Del director

Los ojos de todos

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Martes, 2 de septiembre 2025, 22:42

El pasado lunes, a instancias de una compañera de la casa, en la Redacción de CANARIAS7 se guardó un minuto de silencio por los periodistas ... caídos en Gaza. Fue una acción en sintonía con lo que Reporteros sin Fronteras y otras entidades están promoviendo para que no caiga en el olvido lo que está sucediendo allí, donde la prensa es blanco preferente, y que es un calco de lo que ha pasado en otros conflictos bélicos.

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Los periodistas no somos en el centro de las noticias y cuando alguien juega a serlo, se equivoca de profesión. Estamos para contar lo que sucede, pero si alguien se empeña en que no lo hagamos, razón de más para relatarlo. Y en Gaza, ya no es que se impida el libre ejercicio del periodismo,es que hacerlo supone poner el riesgo lo más valioso del ser humano: su propia vida.

Dice el refranero que cuando los ojos no ven, el corazón no siente. Ya la prensa nos toca ser los ojos del resto de la sociedad, de manera que si nos quitan de enmedio, no habrá manera de sensibilizarse con las injusticias que se cometen. Esto vale sea cual sea la bandera de quien dispara. Lo digo para que nadie se llame a engaño: escribo esto por lo de Gaza hoy, como por la de Ucrania también hoy, y haría lo mismo si quienes disparan son otros.

Ocurre, por si fuera poco, que no hablamos de 'daños colaterales', aquella odiosa expresión que se hizo popular durante la Guerra del Golfo. Muchos de los periodistas muertos en Gaza no fueron víctimas de la mala suerte de estar situados al lado de donde cayó una bomba o donde se cruzó una bala que iba buscando otro objetivo:se disparó contra ellos intencionadamente, buscando precisamente cerrar sus ojos y con ello condenar a la ceguera al resto de la humanidad.

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En estos tiempos tan atropellados que nos toca vivir, donde la información batalla a diario contra la desinformación, no podemos permanecer al margen del riesgo que suponer quitar importancia al ejercicio de liquidación de la prensa porque incomoda. No es que seamos más importantes que ninguna otra profesión, pero sí que se nos persigue porque la democracia flaquea cuando faltamos.

Un minuto de silencio es una gota en el océano pero fueron sesenta segundos para recordar a los que fueron apartados y, sobre todo, para tener muy presente el motivo de sus muertes. Con cada uno de los caídos se va una vida y queda el dolor de sus familiares y seres queridos, pero también se va algo de todos. Esos ojos que ya no podrán contarnos lo que pasa eran también los nuestros. Los de todos.

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