El bitcóin cumple 15 años: hitos y fracasos del rey de las criptomonedas

Lejos de su objetivo inicial de convertirse en un medio de pago masivo, la criptomoneda más popular del mundo resiste como una alternativa de inversión para los particulares, poniendo en jaque a supervisores de todo el mundo que ahora aceleran para dotar por fin de un marco regulatorio estable a este mercado.

El primer bitcóin nació en realidad a finales de 2008, pero fue unos meses después, ya en 2009, cuando Satoshi Nakamoto (alias utilizado por su creador) minó el primer bloque de la criptomoneda, generando la primera transacción entre él mismo y el programador informático Hal Finney, quien se convirtió en el primer receptor de una operación peer-to-peer (una red de ordenadores que permiten intercambiar información entre ellos de forma directa) de esta red.

El programador Laszlo Hanyecz se hace un hueco en la historia 'cripto' al realizar la primera compra de un bien tangible con bitcóins. En concreto, pagó dos pizzas de Papa John's por 10.000 bitcóins. En aquel momento, cuando el valor de la 'cripto' era muy bajo y apenas se producían movimientos en el mercado, el coste equivalía a unos 40 dólares. Hoy, esos 10.000 bitcóins valdrían más de 390 millones de dólares.

Tras un bloqueo a la criptomoneda por parte de los procesadores de pago electrónico Visa, MasterCard y Paypal, el 14 de junio de 2011 Wikileaks​ empieza a aceptar bitcóins. Aquel año también fue el del inicio de un mayor volumen de transacciones, con el primer gran salto de precio por el que, por primera vez en su historia, el bitcóin alcanzó la paridad con el dólar (1 bitcóin=1 dólar).

En octubre de 2012 nace la mayor plataforma de intercambio de divisas digitales, Coinbase, con el lanzamiento del primer servicio para comprar y vender bitcóins a través de transferencias bancarias. La compañía, con sede en San Francisco, California, es actualmente líder en su segmento, por delante de otros gigantes como Binance.

El Banco Central de China prohíbe a las instituciones financieras canalizar operaciones en bitcóin, provocando el hundimiento de la criptomoneda que, en solo unos días, pasó de valer 1.200 dólares a 690, un desplome del 45%. Tuvieron que pasar casi tres años, hasta 2017, para que la 'cripto' recuperase esos niveles.

En un pésimo año para la cotización de las criptomonedas, empresas como Microsoft empiezan a aceptar pagos en bitcóin para la compra de videojuegos, algunas aplicaciones y softwares.

El Estado de Nueva York lanza la denominada BitLicense en un intento por regular de alguna manera a los actores del mercado. En concreto, la norma obligaba a las entidades con negocios basados en monedas digitales a obtener una licencia empresarial previa y específica para poder operar.

En agosto de 2016, Bitfinex, uno de los principales mercados de compraventa de criptodivisas con sede en Hong Kong, fue hackeado con el robo de 120.000 bitcóins, que por entonces valían unos 60 millones de dólares, dejando al descubierto que el mercado digital también puede conllevar riesgos financieros.

La Agencia de Servicios Financieros de Japón (FSA) dio un impulso de gigante al mercado al convertirse en el primer país en reconocer (que no implementar) al bitcóin como medio de pago. Fue la primera vez que la criptomoneda superó los 5.000 dólares y aquel año fue uno de los mejores en términos de rentabilidad.

La volatilidad dominó este ejercicio para el bitcóin que en febrero perdió la mitad de su valor en apenas dos semanas, arruinando a muchos inversores. En aquel momento, el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se vieron obligados a lanzar un comunicado conjunto para advertir del riesgo de estas inversiones por su complejidad y falta de transparencia. Los supervisores recordaban que ninguna criptomoneda había sido registrada, autorizada o verificada por ningún supervisor en España, por lo que tampoco podrían beneficiarse de las garantías o protección que prevé la normativa relativa a productos bancarios o de inversión.

Aquel año se produjo uno de los grandes hitos que agitó el mercado de criptomonedas. El gigante de las redes sociales Facebook anunciaba la creación de su propia 'cripto' Libra, respaldada por marcas tan potentes como Visa, Mastercard o Paypal. La idea era convertirla en medio de pago en la plataforma. Apenas tres años después, en 2022, la empresa de Marck Zuckerberg decidió abandonar sus planes.

A pesar de rvalorizarse con fuerza en el conjunto del ejercicio, el bitcóin vivió en 2019 muchos episodios de fuertes y prolongadas caídas, generadas principalmente por esa previsión de una competencia mayor en la que los bancos centrales también tuvieron mucho que ver, con avances en sus planes para la creación de sus propias monedas digitales.

Fue uno de los grandes años para el bitcóin. El estallido de la pandemia del coronavirus disparó la compra de criptomonedas durante el confinamiento y en los meses siguientes, con un fuerte crecimiento en la utilización de billeteras digitales para almacenar criptomonedas, al tiempo que existe una mejora en las expectativas sobre el uso de esta divisa digital. Según datos recopilados por Funcas, solo en julio de aquel año los diez 'cripto-wallets' más importantes (entre ellos Coinbase, Crypto.com o Binance) incrementaron en cerca de un 81,5% las instalaciones entre clientes respecto al año anterior.

La moneda se revalorizó con fuerza, incluso teniendo en cuenta de que aquel año se produjo el denominado 'halving', un ajuste técnico por el que la recompensa por minar bitcóins se redujo a la mitad (en mayo pasó de 12,5 bitcóins por bloque minado a 6,25).

Tesla confirma que comenzaría a aceptar bitcóins como medio de pago para sus vehículos y el precio de la 'cripto' se disparó por encima de los 44.000 dólares el día del anuncio. Pero, todo lo que sube, baja. Y más en un mercado tan sumamente volátil. Así que cuando la compañía de Elon Musk anunció poco después que echaba marcha atrás en su decisión, el valor del bitcóin volvió a desplomarse.

2021 también pasará a la historia por ser el año en el que El Salvador se convirtió en el primer país en aceptar bitcóins como moneda de curso legal. En ese ejercicio, la criptomoneda llegó a superar los 66.000 dólares, su máximo hasta ahora, aunque lo cerró por debajo de ese valor (en 46.200 dólares).

En 2022 se produjo el mayor terremoto que se recuerda en el mundo cripto, cuyo valor de mercado total cayó a la mitad en solo unos meses. Todo comenzó en mayo con el repentino colapso de Terra Luna, una de las 'stablecoins' más populares del mercado y que, en solo 24 horas, causó pérdidas de más de 200.000 millones de dólares al mercado.

Poco después llegaría el la quiebra de la FTX, que provocó una cascada de bancarrotas, entre otras la de la firma Génesis, que dejó atrapados a miles de personas que vieron cómo el valor de sus inversiones se evaporaban de la noche a la mañana.

La situación sirvió al menos para que Europa acelerase los objetivos para regular un mercado que aquel año fue calificado por el Banco Central Europeo (BCE) como un auténtico «Salvaje Oeste».

Tras un año nefasto para los criptoactivos, el bitcóin renace de sus cenizas con una revalorización del 130% en 2023, por encima de los 37.885 dólares. El miedo a la recesión convirtió a la moneda digital en un valor refugio para los inversores, que también se posicionaron al calor del final de las subidas de tipos de interés por parte de los bancos centrales.

De cara a 2024, las previsiones siguen siendo positivas. Pero el renacer del bitcóin en los últimos 12 meses pasa ineludiblemente por una mayor regulación y un marco legal más estable. En Europa ya se ha puesto en marcha el Reglamento MiCA, una norma histórica y pionera a nivel global para regular los criptoactivos desde una perspectiva holística que, en el caso de España, estará cien por cien implantada en diciembre de 2025, según las previsiones del Gobierno.

El objetivo de la norma pasa por vigilar el camino en el que lo que ahora es solo una inversión especulativa, puede convertirse en un medio de pago transparente y fiable capaz de competir con el efectivo o las propias monedas digitales que ya preparan los principales bancos centrales del mundo, como el euro digital.

Con ese escenario, MiCA obligará a los emisores (los que crean criptomonedas), a plataformas de intercambio como Binance, Coinbase, etc., o a las firmas que gestionan billeteros (los denominados wallets) a cumplir severos requisitos para estar registrados y a obtener una licencia que les permita operar. Hacienda también estará muy encima de la operativa… y de los propios inversores en bitcóins y otras criptomonedas.