La ciudad de Santander acoge este viernes la reunión de la Conferencia de Presidentes, un foro en el que Pedro Sánchez y los jefes de ... los ejecutivos autonómicos hablarán de soluciones problema de vivienda, la crisis migratoria, la financiación de las regiones y la escasez de personal sanitario. Un orden del día que daría, si se lo tomasen en serio y hubiese ánimo constructivo, para media docena de reuniones adicionales.
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Es evidente que estamos ante una cita condenada al fracaso. En el marco de polarización en que vivimos, al presidente Sánchez le interesa presentar a los líderes autonómicos -con notable mayoría del PP entre ellos- como poco dados al diálogo, mientras que los populares dibujarán a Sánchez como un líder autoritario.
Pero más allá de las caricaturas, la Conferencia de Presidentes es un foro a valorar y, sobre todo, a mimar.
Fue el presidente José Luis Rodríguez Zapatero quien lo constituyó a comienzos de siglo y también fue el primero en dejarlo aparcado. Mariano Rajoy fue bastante reacio a convocarlo y Pedro Sánchez lo hizo con algo de mayor frecuencia ante la pandemia, para poco a poco contagiarse de la alergia de sus predecesores a las reuniones. Quizás parte del fallo estriba en el hecho de que es un órgano sin reglar y que solo tiene un carácter consultivo, pues no compromete al inquilino de la Moncloa ni a sus homólogos regionales.
En países más descentralizados, como Suiza y Alemania, estas conferencias son habituales, con al menos una al año. En esta España autonómica, debería copiarse el ejemplo de esos estados. Si de verdad creemos en la cogobernanza y en la responsabilidad compartida, los líderes regionales y el presidente del Gobierno deberían compartir mesa y mantel con más frecuencia. Como mínimo, deberían hacerlo antes de la presentación en el Congreso del proyecto de ley presupuestario, que marca las directrices del Estado y, por tanto, también de las autonomías.
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Al encuentro en Santander irá Fernando Clavijo, presidente de Canarias, en busca de respuestas a la crisis migratoria. Tras el fracaso de la última reunión entre el Gobierno central, el PP y los presidentes d e Ceuta y Canarias, resulta de lo más oportuno que Clavijo mire a la cara a sus homólogos y pida explicaciones por la insolidaridad con estas islas. Todo ello con especial atención en esas autonomías que saben perfectamente qué es un repunte migratorio, porque lo han padecido hasta hace poco, y porque cuando precisaron de colaboración, la recibieron.
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