Sin fisuras en el PP. Alberto Núñez Feijóo compareció en Madrid este domingo en un acto donde compartió protagonismo con la presidenta autonómica Isabel ... Díaz Ayuso. Fue una especie de ejercicio de precalentamiento para la manifestación del día 8 y antesala del congreso nacional de los populares. Pero fue, sobre todo, una escenificación de unidad frente a los intentos de división en el seno del PP. Feijóo sabe que no puede prescindir de Díaz Ayuso porque, gusto o no a otros líderes territoriales, es uno de los principales activos del PP. Para muchos, ella simboliza la oposición férrea contra Pedro Sánchez, con el añadido que es de las pocas que no necesita a Vox para gobernar. Por eso, lo de este domingo no fue casual. Solo sobre esa comunión de liderazgos podrá el PP seguir subiendo en los sondeos.
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Los libros. Como ya es habitual -y ojalá se mantenga-, la Feria del Libro de Madrid recibe estos días la visita de miles de personas que no solo pasean entre las casetas del Parque del Retiro, sino que salen de allí con uno o más libros en las manos. La industria editorial española sobrevive a la digitalización y ha encontrado un público infantil y juvenil que garantiza la continuidad del negocio, que es lo mismo que decir la supervivencia de la cultura. Se quejaba estos días el escritor de éxito Arturo Pérez Reverte del hecho de que las editoriales encargan novelas poco menos que a cualquiera, sobre todo si se trata de alguien famoso, aunque su maestría literaria sea menor o igual que cero. No le falta razón pero allá las editoriales que se prestan a ello. Los lectores son los que eligen a quienes siguen y compran, de manera que nada más democrático que poner muchos títulos en el escaparate y que cada uno decida qué se lleva.
Lo bonito del fútbol. Entre los atractivos del fútbol, está su condición de deporte imprevisible, sujeto a la sorpresa de última hora y donde no siempre contar con los más famosos y mejor pagados es garantía de triunfos. Acabamos de verlo en la final de la Champions disputada el pasado sábado, donde el PSG se llevó el título pese a que esta temporada no contaba con el francés Kilian Mbappé en la delantera. Y en el banquillo tenía al controvertido Luis Enrique, que fracasó como seleccionador español. Enfrente estaba un Inter que había llegado a la final tras confirmar la fortaleza defensiva del fútbol italiano. Con esos ingredientes en la mesa, el resultado fue abrumador, con una victoria incontestable de un PSG reinventado después de que su 'jugador franquicia' se fue al Real Madrid.
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