El 2025 pasará a la historia en Canarias como el 'año de las bajadas'. Bajadas como hitos del ser y sentir de los pueblos a ... través de los siglos, como santo y seña de unas identidades insulares arropadas entorno a sus respectivas patronas, como acontecimientos que, a su paso y estancia, acercan y vertebran ciudades, pueblos y villas en el marco no sólo de una historia común, sino de una perspectiva de futuro que a debe aunar a la isla en su conjunto.
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Ha sido la multitudinaria y encendida bajada de Nuestra Señora del Pino el pasado mes de mayo, y primeros días de junio, que, en su 52 bajada, se acercó a los orígenes y al futuro que ya abre sus puertas con sus visitas a la ciudad de Telde y a Vecindario. Ahora, en estas primeras semanas de julio, ha sido la de Nuestra Señora de Los Reyes en El Hierro, que la ha realizado tras once años que dejaron un enorme vacío y una nostalgia infinita entre los herreños, un pueblo que el sábado 5 de julio supo dar una imagen maravillosa, extraordinaria, de su isla, de sus tradiciones, de su sentimiento de unidad como pueblo y la transmitió no sólo al conjunto del archipiélago canario, sino muchísimo más allá a través de ese Atlántico, donde el «meridiano de Hierro es encrucijada histórica vital e ineludible», que conduce a distintos continentes. Le sigue ahora La Palma, con una grandiosa bajada de su patrona, Nuestra Señora de Las Nieves, que cada cinco años, desde 1676, simboliza la expresión más brillante, sonora y sugerente de la cultura, el emprendimiento y las capacidades creativas de una isla que está en el origen de muchos capítulos imprescindibles para la historia de Canarias.
Y aún queda, para después del verano, la de la Virgen de Candelaria en Tenerife, que, el próximo mes de octubre, entre los días 11 y 24 con un programa que se gesta en estos momentos, peregrinará hasta Santa Cruz de Tenerife, siete años después de la última visita efectuada en 2018. Unas bajadas que, lleven expresamente o no este lema, son verdaderas candelas y caminos de esperanza para unas islas y sus gentes.
En ese orbe donde las bajadas van más allá del hecho puramente religioso y eclesial, que es su raíz y sustento inequívoco e ineludible, aparece un conjunto de hechos y realidades que marcan a la vida de los insulares a través de los siglos, y que, en estos días tan significativos, se hacen más patentes, o se puede aprovechar para recordarlas, como puede ser la relación honda y efectivas que las islas han mantenido entre sí y las han marcado significativamente. Así, ahora se puede volver la vista atrás y pergeñar la importancia que La Palma, a través de su historia y sus realidades, de sus tradiciones y su orbe cultural, de sus personajes más notables y sus obras más trascendentes, ha tenido en el seno de otras islas, algo que se palpa ya en las páginas de los primeros periódicos canarios en Gran Canaria y Tenerife.
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El periodismo isleño necesitó casi cien años para alcanzar una relativa madurez. Un espacio de tiempo, que se extiende entre 1750 y 1850, aproximadamente, y que se ha dado en conocer como 'los orígenes de la información pública en Canarias'. En ese devenir La Palma apareció poco a poco, quizá con demasiada lentitud al inicio, en el ámbito del periodismo que se ejercía en las dos islas capitalinas. Pero ante esa «fuente permanente de información permanente», como definió el doctor Desantes Guanter al documento científico, se debe valorar tanto la importancia y trascendencia de la aparición del hecho noticioso en una sociedad, de un periodismo que, si no aporta todos los datos de rigor para la historia, si aporta el ambiente general de la época, la influencia real de las personas y de los acontecimientos, como que en periodismo son tan importantes la noticias y los temas publicados, como los que se silencia, lo que permite evaluar los motivos por los que no aparecen a veces rastros de lo que se busca, aunque al razonarlo y percibir las razones que lo explican, se hallaran las conclusiones más luminosas e interesantes.
En este sentido merece la pena resaltar que, si la prensa palmera no aparece hasta la década de los sesenta del siglo XIX, un paso previo de interés es el de conocer la presencia que la Isla, sus gentes, sus acontecimientos, tuvieron en los periódicos que se editaban en el resto del archipiélago, durante la mencionada etapa de orígenes de la información pública en Canarias, a la vez que conocer cuáles eran los que llegaban hasta ella, quiénes eran sus principales suscriptores y sus características biográficas, como la influencia que pudieron tener en el seno de la sociedad palmera de aquellos años. Ello contribuirá a conocer y entender mucho mejor todas las grandes y brillantes celebraciones que hoy componen el maravilloso orbe de las bajadas de la Virgen de Las Nieves a Santa Cruz de La Palma.
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Desde La Palma le llega a Gran Canaria la única noticia que deja constancia de la existencia del su non nato primer periódico no oficial. Y es que el célebre cronista palmero Juan Bautista Lorenzo Rodríguez, en un artículo que, a propósito de 'EL TIME', publicó en 'El Fénix Palmense', en su edición del 13 de junio de 1905, da por cierta la existencia de El Pueblo al señalar como en «1842, veía la luz pública en la misma población El Pueblo, primer periódico particular que se imprimió allí…», y añade que si «…revisamos el acta de sesión del Ayuntamiento de 17 de septiembre de 1842, vemos como expone: La Municipalidad quedó enterada de otro oficio de los señores redactores del nuevo periódico titulado El Pueblo, que lo son Antonio López Botas y Juan E. Doreste, fechado en Gran Canaria a treinta de agosto próximo pasado, acompañando un ejemplar de dicho periódico…» Sin embargo, «…al revisar las actas que en la actualidad el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria custodia en sus archivos, relativas a las sesiones celebradas durante el año 1842, se comprueba que no se conservan el acta citada, ni el ejemplar de El Pueblo que, entregado adjunto al oficio expuesto por sus redactores, fue mostrado a los miembros de la Corporación.
Si el primer periódico impreso en Canarias, el Semanario Misceláneo Enciclopédico Elementar (1785-1787), del teniente coronel de ingenieros Andrés Amat de Tortosa, menciona a La Palma en sólo dos ocasiones, al describir los nombres de las islas y en el relato que hace de la conquista de Gran Canaria, el Correo de Tenerife, a partir de 1808, si aportó ya una abundante información relativa a esta isla, tanto a temas políticos y relacionados con la Guerra de Independencia, como a temas de carácter social y médicos (época de graves epidemias en Canarias, como la de fiebre amarilla). A partir de 1837 con periódicos como los tinerfeños El Atlante, El Pigmeo, El Tribuno o El Isleño La palma ya será una información acostumbrada, como lo era, por supuesto, en todos los Boletines Oficiales.
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En los primeros periódicos editados en Gran Canaria, está el caso de El Porvenir de Canarias entre 1852 y 1853, que a partir de su número 5, en noviembre de ese año, dará cuenta minuciosa de la causa seguida en un juzgado de La Palma por la muerte premeditada, violenta y alevosa del presbítero Manuel Remón Suárez y de su criada Andrea Hernández, que despertó una enorme expectación en todo el Archipiélago. A partir de ese primer periódico la información es cada vez más fluida, incluyendo eventos, festejos y la ineludible información de los barcos que salen o llegan de la isla bonita.
A través de esos primeros periódicos, como de los que se editarán hasta finales de siglo XIX, la sociedad insular creó una imagen personal de si misma, gracias en buena medida a las informaciones de los acontecimientos que marcaban la identidad, el ser y sentir de las islas, como es el caso de las bajadas, que en este año de 2025 aparecen como verdaderos fulgores de las tradiciones y los sentimientos isleños.
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