Borrar
Luis Medina testifica en abril en los juzgados de Madrid, (abajo) el empresario San Chi Choon. R.C.
Esperando a San Chin Choon

Esperando a San Chin Choon

Medina y Luceño fían su suerte a la colaboración del proveedor malayo del material sanitario a Madrid antes de enfilar el banquillo. «Es una declaración crucial», dicen

Mateo Balín

Madrid

Domingo, 24 de julio 2022

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El escritor irlandés Samuel Beckett escribió en los años 40 del pasado siglo una de las obras maestras del teatro del absurdo: 'Esperando a Godot'. Una trama dividida en dos actos en la que los vagabundos Vladimir y Estragon esperan junto a un camino la llegada de Godot. Un personaje que no llega a aparecer y cuya imagen simboliza el tedio y la carencia de la vida humana; el existencialismo del hombre en un contexto de conflicto bélico mundial.

Estableciendo un paralelismo con la actual pandemia, donde la corriente existencialista ha vuelto a irrumpir por la covid, dos actores más próximos al poder político que al inframundo de Vladimir y Estragon se han erigido en protagonistas de esta grave crisis sanitaria: Luis Medina y Alberto Luceño.

Ambos son los comisionistas que contrataron con el Ayuntamiento de Madrid en plena primera ola, en marzo de 2020, para suministrarle material sanitario. Los empresarios que están investigados por estafa, falsedad documental y blanqueo de capitales. A Medina le imputan además alzamiento de bienes por llevarse seis millones de euros «'pa la saca'» –Luceño dixit– por un contrato cercano a los 12 millones. Una operación redonda en plena penuria de material para protegerse contra el virus y evitar la letal infección.

Si los vagabundos de Beckett esperaron en vano a Godot, Medina y Luceño siguen aguardando a su otro dios de sonoro nombre: San Chin Choon. El empresario malayo, director ejecutivo de la mercantil Leno, fue el proveedor de las mascarillas chinas, los guantes (defectuosos que fueron devueltos) y los test de contraste de baja fiabilidad. Una persona que sí existe pese a las dudas iniciales, aunque de momento no ha hecho acto de presencia para tratar de sacar del atolladero judicial a sus comerciales en España.

Medina y Luceño siguen esperando su aparición desde que la Fiscalía Anticorrupción abrió diligencias penales en noviembre de 2020 y presentó una querella por estos hechos en abril pasado en los juzgados ordinarios de Madrid. Una colaboración en forma de testifical que fue reclamada por el fiscal Luis Rodríguez Sol en mayo de 2021 a las autoridades malayas, pero que no ha tenido respuesta de momento. Todo pese a que Luceño prometió al juez que San Chin Choon colaboraría y aclararía las sospechas sobre la presunta estafa al consistorio dirigido por el alcalde de los populares José Luis Martínez-Almeida.

Y es que en la mano del empresario malayo está el futuro procesal de los investigados. No quiere decir que vayan a evitar el juicio, que parece más cercano por los indicios que viene recogiendo el magistrado Adolfo Carretero en sus autos y tras sus contundentes interrogatorios. Pero su declaración es la última tabla de salvación para rebatir la falsedad documental –Medina y Luceño se presentaron como agentes exclusivos del proveedor asiático– y, por ende, las sospechas de la estafa.

«El contrato está limpio»

En abril, en una entrevista telefónica a la agencia EFE, la foto de San Chin Choon pasó del pasaporte al papel tras afirmar que el contrato con el ayuntamiento fue «limpio» y que su parte «está clara». «Hice todo lo que indicaba el contrato y seguimos los protocolos. Todo tenía mi firma genuina», recalcó. «El año pasado, el Departamento de Investigación de Crímenes Comerciales de Malasia me pidió una entrevista y les di mi respuesta. He tomado juramento en 170 páginas», aseguró.

El empresario afirmó conocer a Luceño desde 2018, pero no a Medina, tras haber hecho negocios previos con el primero en el sector cárnico. El juez destacó entonces la gravedad de los delitos imputados a los españoles por «su enorme trascendencia pública, al ser cometidos en la peor época de la pandemia», y decidió retirar el pasaporte a los comisionistas por el riesgo de fuga y de manipular pruebas con el «pagador de las comisiones», es decir, con San Chin Choon. «Mi parte está clara, la suya (de los españoles) también. Todo es legítimo», defendió el empresario asiático.

Sobre su posible interrogatorio, Luceño reclamó hace pocas semanas al juez que busque alternativas para localizarlo. Sabe que en ello le va la vida. «No debemos aquietarnos a esa aparente negativa inicial», argumentó. No obstante, espera que el citado cuestionario llegue en algún momento. «Mucho nos tememos que pueda haber existido acaso alguna clase de decalaje temporal o, peor, administrativo en la comisión rogatoria. Puede que San Chin Choon haya contestado o puede que lo haya hecho ante una autoridad diferente», plantea el escrito de Luceño, que insiste en que esta declaración es «crucial» para su defensa.

No en vano, el receptor de los cinco millones trata de defender que no hubo estafa y que sus cobros no salieron de inflar los precios del material sanitario, como sostiene Anticorrupción, sino de las condiciones pactadas con San Chin Choon como agente exclusivo de representación de sus productos. A diferencia del Godot de Beckett, este proveedor malayo sí tiene rostro, pero Medina y Luceño continúan esperándole.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios