La mirada que pintó la isla: cien años de Alonso Quesada
En un tiempo que corre sin pausa, sus palabras nos devuelven la calma y la conciencia
Hay miradas que transforman lo que tocan. La de Rafael Romero Quesada (1886-1925) fue una de ellas. Supo detener el tiempo en medio de ... la prisa y descubrir, entre la niebla de lo cotidiano, la hondura del alma canaria. Su escritura no fue solo un ejercicio de estilo, sino una forma de pintar -con palabras- el paisaje moral y sentimental de una tierra que aún aprende a reconocerse en su reflejo.
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Poeta, dramaturgo, narrador y periodista, conocido como Alonso Quesada, fue una de las voces más singulares de la literatura canaria del siglo XX. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, su vida estuvo marcada por la enfermedad, la ironía y una profunda sensibilidad hacia la naturaleza y la condición humana.
Autor de obras como 'El lino de los sueños' (1915), 'Banana Warehouse' (1916) o 'Los caminos dispersos' (1944) supo reflejar el alma del isleño que observa el mundo desde el borde del océano. Su relación con la colonia británica, fruto de su trabajo en la Casa Elder y en el Bank of British West Africa, inspiró obras memorables como 'Smoking-Room' (1949) o 'Las inquietudes del Hall' (1972), donde el humor y la crítica social revelan el contraste entre lo inglés y lo canario.
Quesada fue, ante todo, un cronista del alma urbana. En sus 'Crónicas de la ciudad y de la noche' (1919) retrató con ternura y melancolía a una sociedad que comenzaba a modernizarse sin perder su esencia. Sus textos, escritos con una prosa poética, se detienen en lo aparentemente insignificante: una tartana olvidada, una esquina desierta, una voz en la sombra.
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Su teatro, con títulos como 'La Umbría' (1922) o 'Llanura' (1919) explora el vínculo entre el paisaje y la emoción humana. En ellos, el mar y la enfermedad dialogan con la esperanza y la belleza. Poeta de lo frágil y cronista de lo cotidiano, Alonso Quesada sigue siendo un referente de la canariedad culta y sentimental.
Hoy, al cumplirse cien años de su muerte, recordamos que la literatura de Alonso Quesada no envejece. Nos sigue enseñando a mirar, a detenernos, a reconocer la belleza de lo efímero. En un tiempo que corre sin pausa, sus palabras nos devuelven la calma y la conciencia. Desde su muerte, seguimos brindando por la vida que nos dejó en cada verso.
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