Manuel Hermoso Rojas, expresidente del Gobierno de Canarias y figura clave en la consolidación del nacionalismo canario moderno, deja tras de sí un legado político ... en la historia reciente de las Islas.
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Manuel Hermoso fue presidente del Gobierno de Canarias entre 1993 y 1999, en una etapa decisiva para la consolidación del autogobierno y de las instituciones propias. Desde la presidencia impulsó una visión de Canarias como sujeto político con voz propia, tanto en el conjunto del Estado como en el contexto europeo, defendiendo con firmeza el Régimen Económico y Fiscal, el reconocimiento del hecho insular y la descentralización efectiva y un mejor anclaje del concepto de región ultraperiférica en la Unión Europea.
Su estilo político —dialogante, próximo, realista y profundamente canario— lo convirtió en un referente institucional. Fue el primer presidente surgido de una fuerza estrictamente canaria, rompiendo con el bipartidismo estatal y mostrando que Canarias podía gobernarse a sí misma con sensatez, estabilidad y ambición propia.
Pero hay otro papel que define la estatura política de Manuel Hermoso. Ser una de las personas que hicieron posible el nacimiento de Coalición Canaria. En los albores de los años noventa, comprendió junto a otros liderazgo políticos del archipiélago que la fragmentación de las fuerzas políticas insulares y nacionalistas impedía a Canarias tener una estrategia común. Su liderazgo fue determinante en el proceso de confluencia que dio lugar a Coalición Canaria en 1993, sumando organizaciones políticas diversas, sensibilidades insulares distintas y culturas políticas que hasta entonces habían competido entre sí.
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Hermoso contribuyó y supo tejer unidad, visión y propósito en un momento histórico. No solo contribuyó a fundar una fuerza política, sino a sentar las bases de un proyecto común para Canarias, con vocación de permanencia, autogobierno y desarrollo. Fue una de las personas de CC que visionaron la intuición estratégica de que la unidad del nacionalismo era la única vía para que Canarias pudiera hacerse oír y respetar.
Manuel Hermoso se va, pero su obra y su espíritu permanecen. Su apuesta por la unidad de acción canaria, su defensa firme del interés general de las islas y su ejemplo de servicio público deben seguir guiando a las nuevas generaciones. Nos deja el orgullo de una política con acento propio, de una Canarias que aprendió a levantar la voz sin pedir permiso.
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Descanse en paz quien tanto hizo porque Canarias creyera en sí misma. Hoy más que nunca, «somos porque fuimos», y en ese camino que trazó Hermoso, sigue latiendo el porvenir del archipiélago.
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