Luces o ratas. Brillo o sombra. Truco o trato. Susto o… No hay que ser maniqueo pero es evidente que el debate está abierto: ¿con ... qué nos quedamos en las celebraciones navideñas en Las Palmas de Gran Canaria? ¿Con el despliegue de luces y actos que está movilizando a miles de personas y disparando el consumo en diferentes zonas de la ciudad o con el bochorno (primero) y el asco (acto seguido) al ver ratas en la alameda comercial y residencial de Mesa y López, incluida una ya inmortalizada en un vídeo en el que al animalito aparece paseándose por un maniquí de una tienda de textil?
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Las dos cosas caben y no son excluyentes. La primera, el 'brilli brilli' navideño merece el aplauso (otra cosa será el coste final), pero la segunda no puede quedar en una anécdota. Y un matiz que no es menor: lo de los roedores es igual de lamentable en Mesa y López o en cualquier otro punto de la ciudad, pues hablamos de animales que no miran la renta media de habitante en cada barrio.
Cuando se detectó el problema de los roedores en la cita zona capitalina, todo se fió al siguiente contrato de lucha contra las plagas. Fue como decirle a los roedores: 'sigan ustedes ahí pero que sepan que ya vendremos'. Y es evidente que esa no es solución. El Ayuntamiento debió haber activado de inmediato un plan de choque, como también tuvo que haberse sentado con vecinos y empresarios del espacio afectado para escucharles, dar explicaciones y actuar unidos. No ha sido así y en el pecado va la penitencia, que se expresa con el daño que hace a la imagen de la zona y de la ciudad en su conjunto ese y otros vídeo similares.
Tampoco es de recibo que desde el sector público se escuden en que buena parte de la culpa es de quienes tiran la basura donde no corresponde. Porque si es así, habrá que preguntar qué medidas se toman para penalizar a esos vecinos incívicos. El contribuyente paga impuestos para que las calles estén limpias y para que las medidas contra los roedores funcionen los 365 días del año. Y también los impuestos se abonan para que haya mecanismos públicos de castigo a quienes incumplen. Si el Ayuntamiento tiene la certeza de que hay gentes que cada noche tiran restos de comida en Mesa y López, pues ya está tardando en mandar a una patrulla de agentes policiales a detectar a los desalmados para aplicar las sanciones precisas. No hay mecanismo más disuasorio que ese.
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En cuanto a las ratas, actúese ya. El tiempo de esperar por un flautista de Hamelin pasó (por el bien de los niños...).
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