La ONU, un espectador pasivo. No se trata de darle la razón a Donald Trump con su discurso contra la Organización de Naciones Unidas ( ... ONU), pero es incuestionable que la Asamblea General celebrada en Nueva York solo está sirviendo para poner de manifiesto la inutilidad de esta institucional supranacional. No lo digo por el incidente de la escalera averiada y el fallo en el sistema que permite leer los discursos en pantalla mientras se mira al auditorio, sino porque el masivo reconocimiento a Palestina como Estado cae en saco roto en una ONU que mira y no hace nada. Es precisamente eso lo que permite a Trump y a quienes quieren acabar con la ONU sacar la artillería dialéctica y elevar el tono. ¿Para qué están los cascos azules? ¿Acaso para desfilar? ¿Y para qué hay un secretario general? Hace años que Naciones Unidas precisa reinventarse pero ahora que tiene enemigos declarados con mucho poder, es urgente que lo haga sin dilación.
Publicidad
Aranceles a las medicinas. Hablando de Donald Trump, ahora el presidente de Estados Unidos se saca de la manga unos aranceles a los productos farmacéuticos. Teniendo en cuenta que hablamos de un dirigente que lo mismo pontifica contra las vacunas que anuncia supuestos perjuicios de un fármaco y su relación con el autismo, sin que haya consenso científico al respecto, no queda otra que sospechar: todo indica que a Trump le interesa más beneficiar a determinadas empresas de su país que la salud de la sociedad en general. Si algo debería caracterizar a las democracias occidentales en este siglo XXI en que estamos, es que los gobiernos trabajen para abaratar los medicamentos, sin tener en cuenta el país de procedencia. Pero con Trump solo damos pasos hacia atrás en la historia. Nadie cuestiona su legitimidad como presidente y su margen constitucional para tomar decisiones; otra cosa es la utilidad de las mismas y, en especial, esa necesaria pregunta de a quién beneficia realmente.
El fútbol y la guerra. Y continuando con la escena internacional, sorprende el grado de compromiso de los cineastas que desfilan estos días por el Festival de Cine de San Sebastián, incluidos los estadounidenses, en relación con la guerra en Gaza frente al mutismo de las estrellas del fútbol europeo en la gala del Balón de Oro celebrada a comienzos de semana. Es como si la lengua de los futbolistas se la hubiese comido el gato... ese que tiene que ver con algunos fondos de inversión que mueven millones en el balompié.
Regístrate de forma gratuita
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión