Casado volvió al centro

Del director ·

Empezó a cavar su tumba el día que contestó a Abascal en la moción de censura

Miércoles, 23 de febrero 2022, 23:39

Tras una situación plagada de mezquindades e indignidades, Pablo Casado se fue ayer de una manera muy digna. Tenía asignada pregunta al presidente del Gobierno en la sesión de control, en el Congreso, y allí fue el hombre a realizar su último servicio al partido. Pero también a la política en sentido amplio, esto es, la buena política. Una ausencia habría sido interpretada como un acto de cobardía, de manera que tenía mucho mérito, al tiempo que valentía, dar la cara y despedirse en la plaza pública. Quizás no para salir por la puerta grande, porque la realidad es que los suyos lo han tirado por la ventana, pero al menos se va demostrando que tenía una forma de entender la política que ojalá fuera compartida por todos. Claro que en gran medida el problema fue que él se apartó últimamente de lo que ayer dijo que eran sus principios.

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Casado mostró en el Congreso su cara más centrista. Fue precisamente con ese rostro como llegó a la presidencia del partido, donde fue aupado por una mezcla de intereses que tenía un denominador común: el deseo de que Soraya Sáenz de Santamaría no fuera la sucesora de Mariano Rajoy. Conviene recordar esto, porque con Casado sucedió entonces algo similar a lo que decían en tiempos del pulso entre Susana Díaz y Pedro Sánchez y que salía de quienes se movían entre bambalinas para controlar el partido: «Este chico no vale, pero para frenar a Susana sí que nos vale». Y así fue con Casado: la auparon los de Aguirre, los ministros que se consideraban víctimas de Soraya Sáenz de Santamaría, los barones que preferían a alguien que creían que podía ser domesticable, y finalmente María Dolores de Cospedal cuando se dio cuenta de que los números no le salían.

Aquel Pablo Casado que parecía centrista lo demostró, con gesto firme, cuando se desmarcó de Vox y de su líder, Santiago Abascal, en la moción de censura del partido de ultraderecha. Quizás fue ahí cuando empezó a cavar su tumba, pues creo que algunos de los que lo apoyaron empezaron a sospechar que «este chico no vale», pero no por falta de méritos, sino porque empezaron a ver que se sentía presidente del partido. Y una cosa es que te regalen el puesto y otra que los promotores del regalo dejen que te lo creas.

Más recientemente, el mayor error de Casado fue no darse cuenta de que Isabel Díaz Ayuso se ha convertido en la reina de la sabana y que nadie puede toser a su lado. Ese fue el principio del fin.

Ahora vendrá Feijóo, pero el dinosaurio sigue ahí, en Sol. Como en el microcuento.

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