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Durante la democracia, España ha presumido de bipartidismo imperfecto. Dos grandes partidos se hacían con la mayoría de los votos y los escaños y otros pequeños, pero con una importante implantación en territorios periféricos (los nacionalistas), lograban representación y apoyaban la gobernabilidad, si hacía falta. Pero desde 2014, el sistema era cada vez menos bipartidista y cada vez más imperfecto.
La irrupción de nuevas formaciones, primero Podemos y Ciudadanos y luego Vox, amenazó con llevarse por delante esta estructura, que se sustentaba en que la suma de PP y PSOE superara el 60% de los sufragios; por debajo de esa cifra, el miedo. Tras tocar un mínimo del 35% en las generales de abril del 2019, el bipartidismo parece recuperar el pulso. Este domingo, PP y PSOE sumaron se quedaron a pocas décimas del 60%. Este es un repaso por el bipartidismo español desde 2011:
La crisis económica y la corrupción golpeaban duro al país, y en las europeas del 2014 los dos grandes partidos se marcaron como objetivo sumar más del 60% de los votos. No lo consiguieron, entre otras cosas, por la irrupción de una formación política cuyo líder se había bregado en el 15M y en los platos de televisión.
El Podemos primigenio de Pablo Iglesias logró el 7,97% de los votos y otros partidos, como Izquierda Unida (10%), UPyD (6,5%) y Ciudadanos (3,17%), que por primera vez salía Cataluña, obtuvieron notables registros. La suma de PP (26,08%) y PSOE (23%), el 49,08%, se quedó por debajo del 60%, lo que no había ocurrido nunca antes en la democracia. Al bipartidismo le acababa de salir una brecha.
Los grandes partidos no levantaron cabeza. El PP (27,05%) y el PSOE (25,02%) apenas lograron convencer juntos a la mitad de los electores.
En unos comicios en los que Podemos no participó, Ciudadanos (6,55%) se convirtió en la tercera fuerza e Izquierda Unida (4,72%), en la cuarta.
El voto de castigo a los grandes partidos en los dos anteriores comicios tenía que corroborarse en unas elecciones de primer orden, y así ocurrió. En las generales del 2015, el PP se quedó en el 28,72% de los votos y el PSOE, en el 22,01%: un paupérrimo 50,73% entre los dos.
De hecho, a los socialistas les salió un gran rival a su izquierda, Podemos, que con el 20,66% de los sufragios estuvo a punto de protagonizar un sorpaso histórico. Y mientras, el PP también empezó a mirar con prevención su espacio político, donde Ciudadanos había crecido hasta el 13,93%.
España entró en un primer ciclo de inestabilidad que llevó a una repetición electoral. En ella, los grandes partidos intentaron concentrar el voto y lo consiguieron mínimamente. El PP subió al 33,03% de los votos y el PSOE, al 22,66%.
Entre ambos sumaron el 55,69%, el mejor resultado desde 2011, y frenaron el crecimiento que hasta entonces habían tenido Podemos y Ciudadanos.
El 2 junio de 2018, una moción de censura se llevó por delante el Gobierno de Mariano Rajoy y encumbró como presidente a Pedro Sánchez. Menos de un año después los españoles volvieron a ser llamados a las urnas y el bipartidismo ya se resquebrajó completamente.
Ganó el PSOE con el 28,68% de los votos y el PP se hundió hasta su mínimo de la historia, con el 16,7%. Entre ambos sumaron el 35,38% de los sufragios, apenas uno de cada tres electores, el registro mínimo de la democracia. En estos comicios Ciudadanos logró su mejor resultado, Podemos cayó y surgió Vox.
Solo un mes más tarde, las urnas se abrieron, por partida doble, para las municipales y las europeas, y el bipartidismo respiró, pero muy lejos aún de sus cifras históricas. En las municipales el PSOE alcanzó el 29,26% de los votos y el PP, el 22,23% (51,49% entre los dos). Todavía sumaron algo más en las europeas: 32,84% para el PSOE y 20,13% para el PP (52,97% en total).
Los dos grandes partidos todavía sumaron algo más en las europeas, que se celebraron a la vez: 32,84% para el PSOE y 20,13% para el PP (52,97% en total).
Segunda repetición de las elecciones generales en cuatro años y nuevo batacazo del bipartidismo. Sánchez, que quería mejorar los resultados del PSOE para gobernar sin ataduras, volvió a caer y se quedó en el 28% de los votos.
El PP, eso sí, recuperó algo de aliento y llegó al 20,82%. Pero entre los dos partidos solo sumaron el 48,82% de los votos.
Por primera vez en más de una década, el bipartidismo pareció resucitar el pasado domingo. El PP logró el 31,53% de los votos y el PSOE, el 28,12%. La unión de ambos llegó al 59,65% de los sufragios, rozando la simbólica cifra del 60%, que en 2014 se consideraba como un mínimo y ahora se ve como un éxito.
Si a ese guarismo se le suma el 0,36% de Unión del Pueblo Navarro (UPN), que en comicios previos había acudido junto al PP, el bipartidismo habría llegado al 60,01% de los sufragios, un cinco pelado que, visto lo ocurrido en los últimos 12 años y atendidos los augurios que preveían un derrumbe del sistema, suena a gran resultado.
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