Jardines de muerte. Montañas de vida
Y frente a la ciudad a la que metafórica y simbólicamente se deja morir en un jardín, la isla o islas que se aferran a la vida, no sólo a través de su litoral y sus costas, sino también a través de sus montañas
La paradoja de Fermi plantea la singular contradicción entre las estimaciones que afirman que hay una alta probabilidad de que existan otras civilizaciones inteligentes en ... el universo observable frente a, por otro lado, la ausencia de evidencia de dichas civilizaciones.
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Enrico Fermi (1901-1954) fue un físico italiano conocido por sus aportaciones al desarrollo del primer reactor nuclear, y por su contribución al desarrollo de la teoría cuántica, la física nuclear y de partículas, y la mecánica estadística.
Para los no entendidos o 'dummies' en la materia –entre los que me incluyo-, la teoría cuántica es la rama de la Física que trata de explicar los fenómenos que acontecen a escala atómica (ese extremadamente ínfimo tamaño de los átomos) o, incluso, a escalas mucho más pequeñas. Mientras que, por su parte, la física nuclear estudia la estructura, composición y fuerzas que unen a los átomos.
A su vez, gracias a la mecánica estadística, esos casi invisibles fenómenos atómicos y leyes microscópicas de la Física se pueden convertir en una descripción de la naturaleza a escala macroscópica. Es decir, a tamaño observable y medible a simple vista o con instrumentos sencillos.
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De lo anteriormente expuesto, y conforme a lo que nos resulta fácilmente observable y medible en nuestras realidades más próximas con solo levantar la cabeza del suelo, es obvio que necesitamos a un Enrico que, en escala descendente de lo sideral a lo isleño, nos explique esa suerte de paradoja de Fermi que acontece en Canarias en paralelo a la original acerca de la vida o no extraterrestre.
Montaña –en similitud a monte- se define como una gran elevación del terreno cubierta de árboles, hierba, arbustos, matas, …Todo asociado a aire libre, puro, oxígeno, naturaleza, vida, libertad, cielos limpios, ancestros, estrellas, …
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Jardín pivota sobre la base de un terreno en el que se cultivan plantas con fines ornamentales o, en su caso, con fines de estudios botánicos. En nuestro imaginario un espacio bello, cuidado, relajante, aromático, …
En fechas recientes la nota pésima y lamentable (y por tanto paradoja) en torno al término 'jardín' se refiere a la localización casual -por parte de un vecino de Las Palmas de Gran Canaria- del cadáver de una persona que se estima llevaba unos días fallecida en los otrora lustrosos jardines del Paseo de Chil. Menos mal que fue un adulto, y no un menor, quien se topó con la dantesca escena.
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Unos maravillosos jardines que, en la primera etapa de mi infancia a finales de los 70, recuerdo como si fuera ayer daban brío y orgullo a la novena ciudad de España, conectando Ciudad Alta con Ciudad Jardin a través de la loma que distanciaba la iglesia coreana próxima al complejo deportivo del López Socas, con el parque Doramas junto al Hotel Santa Catalina.
Unos jardines de los que la Fedac, el Fondo para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía Canaria, guarda alguna que otra imagen fotográfica e iconográfica de aquellos años espléndidos de los jardines Rubió en particular (nombre oficial, en honor al arquitecto, urbanista y diseñador de espacios verdes que los había proyectado, Nicolás María Rubió Tudurí), así como de toda la ciudad y la isla en general.
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Una ciudad, mi ciudad natal, nuestra ciudad compartida y querida, Las Palmas de Gran Canaria, que no me cansaré de reiterar languidece en todos los sentidos como consecuencia de una pésima e inexplicable gestión municipal durante la última década 2015-2025 por parte de las fuerzas políticas de la izquierda presentes en el término municipal capitalino y que dicen ser 'de progreso'.
Un singular 'progreso' que desgraciadamente desemboca en esa persona fallecida entre matorrales durante años abandonados. Apuntando los primeros indicios a una persona indigente y sin hogar, por supuesto no responsabilidad municipal en cuanto al óbito en sí mismo, puede que por causas naturales.
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Pero sí en cuanto a la inatención ya enquistada en la ciudad respecto a espacios e infraestructuras públicas diversos y a personas necesitadas y ciudadanía en general en cuanto a esos servicios públicos y fundamentales que Maslow referiría se encuentran en la base estratégica de su pirámide de necesidades organizadas jerárquicamente.
Por lo que a nadie extraña la reciente y excepcional alianza vecinal conformada por más de 40 asociaciones de vecinos procedentes de los cinco distritos y 122 barrios capitalinos que, bajo el lema 'Otra forma de hacer Las Palmas', pone ya negro sobre blanco acerca de las múltiples deficiencias a la vez que necesidades capitalinas en términos de limpieza, asfaltado, seguridad, accesibilidad, vivienda,…
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Y frente a la ciudad a la que metafórica y simbólicamente se deja morir en un jardín, la isla o islas que se aferran a la vida, no sólo a través de su litoral y sus costas, sino también a través de sus montañas.
Esas montañas vinculadas, por ejemplo, en lo social y económico -y hasta ayer mismo-, al fenómeno de despoblación de nuestros pueblos más tradicionales en esa Canarias vaciada no deseada. Pero que sin duda conservan el potencial real para capacitarnos como referencia global no sólo en lo que a nuestro principal motor económico se refiere, el turismo.
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Montañas como las que configuran Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, Patrimonio Cultural de la Humanidad de la Unesco desde julio de 2019. Con el especial atractivo de ese templo astronómico lunisolar generador de un haz de luz que ilumina grabados rupestres de nuestros primeros pobladores, y que se considera era utilizado también como calendario.
Montañas como las de los Riscos de Tirajana, Inagua o Pilancones, entre otras, bien respetados y avenidos testigos cómplices de uno de los mayores proyectos revolucionarios globales de ingeniería técnica que va ya tomando cuerpo en Gran Canaria -y por extensión, en Canarias- en materia tanto de producción y de almacenamiento de energías renovables, como a la vez que de regeneración paisajística y de apoyo hídrico fundamental a nuestro sector primario: Salto de Chira.
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Montañas como las del Roque de los Muchachos, en La Palma, donde nuestro internacionalmente prestigioso Instituto Astrofísico de Canarias lleva años presente a través del Observatorio astronómico del mismo nombre que da nombre a la cumbre palmera en la que se ubica. Y en la que siguen estando puestas todas las miradas ante la posibilidad aún no desechada de que acabe convirtiéndose también en el lugar de emplazamiento del conocido como Telescopio de Treinta Metros (T.M.T.), uno de los mayores telescopios del mundo inicialmente proyectado en la montaña de Mauna Kea, el punto más alto de Hawaii.
Pero que, tanto por los motivos que tuve la oportunidad de exponer en un anterior artículo titulado 'TMT: Tomates, Turistas y Telescopios' (precisamente al poco de la designación de Risco Caído como Patrimonio de la Unesco); como ahora por los recortes económicos establecidos por Donald Trump que ha llevado a la Fundación Nacional de Ciencias de EEUU a cancelar la financiación necesaria para el TMT en Hawaii, podría suceder que se acabara construyendo en Canarias. Con lo que ello supondría, en beneficios de toda índole, para La Palma y para Canarias.
Radicando pues, en todo ello, el paralelismo hoy propuesto respecto a la paradoja de Fermi. El de unos jardines abandonados por la desidia a los que, sacando partido del conocimiento proporcionado a través de los años por el Festival Internacional de Música de Canarias, bien podría asignárseles la marcha fúnebre en si bemol menor de Chopin. O el de unas montañas a las que sin duda vincular a la novena sinfonía en Re mayor para coro y orquesta de Beethoven. La del 'Himno a la Alegría'.
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