¿Crees que por no comer azúcares estás a salvo?
Pasana Health ·
Si eres adulto, deportista, cardiópata, si ya tienes diabetes o resistencia a la insulina e incluso si tienes hijos que comen 'comida de niños', sigue leyendo | Esta información podría cambiar la forma en que ves tu platoHoy no vengo a demonizar el azúcar (eso ya lo hace todo el mundo), sino a destapar otros culpables silenciosos: almidones, fructosa oculta y procesados que, aunque parecen 'inofensivos', están destrozando nuestro metabolismo y el de nuestros hijos. Sí, esos mismos que llenan tu despensa con etiquetas coloridas y promesas de energía, que a veces parecen hasta súper sanas.
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El almidón: ese 'azúcar disfrazado' en tu cocina
Parece inocente en forma de arroz, maíz (millo para mis lectores canarios) papas o pan blanco, pero el almidón no es más que azúcar almacenado en forma sólida por las plantas. La naturaleza lo diseñó como reserva energética para sus semillas, como si fuera 'leche materna vegetal' para el germen que despierta. El problema es que nuestra forma de consumirlo hoy nada tiene que ver con la de nuestros ancestros.
¿Por qué importa? Porque si tu cuerpo no cumple ciertas condiciones (masticación lenta, buena flora intestinal, enzimas activas, cocción adecuada, en qué momento del día o en que orden se ingiere), esos almidones pueden colarse intactos en tu sangre. Y allí no son bienvenidos. El organismo los reconoce como tóxicos y dispara inflamación. Este fenómeno, conocido como persorción, fue descrito por el Prof. Volkheimer en la década de 1960 y confirmado una y otra vez en experimentos posteriores. Sí, literalmente se han encontrado gránulos de almidón en sangre, orina, bilis ¡y hasta en la leche materna!
Ahora súmale la hiperpermeabilidad intestinal que padecen tantos adultos y niños hoy en día (antibióticos, estrés y ultraprocesados), y ya tienes la receta perfecta para diabetes tipo 2, hígado graso, resistencia a la insulina, inflamación crónica, neurodegeneración y para de contar.
Fructosa + procesados: el combo mortal
Nuestros hijos consumen hasta 3 veces más fructosa de lo recomendado (Journal of Nutrition, 2020), escondida en zumos, yogures de sabores y cereales 'para niños' e incluso hasta en algunas leches especiales para nuestros niños. Y la mezcla con almidones de rápida absorción deforma su metabolismo desde pequeños: hígado graso infantil, pubertad adelantada, sobrepeso ¿Te suena?. A mi particularmente me inquieta y me entristece.
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¿La solución? No es eliminar, es aprender a comer bien
Aquí es donde entran mis tratamientos personalizados, basados en tres pilares:
• Saber el orden correcto para comer los alimentos (sí, el orden importa para tu glucemia).
• Elegir qué almidones comer y cómo cocinarlos (evitar acrilamidas, activar granos, cocción lenta e incluso enfriarlos).
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• Ajustar las cantidades a tu biotipo, actividad física y estado metabólico.
Imagina saber que un simple gesto como fermentar levemente las legumbres o tostar granos puede cambiar cómo tu cuerpo procesa el almidón. O que comenzar la comida con fibra, grasas saludables y proteínas puede frenar los picos de glucosa que dañan tus arterias.
Y si eres madre o padre, intenta organizar tu semana para hacer comida real, la de siempre, sin empaques, sin procesos alimentarios, esos que no sabes bien qué ingredientes tienen y que tu no controlas.
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Los picos de glucosa y las enfermedades metabólicas no es sólo azúcar, él viene acompañado de sus primos elegantes, los almidones, y de sus amigos fiesteros, los procesados con nombres impronunciables. La verdadera pregunta no es si puedes vivir sin pan, arroz o papas, sino si puedes seguir comiéndolos igual y esperar un final diferente.
Tal vez hoy un simple cambio en tu plato puede evitar, a ti y a los tuyos, años de medicación mañana. La pregunta es: ¿vas a hacerlo?, ¿empezamos a hackear tu cocina?.
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