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Dice el dicho que no hay mal que dure 100 años, pero Taisir Solaiman, un canario de origen palestino y empresario afincado en Gran Canaria, sí lo cree posible. Y no es para menos teniendo en cuenta que, desde que tiene uso de razón, ha visto sufrir a su tierra como consecuencia de la guerra. «Han pasado 75 años y todo sigue igual, o peor. Hoy no soy capaz de ver el final», relata.
Podría decirse que su vida siempre ha estado ligada a este conflicto. Su padre, emigrante de guerra, llegó a Canarias en los años 60 con la esperanza de encontrar un futuro mejor que el que le esperaba en Palestina. «Luego conoció a mi madre y el resto es historia. Aquí se quedó», cuenta el empresario.
«Mi tío fue el primero en llegar a Gran Canaria. Montó una tiendecita en la calle Carvajal y, como le fue bien, se trajo a mi padre», señala. Y así fue como, años más tarde, el negocio pasó a sus manos y ese pequeño local se convirtió en lo que hoy es Comercial Solaiman, la tienda que administra en el barrio de Schamann.
A Solaiman, como al resto de los palestinos que están lejos de su hogar, le ha tocado sufrir el enfrentamiento israelí-palestino desde la distancia. Pero no por ello ha sido más fácil. «No hay palabras para describir lo que están pasando. Su sufrimiento también es el nuestro, porque son nuestra gente», asegura.
Estos palestinos en el exterior padecen otro conflicto: el de la incertidumbre. «Es muy duro saber que tus familiares o amigos se pueden morir en cualquier momento y que muy probablemente no te vayas a enterar», explica. A eso hay que sumarle el sentimiento de impotencia que persigue sin escrúpulos a esta comunidad. «Están matando a los nuestros y no podemos hacer nada desde aquí. Solo esperar noticias, buenas o malas», dice.
A pesar de que están acostumbrados a vivir en una constante tensión, la escalada bélica desatada en el mes de octubre ahondó aún más en su preocupación. Y es que, como respuesta al ataque de Hamás, Israel mantiene sus bombardeos y expandió sus operaciones terrestres en Gaza a pesar de los llamados de múltiples agencias de la ONU para un alto al fuego humanitario. «Lo que está ocurriendo en la Franja es una masacre. Un genocidio total», asevera Taisir Solaiman.
«No hay manera de huir, no hay manera de protegerse. Gaza es una cárcel al aire libre donde la gente espera a que les venga la muerte», explica el empresario, que asegura que tiene amigos en el lugar y que, cuando ha tenido la oportunidad de hablar con ellos, éstos le han narrado los horrores que se están cometiendo allí día tras día. «Entran casa por casa y matan a todos, sin piedad», asegura.
Solaiman revela que lleva tiempo sin poder comunicarse con ellos y que no sabe cuándo podrá hacerlo de nuevo debido a que «Israel ha cortado los suministros de agua y electricidad».
Tampoco ha podido localizar a un joven universitario al que la Comunidad Palestina en Canarias –a la que pertenece– le estaba ayudando a pagar los estudios en Medicina en Gaza. «Llevamos semanas intentando comunicarnos con él, pero no hay manera. Tememos que esté muerto», relata.
La situación de la Franja es desoladora: sin agua, sin luz, sin comida y sin ayuda humanitaria. «No hay futuro. Es un pueblo muerto al que están rematando. Cuando se retire el ejército israelí, los palestinos seguirán muriendo, pero de hambre», manifiesta Solaiman, que no entiende como Israel continúa matando a civiles cuando en su momento dijo que no quería hacerlo.
El empresario confiesa que se le hace imposible seguir las noticias del conflicto porque las imágenes del infierno que está viviendo la población palestina en Gaza le perturban por las noches. «Antes sí lo hacía y me pasaba semanas sin poder dormir bien porque veía a la gente muriéndose en sueños», cuenta.
Sin embargo, insiste en que casi todos los palestinos que conoce en Gran Canaria están pendientes «24 horas al día, mirando dónde han bombardeado y si ha caído cerca de un familiar o un amigo. No sé como lo soportan», dice.
Solaiman explica que, a pesar de todo, se encuentra tranquilo porque su familia está en Cisjordania, donde la situación es más pacífica que en Gaza. «Hablamos con mi tía regularmente. Le pregunto 'titi, ¿cómo están todos?' y me contesta 'aquí, mi niño, lo de todos los días. Hoy mataron a 10 en el pueblo de al lado'. Y me lo cuenta así, como si no pasara nada, porque lo tienen súper normalizado. Y yo me pregunto '¿de verdad una persona puede acostumbrarse a eso?'», comenta.
El empresario asegura que la mayoría de los palestinos ha encontrado en la comunidad canaria comprensión hacia su causa. No obstante, considera que todavía hay personas que rechazan la respuesta de Hamás porque «lo perciben como un grupo terrorista, mientras que para los palestinos son la resistencia».
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Patricia Cabezuelo | Valencia
José A. González, Sara I. Belled y Beatriz de Zúñiga
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