivas (administraciones, profesionales, población local) que confluyen en la conservación, investigación y difusión de este bien. Estamos seguros de que cada visita escolar que hacemos a La Fortaleza tendrá como consecuencia la transformación de mucha de la población local en la primera línea de defensa y conservación del yacimiento. La inversión que se realice ahora florecerá, tarde o temprano. La Historia, la Arqueología como herramienta de futuro. ¿Podemos esperar eso de un turista?
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