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Tal día como hoy hace un año era el centro de los debates después de su primera aparición en un amistoso con la UD. Fue en Fuerteventura, ante el Gran Tarajal y en el ensayo inaugural de la pretemporada de 2019. Días antes había firmado su contrato profesional por cinco años y cláusula de 30 millones de euros, todo un anuncio de que algo grande venía en camino. «A ver cuánto nos dura», acertó a decir, profético, Pepe Mel después de comprobar las evoluciones de Pedri sobre el césped. Empezó jugando por la izquierda, basculó a la derecha y terminó flotando por todo el frente ofensivo. Pese al calor asfixiante y un césped que poco beneficiaba su juego de terciopelo, Pedri dejó muestras de su muestrario de genialidades, dando la razón a los que, siendo juvenil, le dieron galones de estrella. En Tuineje empezó una historia que, en los meses sucesivos, no paró de añadir capítulos siempre con matices cualitativos y evolutivos. A las pocas semanas de su estreno informal, ya se cerraba su venta al Barcelona. Y tampoco pasó demasiado tiempo hasta ser citado por las categorías inferiores de la selección española, con las que acabaría disputando el Mundial sub-17 que acogió Brasil en noviembre, o convertirse en el goleador más joven en la historia de la UD al marcar sin haber cumplido los 17 años.
Todo, en una película vertiginosa que no le ha inmutado. Hasta ayer, seguía siendo un canterano que vivía en la Casa Amarilla e interactuaba con sus compañeros y amigos del filial y juvenil sin gesto alguno de altanería. «Nunca ha dejado de ser ese chico humilde y con ganas de trabajar que llegó desde Tenerife hace dos veranos», recuerda Tonono, una de las personas que mejor lo conoce.
La irrupción de Pedri, ahora tan festejada y que se ha traducido en rendimiento y beneficio deportivo inmediato, se gestó con suma discreción. A Mel no le terminaba de llenar el ojo nada de lo que veía en el filial (hizo debutar a varios, sí, pero ninguno con visos de romper el cascarón a lo grande) hasta que le hablaron de un juvenil que ni siquiera había pisado la Tercera División. Suso Hernández, su entrenador en el División de Honor, y Tonono le avanzaron algo. Ángel López, ahora noticia por su promoción con el cargo que estrenará como segundo entrenador, le insistió. Y Mel terminó atendiendo a esos llamamientos. Cuando pudo ver por primera vez a Pedri, en un partido con el Juvenil en el Anexo, acabó rendido y no dudó en saltarse etapas y ordenar su ingreso con los mayores. Se pensó en que alternara con el filial, opción finalmente descartada a la luz de todo lo que llevaba dentro.
Su maduración no pudo ser más efectiva. Bajo el manto protector de un entrenador sensible y paciente, decidido a respetar los tiempos que requería, la respuesta de Pedri no ha podido ser más satisfactoria, hasta el punto de comenzar a recordar irrupciones contemporáneas como Viera, Vitolo o Roque Mesa. Viera y Vitolo alcanzaron la internacionalidad absoluta y surgieron ya con 20 años a cuestas. En este sentido, Pedri les saca varios pies de ventaja porque, para cuando alcance este mismo parámetro vital, ya tendrá atrás varias campañas acumuladas. De ahí que la previsión le dibuje un futuro dorado considerando lo que tiene por delante todavía en edad de formación y aprendizaje.
Todavía menor de edad, el rodaje en Segunda le ha venido a encaje para familiarizarse con el denominado otro fútbol, tanto o más importante que el más puro y de talento que ya le viene de serie. Los rigores del contacto físico, la exigencia competitiva y el kilometraje por los campos de España frente a rivales de todo tipo, unos de pierna y otros más sofisticados, ha sido una universidad para él, ahora llamado a hacerse sitio en el Barcelona, que le ha reservado plaza en sus entrenamientos de septiembre para comenzar el próximo curso. A la puerta, numerosos clubes españoles y extranjeros implorando su cesión, sabedores de que es una apuesta segura por proyección y categoría.
16 años tenía cuando debutó, marcó su primer gol y estrenó convocatoria con las categorías inferiores de España
36 partidos, entre Liga y Copa del Rey, son los que ha disputado siempre con rol estelar.
4 goles hizo. Dos en casa (Sporting y Extremadura) y dos fuera (Ponferradina y Lugo)
Hay muchos factores que explican el florecimiento de la perla de Tegueste en un contexto de exigencia y en el marco de una competición que no espera a nadie. El esencial, por encima de su competencia diaria, viene determinado por la conjunción de valía propia con el ejercicio de sensibilidad y paciencia que desde el club, con Pepe Mel y el presidente a los mandos, han tenido para procurarle el mejor entorno y condiciones posibles. «No son pocos los jugadores que se echaron a perder en estas edades por las prisas y precipitaciones. Con Pedri el cuidado ha sido extremo en este sentido», aseguran desde el club, donde se han esmerado en dejarle su espacio sin estorbarle lo más mínimo en el proceso de cubrir etapas que ahora requiere.
En tanto, el protagonista de la historia también es agradecido. En sus contadas comparecencias públicas así lo ha dejado claro y patente, valorando que aquí le hay puesto la pista de despegue que le negaron en su Tenerife natal o en el mismísimo Real Madrid, que descartó su fichaje pese a haberle hecho pruebas en Valdebebas y chequearlo en directo. Al final fue la UD, en una rápida gestión, la que terminó atrayéndolo y es ahora, ya en adelante con nostalgia, cuando bendicen aquella destreza y hallazgo. Hoy hace un año Pedri ya era centro de debates. Ahora, cerrada la tempora con nota alta, se le abren desafíos luminosos. El Barcelona, la Primera División y una pasarela reservada para artistas de su corte aparecen en el horizonte. Casi nada.
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