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Del director

La X de la ecuación

Según González, la clave es que Hamás no entrega a los rehenes

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 24 de septiembre 2025, 23:56

Los políticos que no aciertan a entender que cada cosa tiene su ciclo y que, cuando este acaba, lo mejor es irse con discreción, acaban ... siendo cansinos o produciendo cierta pena. Es más o menos lo que pasa con Felipe González y José María Aznar, que estuvieron en su día en las antípodas ideológicas y que ahora, pasadas las décadas desde su enfrentamiento feroz, han acabado coincidiendo en muchos postulados. Para rizar el rizo, solo falta que Aznar comparezca un día en rueda de prensa y en lugar de aquel «¡Márchese, señor González!», que le espetó un buen día desde la tribuna del Congreso, grite a los cuatro vientos «¡Vuelva, señor González!». Sobra decir que el milagro del emparejamiento ideológico entre los expresidentes es obra y gracia de Pedro Sánchez, que ha tenido la extraña virtud de hacer enemigos incluso entre los suyos.

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En los últimos días, González ha terciado en el asunto del conflicto en Gaza. Estamos hablando de un expresidente convertido casi en tertuliano de las mañanas de Ana Rosa, de estos que lo mismo opinan sobre el conflicto entre Israel y Hamás que de las pulseras de los maltratadores o los bailes de Bárbara Rey en el concurso de Telecinco.

Según González, la clave del asunto es que Hamás no entrega a los rehenes, pues si lo hiciera se acabaría la ofensiva de Israel y nos ahorraríamos muchos muertos. Es evidente que el detonante del conflicto fue el operativo a gran escala realizado por el grupo terrorista con el apoyo de varias cancillerías, entre ellas Irán. Pero el planteamiento de González chirría no tanto por lo que dice sino por el pasado de quien lo propone. Estamos hablando del presidente al que no se le ocurrió bombardear el País Vasco en los años más duros del terrorismo etarra, que es más o menos la comparación entre lo de entonces y lo de ahora en Gaza. Y estamos hablando del presidente bajo cuyo mandato nació un grupo terrorista que se alimentó de fondos del Estado, que terminó con un ministro y un secretario de Estado entre rejas y con el propio González en las puertas del pena repartiendo abrazos a los condenados. Solo por esto último, el expresidente debería haberse jubilado de las mesas opinativas al salir de La Moncloa. O al menos al abandonar los consejos de administración donde estuvo tras su paso por la política.

Por supuesto que hay que presionar a Hamás y por supuesto que sus acciones terroristas no tienen defensa, pero no creo que Israel precise de arietes como González. No aporta a la causa y solo contribuye a que le recuerden lo peor de su pasado:aquella X de la ecuación sin despejar.

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