Cuando tienes pinta de galán, o de eso que se conoció como 'WASP' (blanco, anglosajón y protestante), se supone que hay ciertas puertas del mundo ... del cine en Estados Unidos que se abren con más facilidad que al resto. Pero una vez introducido en la industria, hay algunos que se empeñan en labrarse una trayectoria diferente, sin renunciar del todo al prototipo pero dejando una huella personal. Robert Redford, fallecido este martes a los 89 años, fue uno de ellos.
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En la memoria de los cinéfilos quedan muchas imágenes del Redford actor: el jovencísimo guaperas de 'Descalzos en el parque', con Jane Fonda como pareja; el prófugo de 'La jauría humana'; el conservador que se enamoraba de la revolucionaria Bárbara Streisand en 'Tal como éramos'; por supuesto el jugador un poco atolondrado de 'El golpe' y también el vaquero de aquel memorable salto al río de la mano de Paul Newman en 'Dos hombres y un destino'; el héroe a su pesar de 'Los tres días del Cóndor'; el periodista Bob Woodward hablando con 'Garganta profunda' en 'Todos los hombres del presidente'; el romántico aventurero Dennis Finch Hutton lavándole la cabeza a la baronesa Blixen en 'Memorias de África' y hasta el alcaide Brubaker en la película del mismo nombre.
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Buena parte de su leyenda como actor va unida a un director con el que mantuvo una estrecha amistad y que también fue actor secundario: Sydney Pollack. Fueron suyas dos trayectorias paralelas unidas por el denominador común de aquel cine de antaño que entendía que la comercialidad no estaba reñida con la calidad.
Ya como director, Redford deja un balance desigual, con películas que no han envejecido del todo bien e incluso algo sobrevaloradas, como la oscarizada 'Gente corriente'. Y en sus últimos años se empeñó en seguir en pantalla con títulos absolutamente prescindibles que no hacían justicia a su legado.
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Deja también la estela de un compromiso inequívoco con los nuevos valores del cine al haber levantado en su día el Festival de Sundance, así como con los derechos y libertades en un país donde todo eso se está yendo por el sumidero.
El mejor homenaje, como siempre, será volver a ver sus películas. Yo me quedo con 'Los tres días del Cóndor' y 'Tal como eramos'.
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