El recuerdo de Rabin y Arafat. Oviedo acogió el pasado viernes la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias, un evento marcado este ... año por la sencillez, combinada con glamur, que derrochó en la gala y en los días previos la actriz Meryl Streep. Del evento en sí, muchos se quedaron con lo que quiso decir el rey Felipe VI cuando puso en valor los avances de toda sociedad que se decanta por la unidad de sus integrantes. Para muchos fue una velada alusión a las exigencias de los independentistas de Cataluña, con la amnistía sobre la mesa, pero tanto si fue así como si no, no parece que vaya a influir el discurso real en los planteamientos de Junts y ERC. Personalmente me quedo con el recordatorio que hizo el monarca al premio concedido a mitad de los años 90 al entonces primer ministro de Israel, Isaac Rabin, y al que fuera presidente de la Autoridad Nacional Palestina y líder de la OLP, Yasir Arafat. El galardón en la categoría de Cooperación Internacional fue la antesala del Nobel de la Paz y entonces pensamos muchos (cosas de ingenuidad) que se habían sentado las bases para la convivencia en la zona. Ahora comprobamos que no, pero en todo caso vino bien el recordatorio porque puso en valor cómo, cuando se quiere, se pasa página y se mira al frente. Lo digo porque Arafat fue durante años el líder de una organización terrorista y se puso precio a su cabeza. Estos ejercicios de memoria confirman que en ocasiones las personas sí son relevantes para marcar un antes y un después. Una pena que hoy sean otros los actores.
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El tiempo sigue pasando y la investidura, sin fecha. Se lo está tomando con calma Pedro Sánchez, que ha aprovechado el conflicto entre Israel y Hamás para profundizar en su vertiente internacional pese a que sigue siendo un presidente en funciones. El debate de investidura sigue sin fecha y ya se da por hecho que será, como pronto, en noviembre y más cerca que lejos del día límite. Para calmar los nervios, sobre todo en las filas socialistas, este fin de semana se empezó a filtrar que el PSOE y Sumar podrían escenificar en breve su acuerdo, aunque siempre con la incógnita de qué hará Podemos, un partido instalado en una deriva reivindicativa que suena bastante a pataleta infantil. Cada día que pasa sin concretarse la fecha de investidura, da la sensación de que Sánchez está más debilitado y Puigdemont más exigente. Pero a ver cuándo encuentra el expresidente de la Generalitat una oportunidad como esta para volver de Waterloo sin sentarse en el banquillo.
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