No hay día en que este país, corrijo, alguna gente de este país, haga algo que no me sorprenda para mal. La última barrabasada ha ... tenido como protagonista a un compañero de profesión, un joven aprendiz cuyo delito consiste en ser hijo de... No ha cometido otro mal. En España, visto lo visto, todo vale para la pelea ideológica.
Publicidad
De un día para otro, señalado, por cierto, por otra periodista (no hay oficio más cainita y trufado de egos que este que yo intento ejercer), un becario ha sido víctima de una cacería miserable e inmisericorde por esa jauría extremista y sedienta de guerracivilismo que lo ha usado para, simplemente, meterse con su padre. Exponen su cara en las redes y abren la veda para un linchamiento sin límites: lo han despedazado por su físico, por cómo lo hace (hay, por lo visto, mucho periodista suelto), por su vestimenta, en fin...
La acción no puede ser más despreciable. Y no hay excusa que valga para acciones de este tipo. Ni siquiera el argumento pretendido de protestar contra el enchufismo, un mal endémico, por cierto, de este santo país, una epidemia transversal a todos los partidos y, me atrevería a decir, a todos los sectores, que no sé si se ha dado también en este caso. Aseguran que no. Es solo un becario.
Tampoco tengo ni idea de si la verdadera diana de estos golpes, Xavier Fortes, es buena o mala persona, si ha sido o no mal compañero en RTVE o en donde haya trabajado hasta ahora. No lo conozco salvo por sus programas de televisión y por sus tuits. Es de izquierdas, de los que no se esconde y entra al barro si hace falta. Es legítimo, tiene derecho a defender sus ideas y por ellas se enfrasca en grescas continuas. Allá él. ¿Pero por qué tiene que pagarlo su hijo? Es inadmisible.
Regístrate de forma gratuita
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión