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Juan Arraez en las instalaciones de CANARIAS7. Arcadio Suárez

«Cojo dos guaguas para bajar al Sur y regreso de noche. Trabajar en el turismo no compensa»

Trabajadores turísticos explican las dificultades que les supone acudir a sus puestos y reclaman mejorar las condiciones para atraer a empleados con interés por formarse y progresar, garantizando así el futuro del sector

Javier Sheng Pang Blanco

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 11 de mayo 2024, 22:53

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Durante los últimos años se ha escuchado en infinidad de ocasiones a los empresarios del sector hotelero canario lamentarse de las dificultades que experimentan a la hora de encontrar personal tanto cualificado como no cualificado para trabajar en sus alojamientos. Un conflicto que no casa muy bien con el hecho de que el turismo es indiscutiblemente, el motor económico del archipiélago y debería ser un sector atractivo para personas con aspiraciones a encontrar un empleo.

¿Pero cuál es la raíz de estos problemas? Para Juan Arraez, primer barman en un hotel en Patalavaca, en el sur de Gran Canaria y Dévora Franco, camarera de piso, las razones son múltiples.

Juan vive en el barrio de Schamann en Las Palmas de Gran Canaria y para cumplir con su horario laboral, todos los días tiene que coger dos guaguas para acudir a su puesto, saliendo de su domicilio con dos horas de antelación y otras dos guaguas para regresar a casa dos e incluso, tres horas después de haber completado la jornada. «Hay veces que no puedo coger la primera guagua porque viene llena y no deja entrar a nadie y tengo que esperar a la siguiente. Esos días llego a las nueve y es como si trabajase 13 horas».

Otro caso complicado es el de las camareras de piso. Dévora vive en Telde y para ir al sur de la isla gastando 300 euros mensuales en gasolina. «Es muy duro, hay muchas chicas que llegan de Empresas de Trabajo Temporal (ETT) que no aguantan por la carga de trabajo que hay. El primer mes me lo pasé llorando, me costó la vida. Aguanté porque necesitaba el trabajo, porque sino seguro que también me habría rendido. Los que aguantamos es por necesidad».

Al ser madre soltera, Dévora no puede depender de los posibles retrasos o escasez del transporte público por lo que siempre opta por el vehículo privado, provocándole un gasto adicional. No obstante, confirma que hay muchas compañeras que usan el transporte público y pierden horas y horas en el camino. Como solución, ve lógico que vuelva a ser habitual que la empresa facilite un servicio de recogida en zonas donde residan muchos trabajadores, como pueden ser la capital, Telde o Vecindario. «Sería un alivio para muchos y tampoco le supondría mucho porque con quitarnos una parte mínima del sueldo ya les sale rentable».

Camarera de piso durante la limpieza de una habitación.

Para Juan, es entendible que muchas personas que buscan empleo, particularmente jóvenes, no quieran trabajar en la hostelería o en el turismo porque «no les compensa» no solo por el hecho de ir a trabajar tan lejos, sino porque «no están dispuestos a sacrificarse» si no tienen las responsabilidades de personas en más avanzada edad, ya sean hipotecas, alquileres, letras de su vehículo o el cuidado de los hijos. «Es evidente el problema que tiene la isla con los atascos en la GC-1. Los organismos públicos tienen que revertir la situación para que una jornada de ocho horas no se convierta en una de doce o trece. No todo el mundo está dispuesto a ese esfuerzo por un trabajo que no deja de ser mileurista».

Sin vivienda

Para Juan, una buena parte de este problema en el desplazamiento al sur nace de la falta acuciante de vivienda en los municipios turísticos. «Son muchos los que buscan casa pero es inviable porque no hay y la poca que está disponible no baja de 800-900 euros o se está convirtiendo en vivienda vacacional».

La clave según Juan es crear una ley que pueda beneficiar tanto a empresarios, trabajadores como a los propietarios de vivienda. «Se nos olvida que el turismo viene aquí a disfrutar y a querer repetir. Si no se solucionan estos problemas quienes vamos a perder somos todos los canarios».

«Hay que poner mano dura para que los empresarios dejen de hacerse ricos a costa de los empleados»

Juan Arraez

Hostelero

Juan confiesa que en su ámbito hay «pocas personas que sean cualificadas» y que sin ser su caso, existe un porcentaje muy alto en la profesión que no tienen estudios y lo utilizan como trampolín a un mejor empleo sin en ningún momento plantearse la posibilidad de formarse o especializarse para progresar en el ámbito. «Creo que es una de las cosas que estamos haciendo mal, ser camarero es una profesión como otra cualquiera y hay que darle valor». También considera «injusto» que gente sin formación cobre lo mismo que gente cualificada por el mismo puesto.

Asimismo, resalta que lo sensato sería que en una profesión de la que tanto depende Canarias, cuanto mejor preparados estén los empleados, mejor será el servicio. «El problema es que el personal que está bien preparado ya está ubicado en otras empresas, cobrándolo muy bien, es difícil competir cuando los sueldos son de los más bajos del país».

Juan, que también es miembro de Sindicalistas de Base, conoce de primera mano que hay un porcentaje muy alto de empresarios que «no respetan el convenio colectivo», que sobre el papel, es de los mejores de España en lo que respecta a la hostelería. «La mayoría de los empresarios no lo cumplen y ese día que estás trabajando que te pertenece librar no lo estás cobrando y la respuesta del empresario siempre es la misma, si no estás tú, vendrá otro, esto es lo que hay».

Turno partido

Dévora y Juan comparten la opinión de que los turnos partidos deberían desaparecer. «Si vives lejos y tienes horario partido se te quedan 4 o 5 horas muertas al día. Al final no aguantas más», piensa Juan.

Para Dévora, las cadenas hoteleras deberían habilitar habitaciones para que el personal que vive lejos «pueda tener su espacio y descansar ahí sin tener que gastar gasolina y tiempo en ir y volver o tener horas muertas. Al final la jornada se acaba alargando demasiado».

Además, habla de que hay muchos complejos en los que no hay un comité de empresa que vele por la seguridad y comodidad de los empleados. «Hay sitios en los que he trabajado que eran un descontrol. No duré mucho porque era un abuso, había problemas con los materiales, falta de organización, te tenías que estar peleando para poder trabajar bien, no te daban facilidades para poder hacerlo. Desafortunadamente eso pasa mucho».

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