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Pocos se imaginan todo lo que puede ofrecer la hermosa capital de la región Altos de Francia. Se trata de una ciudad histórico-artística con un patrimonio cultural y arquitectónico extraordinario. Además, su cercanía a Bélgica (le separan unos 10 kilómetros), a París, Londres o a Ámsterdam, por ejemplo, la convierten en una ciudad base de primer nivel.
Estamos ante la región con la concentración más alta de museos de Francia, además de tener la ciudadela más antigua y mejor conservada del país, por lo que cualquier motivo que busque para conocerla será bueno, y más teniendo en cuenta la conexión directa con Canarias que ofrece la aerolínea Binter.
Lille perteneció durante siglos al condado de Flandes, por lo que la herencia flamenca es patente en muchos aspectos visuales de la capital, incluso en las fusiones de su gastronomía, contando con numerosos restaurantes interesantes, además de una animada vida universitaria, que llena sus calles de eventos, ferias y un ambiente envidiable. Buena muestra de ello lo podemos encontrar en el corazón de la ciudad, la Grand Place, rodeada de edificios de una belleza admirable, con la Columna de la Diosa sobre la fuente circular destacando por encima de todo.
Las características y cuidadas tonalidades del patrimonio arquitectónico de la plaza, como el hermoso Teatro del Norte o la Vieja Bolsa, el edificio más prestigioso de la ciudad, ejemplifican a la perfección la pulcritud y grandeza de este destino. En el interior de la Vieja Bolsa suelen celebrarse mercadillos de antigüedades, libros y arte, siendo un punto de interés turístico de primer orden.
Una actividad obligada, por supuesto, es perderse por las calles del barrio viejo, dejarse llevar por la belleza de sus calles empedradas y sus imponente edificios. El placentero paseo sin prisas nos llevará al Palacio de Bellas Artes, que tiene la colección de arte más grande Francia sólo por detrás del Louvre, con unas 60.000 obras, además de ser uno de los primeros museos construidos en el país. Nos quitará el habla, por la admiración, la ciudadela de Lille, construida en el siglo XVII, siendo la «reina de las ciudadelas». El parque que la rodea es la zona verde más grande de la ciudad, con senderos y canales para disfrutar también de la naturaleza.
Para abrir apetito, nada mejor que adentrarse en la histórica y preciosa Pastelería Méert, la más famosa de la ciudad. Abierta en 1761, este negocio forma parte de la identidad de Lille, acudiendo multitud de turistas y curiosos a pedir, principalmente, sus famosos gofres rellenos, bocado dulce tradicional de la región. Son un buen motivo para conocer un establecimiento con un encanto único.
Tras este aperitivo, un buen plan es acercarse hasta el Ayuntamiento de Lille, inspirado en la tradición flamenca, y subir a su campanario de 104 metros de altura, siendo el más alto de Europa y además Patrimonio Mundial por la Unesco. Desde lo alto, las vistas de la ciudad son magníficas.
Lille tiene una gran tradición gastronómica, con propuestas de mucho interés y no pocas estrellas Michelin, además de mesones más tradicionales para conocer de primera mano la gastronomía local. Una buena elección de esto último es el restaurante Les Compagnons de la Grappe, ubicado en el casco histórico de la ciudad. Siempre con un intenso movimiento, es fundamental reservar y disfrutar de la comida típica de Lille, que aquí elaboran a la perfección, como la carbonade flamandes, un estofado de ternera y cebolla cocinado en cerveza.
Más creativo, y presente en la Guía Michelin, encontramos el Sébastopol, cuya oferta se basa en los productos de mercado y en el talento del chef, que ha conseguido ponerlo en boca de todos. La propia guía lo define de la siguiente manera: «Este pequeño y acogedor restaurante, un lugar emblemático de Lille, es el refugio de un chef que elabora una carta concisa, renovada periódicamente, plagada de toques personales y una afición por las combinaciones de mar y tierra (vieiras de Boulogne, alcachofas asadas, puré de alcachofas Camus y panceta de cerdo Noir de Bigorre). Excelente carta de vinos y servicio atento».
Para adentrarnos en la cocina francesa creativa, una opción segura es La Fleur de Lille, cocina casera y elaborada a partir de pescados y carnes francesas frescas, uniendo la tradición de la cocina regional con recetas de la gastronomía francesa clásica, con un resultado muy solvente. La carta va cambiando según la temporada.
Vemos, ahora que la escapada llega a su fin, que Lille lo tiene todo. Es una ciudad estratégica y muy bien conectada, es también un lugar del que aprender y disfrutar, gracias a su intensa actividad, rico patrimonio y belleza sin igual. Y es, por supuesto, un destino gastronómico brillante.
Binter ofrece vuelos directos a Lille desde Canarias desde julio de 2021. La conexión se realiza una vez a la semana, los martes, con el aeropuerto de Gran Canaria. En caso de querer conectar desde o a otra isla de Canarias, Binter permite realizar el salto interinsular sin coste.
La experiencia Binter empieza desde la compra del billete y alcanza su máxima expresión a bordo de su moderna flota de aeronaves E195-E2 del fabricante Embraer, un avión que sorprende por su comodidad y eficiencia, encargado por la compañía con una configuración que permite un espacio entre filas similar al de una clase business.
En sus cómodos asientos, el pasajero disfruta de un aperitivo gourmet de cortesía, que incluye ibéricos y productos canarios como queso, mermelada, fruta o las populares chocolatinas de la aerolínea. Una selección variada de productos de calidad que, sin duda, nos ayuda a disfrutar aún más del placer de volar con Binter.
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