La vida de la fotoperiodista y también modelo Lee Miller ha dado para, al menos, un documental ('Lee Miller: musa y corresponsal de guerra') muy ... recomendable y una película ('Lee') algo menos recomendable. El 'biopic', con Kate Winslet encarnando a la británica, es bastante previsible y le falta el toque de atrevimiento que tuvo la vida de Miller.
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Estamos hablando de una fotógrafa profesional que pasó del mundo de la moda a la primera línea de combate. En la Segunda Guerra Mundial consiguió colarse como periodista acreditada en el frente, tras el desembarco de Normandía, y para la historia quedan sus reportajes de las victorias aliadas sobre los alemanes, los horrores del exterminio en los campos de concentración y la icónica foto de ella misma en la bañera de la residencia que ocupó Adolf Hitler. Quedó tan marcada por los horrores que vivió e inmortalizó con su cámara y por la censura que sufrieron muchas de esas imágenes a su vuelta a Londres, que dejó el mundanal ruido de la prensa y se aisló en una casa de campo donde, de paso, se entregó al alcohol para huir de las penas. Fue en esa casa donde su hijo Anthony encontró montañas de cajas con negativos y fotos que ella tomó a lo largo de su vida, con el añadido de que él desconocía a qué se había dedicado su madre.
Si Lee Miller estuviese viva en este siglo XXI, seguramente estaríamos viendo fotos suyas de Ucrania y de Gaza. O de las muchas guerras olvidadas que persisten mientras aquí seguimos preocupados por los aranceles de Donald Trump. Es más, quizás tendríamos a Lee Miller a pie de muelle en las costas canarias esperando la llegada de pateras y cayucos, mientras otros hacen guardia en Ibiza en busca de las vacaciones de los famosos. A fin de cuentas, de todo hay en la viña del señor de la prensa...
En aquella Segunda Guerra Mundial que Miller y otros tantos retrataron se disparaba a mansalva. Los periodistas iban al frente y ya entonces se ordenaba un poco su presencia, aunque evidentemente corrían riesgos. Décadas después, cuando la Guerra del Golfo, se inventó lo del 'periodista empotrado', que no era otra cosa que ir acompañado de militares, pertrechado con casco y chaleco antibalas, y con un cartel que ponía 'Prensa', pero que en ningún caso evitaba el riesgo de una bomba, un misil o la bala de un francotirador.
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Ahora, por desgracia, ya se apunta y dispara a la prensa. Lo acabamos de ver en Gaza pero también sucede en otros conflictos en los que ya no queda quien los enseñe. Razón de más para que hagan falta más Lee Miller. Vean el documental y, como mal menor, la película.
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