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«Señora, le recordamos que todavía debe más de 30.000 euros», es lo que la canaria Ana, nombre ficticio para salvaguardar el anonimato, escuchaba cada vez que se armaba de valor para atender una de las tantas llamadas de su banco. «No sabía dónde meterme, estaba muerta de miedo porque sabía que no podía pagarlos», explica.
Esa incertidumbre se convirtió en su pan de cada día, «un auténtico infierno», hasta que, en junio de 2023, pudo acogerse a la ley de segunda oportunidad y liberarse de la deuda que había estado generando años atrás. Asegura que «volvió a nacer». «No sé cómo explicarlo, ahora siento que puedo empezar de cero y hacer las cosas bien», dice.
Ana forma parte de las 2.018 familias y autónomos canarios que se declararon en quiebra el pasado año ante la situación de insolvencia que atravesaban. Gracias al salvavidas que les brinda el mecanismo de segunda oportunidad para poder salir de esta situación, las cifras se han disparado en 2023, según los datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) publicados en marzo.
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Así, en el último año, el número de personas naturales no empresarias (familias y autónomos) que ha recurrido al concurso de acreedores ha aumentado un 107,2%, pasando de las 974 de 2022 a 2.018 el pasado ejercicio. El ratio de personas que presentaron esta medida por cada 100.000 habitantes en Canarias se situó en el 91,2%, siendo la segunda tasa más alta del Estado, sólo superada por Cataluña.
«Todo comenzó a raíz de que me divorciara», afirma esta vecina de la Vega de San Mateo, en Gran Canaria, al otro lado del teléfono. Sola, no pudo hacerse cargo de sus gastos básicos, ni tampoco de los de su hija, por lo que solicitó un préstamo bancario con la intención de montar una tienda online de artesanía, un sueño que había tenido toda la vida.
«Estaba muy ilusionada al principio, confiaba en que todo iba a salir bien», asegura. Sin embargo, muy a su pesar, el negocio no funcionó, y, al no tener ingresos para subsistir, finalmente tuvo que utilizar el crédito para abonar sus pagos diarios.
Tras un tiempo viviendo a base del dinero que le prestaba su banco, Ana encontró empleo como limpiadora y pudo sobrellevar, mínimamente, sus gastos. «Luego me despidieron y tuve que solicitar otro crédito para poder seguir pagando, y más adelante pedí otro».
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Y así, sin ser consciente de ello, entró en un bucle al que no conseguía poner fin. «Intentaba tapar una cosa con la otra, por mi ignorancia, e iba sobreviviendo, pero al final me vi envuelta en un problema grave», cuenta.
Durante al menos cuatro años, esta mujer canaria no sólo tuvo que soportar llamadas, sino también correos y mensajes de texto diarios exigiéndole que pagara la deuda que había acumulado, un total de 37.000 euros. «No podía dormir, pensaba las 24 horas en todo lo que debía y en cómo pagarlo. Era horrible, eso no era vida», relata.
Aunque ya había oído hablar del mecanismo de segunda oportunidad, fue la experiencia positiva de una conocida la que la animó a dar por fin el paso. De esta forma, se puso en contacto con Repara tu Deuda, el despacho de abogados que la guió en todo el proceso. «Estaba perdida y asustada, pero no tenía nada más que perder, así que pensé, ¿por qué no intentarlo?», explica.
Finalmente, en junio del año pasado, un juzgado de la capital grancanaria canceló la deuda de Ana en su totalidad. «Me quedé en shock, no me lo podía creer. Sentí una alegría inmensa», dice con la voz entrecortada. La mujer manifiesta que, pese a que el miedo vuelve a invadirla en ocasiones al recordar lo sufrido, esto le permitió recuperar la tranquilidad, y más importante aún, las «ganas de vivir».
Ana es solo un ejemplo de los miles de canarios que, gracias a la ley de segunda oportunidad, no sólo han encontrado una salida a su situación de insolvencia, sino que también han sido capaces de emprender nuevas iniciativas. «Yo sigo queriendo montar mi tiendecita, sin ilusión esta vida no es nada», asegura esperanzada.
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