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Del director

La vuelta paga los platos rotos

El deporte fomenta valores de convivencia

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 14 de septiembre 2025, 23:19

No es buena noticia que la Vuelta Ciclista a España haya sido escenario en su etapa final de una batalla campal que finalmente ha obligado ... a su cancelación. Y no ha sido una protesta aislada, sino el culmen de una serie de incidentes previos que, entre otras cosas, pusieron en riesgo la integridad física de los ciclistas.

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Vayamos por partes: ¿se puede aprovechar un escaparate visual como es una competición de élite para protestar? Sí. Pero con unos límites, porque por algo vivimos en un Estado de Derecho. Para empezar, porque el derecho de manifestación está felizmente regulado y eso conlleva unas normas a la hora de ejercerlo: desde la petición de autorización administrativa hasta algo tan de sentido común como que se protesta por algo, pero no para impedir algo que también está debidamente autorizado.

Si se impide la celebración de la etapa por la fuerza, estaremos dando la razón a quienes sostienen que el más bruto es el que tiene derecho a ganar. Como se comprenderá, el mismo argumento que echamos en cara al Gobierno de Netanyahu no puede ser utilizado para criticar su actitud con los palestinos. Por eso la protesta debió realizarse de otra manera: respetando la legalidad y con la paz por delante, porque esa paz es lo que se reclama en Gaza.

A todo esto se añade otra derivada: este domingo por la mañana, el presidente Pedro Sánchez aplaudía las protestas de la ciudadanía contra Israel. Pudo haber aprovechado la tribuna política desde la que hablaba para pedir paz en la Vuelta, como también será cuestión de preguntarle por qué, si tan en contra de la posición de Israel, no rompe relaciones diplomáticas. Lo que no vale es escudarse en las manifestaciones y no dar el paso que le reclaman los pocos socios parlamentarios que le quedan. Como también habrá que pedir cuentas al Ministerio del Interior por la gestión de la crisis.

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Lo visto en Madrid es lamentable. Insisto: se puede protestar pero el deporte, que fomenta valores de convivencia, no debe ser quien pague los platos rotos. No hay más que recordar lo que pasó hace 57 años en los Juegos Olímpicos de México, cuando los atletas de Estados Unidos Tommie Smith y John Carlos, que ganaron el oro y el bronce en los 200 metros, levantaron el puño envuelto en un guante negro en defensa de los derechos civiles mientras sonaba el himno nacional. Fue un golpe al poder sin necesidad de dar un puñetazo; lo vivido en Madrid ha sido otra cosa.

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