Del director

Esperando por el taxi

Hay que incluir en la reflexión el coste del servicio entre la capital y el aeropuerto, o viceversa

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 1 de diciembre 2024, 23:14

Ahora que el sector del transporte vive momentos complejos, con paros y amenazas de más movilizaciones, no está de más que el Cabildo grancanario, los ... ayuntamientos y los profesionales del volante le den una vuelta a lo que está sucediendo con demasiada frecuencia con los taxis en varios municipios, pero sobre todo en la capital.

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Los números decían no hace mucho que sobraban licencias de taxi y los profesionales reclamaban de manera insistente subidas en las tarifas argumentando que el negocio era insostenible. Lo realmente insostenible es que quienes reclaman los servicios de un taxi se queden compuestos y sin conductor. Unas veces porque nadie atiende a la centralita telefónica, otras porque pasa el tiempo en exceso hasta que hay respuesta y muchas veces porque la contestación es que no hay unidades disponibles.

Sobre esto último, un apunte que revela el grado de picaresca reinante: si quien llama dice que necesita un servicio para ir al aeropuerto, acabará encontrando muy pronto un coche disponible; si por contra explica que es para un desplazamiento más corto, lo más probable es que la respuesta sea negativa.

Una ciudad que es capital de provincia y de isla, que presume además de un potencial turístico indiscutible y con más de 300.000 habitantes de derecho, precisa de un servicio de transporte por carretera en condiciones. Dejo para otra entrega las condiciones del interior de algunos taxis, porque teóricamente hay una labor fiscalizadora por parte del Ayuntamiento, pero debe ser que los inspectores de turno están de vacaciones o de baja médica permanente, pues de otra forma no se explica.

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Lo que sí hay que incluir en la reflexión es el coste del servicio entre la capital y el aeropuerto, o viceversa. A día de hoy es más caro ir por carretera en taxi entre Las Palmas de Gran Canaria y el aeropuerto que volar entre Gran Canaria y Tenerife. Es más, en muchas ocasiones es el doble de caro.

Si el sector no abre los ojos y se apunta a corregir estos defectos, acabará dando la razón a los que se preguntan por qué el Cabildo de Gran Canaria se aferra al veto frontal a las empresas que ofrecen servicios tipo Uber o Cabify. En Madrid la guerra entre esas compañías y los taxistas tradicionales fue intensa e incluso cruenta, pero los últimos asumieron que se quedaban sin argumentos y ya hay una convivencia e incluso una colaboración.

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¿Por qué aquí no? ¿Y por qué no se corrigen las deficiencias?

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