La Niña III y la Gran Canaria colombina
«La Niña III quedará vinculada al Museo Elder, y esto es importante pues la sacará del papel casi meramente decorativo que ha tenido hasta ahora»
El martes 8 de agosto de 1492, a la altura de Lanzarote, la avería que sufría La Pinta hace pensar a sus tripulantes, como a ... la de las otras naves colombinas, en refugiarse en la isla que tienen más cerca. Sin embargo, como recoge el libro de la primera navegación, «hubo entre los pilotos de las tres carabelas opiniones diversas dónde estaban, y el Almirante salió más verdadero; y quisiera ir a Gran Canaria por dejar la carabela Pinta, porque iba mal acondicionada del gobernario y hacía agua, y quisiera tomar allí otra si la hallara…».
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El puerto o rada de Las Isletas, como algunos otros puntos de la costa grancanaria, era conocido y esporádicamente utilizado desde tiempos inmemoriales y por marinos ignotos, que navegaban por esta zona del Atlántico, lindando con la no lejana costa africana, y utilizaban a este archipiélago como una incipiente encrucijada para las navegaciones por estas aguas, ubicadas casi al límite con el legendario y temido «finis terre».
Esta utilidad aumentó, y se recogieron muchos más testimonios documentales, una vez iniciado el proceso de conquista y nuevo poblamiento de las islas. Cristóbal Colón, pese a su enigmático y poco conocido pasado, parece que no fue ajeno a este conocimiento, como a que realizara varios viajes a las islas años antes de su histórico viaje a poniente.
Así, no es de extrañar que hablara con seguridad ante las dudas de los avezados tripulantes que le acompañaban, a la par que mostraba tanto conocer a personas residentes en Gran Canaria, como que esta isla no sólo era el lugar de residencia del más alto representante de la corona que avalaba su aventura, sino que era donde había recursos suficientes para reparar sus naves, aprovisionarlas e, incluso, alguna posibilidad de cambiar La Pinta por otra nave en mejor estado, lo que al final no fue necesario, o no pudo ser.
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La estancia grancanaria de la flotilla colombina se prolongó a lo largo de todo el mes de agosto de 1492, para luego dirigirse a La Gomera, desde donde partirían definitivamente el 6 de septiembre, aunque Colón haría varios desplazamientos entre las islas en esas semanas.
Más, a la vista de lo que significó, y lo que trascendió de ella, la estancia de la flotilla colombina, sus preparativos y el camino de futuro que abrían, alza como simbólicas y significativas «islas colombinas» tanto Gran Canaria, como La Gomera, y con ellas el archipiélago en su conjunto, que se instituyó como auténtico «puente entre continentes», en «encrucijada atlántica» para la historia universal, en primer paso de esa «globalización» que, tras el pionero viaje de Magallanes / Elcano en el siglo XVI, lograría a desarrollarse definitivamente a finales del siglo XIX, teniendo también los puertos canarios una importancia destacadísima.
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Por todo ello, por muchísimo más, que en los últimos días de octubre, mes tradicionalmente colombino en la capital grancanaria, en especial tras los grandes eventos que tuvieron lugar en este mismo mes de 1892, con motivo del IV Centenario del Descubrimiento de América, de los que nos queda como testigos monumentos como la columnata a Cristóbal Colón en La Alameda o la placa de «Aquí oró Colón» en San Antonio Abad, a final de la «Calle de Colón», y como heredero espiritual de ello ese gran centro cultural y educativo que es la Casa de Colón, nos llegue la noticia del acuerdo alcanzado entre el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, el Cabildo de Gran Canaria y el Museo Elder para iniciar los trabajos de restauración de la carabela La Niña III, del ilustre capitán Carlos Etayo, no sólo es una reconfortante noticia para el interés general por la conservación del patrimonio grancanario, sino que muestra, o debe hacerlo, la necesidad de fortalecer y difundir el importante papel colombino de Gran Canaria, el mismo que a raíz de ello mantuvo a través de los siglos en el de las navegaciones atlánticas, marítimas primero, aéreas a partir de 1925, con el pionero vuelo del 'Plus Ultra' hasta Buenos Aires, y, en un tiempo que habla de futuro, en su relación con los viajes y exploraciones espaciales.
La Niña III quedará vinculada al Museo Elder, y esto es importante pues la sacará del papel casi meramente decorativo que ha tenido hasta ahora, pasando a ser un elemento didáctico que complemente la docencia sobre la historia de las navegaciones y los descubrimientos, sobre la vida en la mar y los recursos náuticos en la edad media que caminaba hacia el renacimiento.
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Pero también será determinante, máximo cuando la propiedad de la embarcación la ostenta el Cabildo de Gran Canaria, que se vincule a este proyecto docente y divulgativo a la Casa de Colón, que puede contribuir a marcar los aspectos colombinos que la existencia de esta nave permite irradiar y fortalecer entre la población insular, a la vez que ante los miles de visitantes foráneos que se acercarán a ella una vez restaurada.
La Niña III es ya un hito de la Gran Canaria colombina, que surge de la investigación y la experiencia de una reconstrucción casi exacta de la primera navegación, y que se suma a los hitos colombinos ya existentes desde el siglo XIX, a la par de ser faro que señala esas sendas atlánticas de ida y vuelta que hacen de esta isla en particular, como de Canarias en general, un verdadero punto de encuentro y hermanamiento entre pueblos y civilizaciones, que se dio a partir de ese histórico viaje que hoy nos recuerda esta sustantiva y hermosa embarcación.
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