Ya puede verse en Movistar el documental 'Riefensthal', centrado en la obra -y no tanto en la vida- de Leni Riefensthal, la cineasta de referencia ... del nazismo, que al acabar la Segunda Guerra Mundial fue investigada por su colaboración con el régimen de Adolf Hitler y que pasó el resto de su vida reivindicando la valía artística de sus documentales y negando el colaboracionismo del que era acusada.
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El documental ha sido aclamado por unos y criticado por otros. Los primeros sobresalen el intenso trabajo de investigación y la capacidad para ir articulando un retrato del personaje a partir de mucho material grabado, mientras que los críticos se quedan con que no termina de resolver la duda sobre si Riefensthal era o no una nazi en toda regla. A esas críticas se añaden las de la duración de la película, pero en esto quizás convenga una advertencia para el posible espectador: no es un documental de relato cronológico de la vida de la cineasta, sino una película en la que hay también un poso artístico propio. A unos gustará por eso mismo y a otros quizás les costará entrar en el relato precisamente por ese empeño.
Como apasionado del cine y como curioso de la historia y en especial de los personajes controvertidos, me quedo precisamente con la capacidad del documental para generar la duda. 'Riefensthal' no responde con claridad a la pregunta de si ella fue una nazi o sencillamente no sabía lo que estaba pasando en Alemania y solo se limitaba a cumplir con profesionalidad ante los encargos que recibía. Lo que hace el amplio equipo que hay tras 'Riefensthal' es mostrar todas las cartas y que el espectador, al acabar la partida, haga su particular apuesta. Y lo hace insistiendo en unas imágenes que acaban perturbando: las de las sonrisas o los enfados de la directora cada vez que le volvían a preguntar en una entrevista por su colaboración con el régimen de terror que instauró Hitler.
Visto ahora el documental, otro de los valores está en la reflexión sobre el papel de las sociedades que callan o miran para otro lado. Esa ciudadanía que dice que no sabía, que no oía, que no veía... en tiempos en los que desaparecían unos, se llevaban a otros y las casas se iban vaciando para que las ocupasen unos terceros. Y para más inri, cada vez que Leni Riefensthal defendía su inocencia en una entrevista -pese a vivir a cuerpo de reina a la sombra del régimen nazi y de otras evidencias de que sí era conocedora del trato a los judíos y los gitanos, entre otros-, recibía un aluvión de felicitaciones de compatriotas que se sentían identificados con ella.
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