La resina mató a la roca
Alpinismo ·
«¿No quieren caminar treinta minutos por el monte a las zonas de escalada? ¿Quieren lo inmediato del rocódromo? ¿Escalada rápida, cómoda y a casa o al bar?»La principal característica de la escalada deportiva en rocódromo, la disciplina olímpica en la que Alberto Ginés consiguió la medalla de oro en Tokio 2020, ... es que los seguros ya están puestos en la ruta o vía, y estos solo son instrumentos de seguridad nunca elementos de progresión. En este tipo de escalada los agarres (las piezas de colores por donde progresan los atletas) están compuestos principalmente de resina de poliéster, polvo de mármol y, por supuesto, colorante. Aclarado que la resina es el principal elemento con que se hacen las presas de escalada en rocódromos, así se llaman en el argot, podemos precisar una última puntualización: en la escalada deportiva se persiguen escaladas cada vez más difíciles sin el uso de medios externos para ascender; en la clásica con paredes más largas o en montañas, cualquier elemento se utiliza para progresar y llegar a la cima. Dicho lo anterior, ya nos podemos hacer el nudo y comenzar la escalada.
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Por fijar un hito temporal, estableceremos el comienzo de la escalada deportiva para el gran público a mediados de los años 80 del pasado siglo y milenio. La historia comienza en paredes verticales de entre veinte y treinta metros, y principalmente en zonas de Francia y Alemania.
En España, que es un paraíso para la escalada deportiva, irrumpió con fuerza y se convirtió en un deporte con multitud de escaladores referentes a nivel mundial. Un asunto en un momento dado empezó a preocupar a los escaladores. Cada vez había más gente en las zonas de escalada; que es el nombre que se le da a los lugares donde se agrupan muchas vías de escalada, y la masificación parecía que iba a ser un problema que gestionar.
Pero la distopia de los montes llenos de escaladores no aconteció. Fue todo lo contrario. La irrupción de los rocódromos particulares (por ejemplo, en el garaje de tu casa), luego los públicos en parques, y por último las instalaciones muy profesionalizadas en naves industriales cambió el panorama de manera paulatina pero radical.
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De repente, en las zonas de escalada el número de escaladores empezó a disminuir progresivamente, y en los rocódromos a aumentar exponencialmente. Ante semejante contradicción cabe preguntarse qué está pasando. Y aquí es donde vamos a introducir una historia de dos escaladores para llevarlos a ustedes hasta la cima y desde las alturas vertiginosas entenderlo todo.
Hasta el año 1931, la cara norte del Cervino, o Matterhorn en su nombre suizo, seguía sin ser hollada. Nadie había conseguido escalar esa ruta de la montaña de 4.478 metros que forma frontera entre Suiza e Italia. Los hermanos Franz y Toni Schmid de tan solo veintiséis y veintidós años respectivamente deciden que ellos van a ser los primeros en conseguirlo.
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Estos dos muniqueses se proponen una hazaña que ha pasado a la historia del alpinismo como un gesto de autosuficiencia y compromiso absoluto.
Reflexiones contemporáneas
En el verano de ese año, los dos hermanos con una ética del esfuerzo que rayaba lo inhumano se montan en sus bicicletas en Múnich destino Zermatt, con una distancia aproximada de 550 kilómetros. Honestamente no me puedo imaginar la fuerza de voluntad de estos dos superdotados. Mas allá del esfuerzo físico, la determinación mental. Hay que hacer un esfuerzo para calcular cuánto pesarían las bicicletas del añon 1931, el peso de las mochilas, con todo el material, cuerdas de cáñamo, mosquetones de acero, la comida, la caseta, de manera aproximada cada uno transportaba entre 20 y 30 kilogramos de peso.
Tardaron de cinco a siete días en llegar, y otros tantos en volver... Solo pensarlo me parece una tarea inabordable. Después del esfuerzo del viaje, entraron a la pared un 31 de julio abrieron una vía que nadie había conseguido; dura y expuesta, y el 1 de agosto se bajaron con la cumbre por la norte en el bolsillo, y de ahí vuelta a casa.
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Reflexionando sobre la inconmensurable e inabordable gesta de los hermanos Schimid, vuelvo al principio de este artículo. Planteábamos que los escaladores, y particularmente las nuevas generaciones, ya no van a la montaña; a realizar escalada deportiva, que, por supuesto tiene menos compromiso que la alta montaña y sin embargo acuden masivamente a los rocódromos. ¿No quieren ir en cómodos coches a una hora de casa a escalar en la naturaleza?
¿No quieren caminar treinta minutos por el monte a las zonas de escalada? ¿Quieren lo inmediato del rocódromo? ¿Escalada rápida, cómoda y a casa o al bar? Al igual que está sucediendo con los glaciares ¿Se está derritiendo la ética del esfuerzo? ¿Quién sabe la respuesta? Lo que sí es seguro, es que pronto olvidaremos este artículo y a buen seguro pasaremos las Navidades con una copa de cava en la mano. ¿Para qué más esfuerzo?
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