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Cuando a uno le insisten tanto en un lugar hay que hacerle caso a esas señales. Eso me pasaba con La Mexicana, un restaurante ubicado en Vecindario y cuya fama ha ido creciendo de manera exponencial con el paso de los años, desde su apertura en 2016, hasta convertirse, para muchos, en el mejor mexicano de Gran Canaria.
Lo primero que llama la atención es el cuidado y ambientado local con el que cuentan, una sala grande y confortable con diferentes espacios en el que el comensal se siente bastante cómodo. Aquí no nos encontramos con el clásico tex-mex de carta previsible y oferta básica.
«Poco a poco nos fuimos haciendo una buena despensa, contratamos un ingeniero agrónomo, gracias al cual hoy podemos presumir de plantaciones propias de tomatillo verde, los chiles jalapeños, los chiles habaneros, los chiles serranos o los chiles poblanos. Productos fundamentales para el desarrollo de nuestra carta y elaboración de nuevos platos».
La gran culpable de este gran éxito es Ivonne González Cuevas, la copropietaria y chef de La Mexicana junto con Ángel Hernández, copropietario que se encarga de que la sala funcione a buen ritmo. Ivonne, natural de Ciudad de México, quiere trasladar las recetas tradicionales a sus clientes, «reproducidas con el mismo cariño con el que una madre cría a sus hijos».
Lo cierto es que en la carta existe una gran variedad de opciones para conocer, en el caso de los principiantes, o disfrutar de nuevos matices, en el caso de los expertos, lo mejor de la gastronomía mexicana. Sartencitos, tacos, quesadillas, enchiladas o chimichangas conviven en la carta juntos a originales elaboraciones de cuchara, del mar o de carne.
Una buena opción, que fue por la que me decanté, es la de lanzarse a por uno de los tres menús degustación con los que cuentan. El Sinaloa, el Chihuahua o el Rivera Maya, siendo este último el más completo. Con uno de estos menús el comensal que quiera familiarizarse con la cocina de La Mexicana tiene una buena oportunidad para hacerlo y recorrer así algunos de los platos clásicos y más reconocibles de la carta.
El Rivera Maya comienza con un fantástico guacamole con sus totopos. Elaborado en la mesa frente al comensal, le aseguro que este guacamole es francamente bueno y un primer bocado perfecto para iniciar el ilusionante menú. Mientras, la abarrotada sala no para de sacar platos, los comensales parecen felices y el servicio de sala bien entrenado.
Tras ese primer aviso de La Mexicana, toda una declaración de intenciones, unos sabrosos sopes de pollo -también conocidos como pellizcadas-, que son unos círculos de masa que se pellizcan para formarles una barrera a los bordes y rellenar su interior. A su lado, y a modo también de entrante, las flautas de pollo, unos rollitos crujientes de maíz acompañados con la lechuga, el queso, la crema y unos tomatitos picados. Dos bocados más para el disfrute y placer.
Los tacos de cochinita pibil, también presentes en el menú, son sencillamente perfectos. Se saborea autenticidad y cariño en la tortilla y por supuesto un relleno formidable. Es recomendable pedir la variedad de salsas picantes propias con las que cuentan, para darle más vida aún a ese taco y a las quesadillas de chorizo, la otra elaboración que los acompaña en el plato.
En el menú Rivera Maya dejan los célebres nachos para el final, lo que puede parecer extraño pero es un final glorioso. ¡Vaya nachos! Los pedimos de ternera, bien surtidos y coronados por unos jalapeños muy sabrosos. Crema de frijoles, queso fundido, pico de gallo... una explosión de sabores poderosa.
Mientras tanto, una buena jarra de una deliciosa margarita. Aquí no es una granizada ni una burda imitación. La margarita es auténtica, sabe a lo que tiene que saber y es muy divertido ir probando diferentes. Aunque su oferta de licores, cócteles, tequilas y mezcales es bastante generosa. No se entendería la gastronomía mexicana sin esa parte líquida tan respetada.
Un final feliz para celebrar que Gran Canaria cuenta con un fantástico restaurante que en realidad, como ellos mismos afirman, es un trocito de México en la isla. Y eso es algo que debemos aprovechar y disfrutar.
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