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Eric Vila y Miqui Salvó posan para CANARIAS7 delante de la fotografía de Albert Oliver que se encuentra en los vestuarios del Gran Canaria Arena. Cober

Baloncesto - Liga Endesa

La vía catalana del Granca

Miqui Salvó y Eric Vila continúan con la tradición de jugadores catalanes en la plantilla del Gran Canaria, una relación memorable en la historia de la entidad

David Ojeda Merino

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 2 de octubre 2025, 23:17

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La vía catalana del Granca se extiende a lo largo de cuatro décadas en la ACB como una relación provechosa en la consolidación del baloncesto de élite en la isla. De José Luis Subías y Tato Abadía –el base gerundese, no el futbolista con bigote– hasta Miqui Salvó y Eric Vila, últimos exponentes de una tradición que se inscribe con letras de oro en el relato de un club asociado al baloncesto catalán también por la presencia histórica de tres entrenadores claves en su trayectoria: Joaquín Costa, Pedro Martínez y Salva Maldonado.

El baloncesto entró en España por Cataluña. Concretamente por las Escuelas Pías de San Antón, en cuyo patio se instalaron dos rudimentarias canastas inspiradas en aquel deporte que uno de los religiosos había visto unos años atrás en Cuba. De ese germen se fundó el Laietà Basket Club, primera entidad cestista del país, que disputó su primer partido ante el legendario Europa del barrio de Gracia.

No fue hasta 1945, con el nacimiento de la Federación de Gran Canaria, cuando el deporte fundado por James Naismith tuvo competiciones en la isla, con la primigenia cancha del parque Doramas como una de sus referencias. Y todavía faltaban cuatro décadas para que el entonces Claret, embrión de este Dreamland Gran Canaria, superará al Mayoral Maristas y ascendiera a la por entonces recién creada ACB.

En aquel Claret ya había nombres llegados desde Cataluña. Subías, canterano del Barcelona y con pasado en el Náutico de Tenerife, formó parte de la plantilla que entrenada por Pepe Clavijo logró el primer ascenso de su historia. Y permaneció en aquel equipo debutante en la élite, que por entonces vestía de azul, y tardó once partidos en conseguir una victoria. Curiosamente contra un equipo catalán, el Licor 43 de Santa Coloma de Gramanet, que claudicó en Tamaraceite (80-76), con 11 puntos de Subías y 9 de Abadía.

Joaquín Costa fue el director de aquel equipo. Se mantuvo en el cargo durante cinco años con varios descensos y un ascenso. Tiempo después, en 2011, fue nombrado presidente del club.

Han pasado cuatro décadas de aquello y 30 del último ascenso, noticia feliz que habla de la presencia del baloncesto de élite en Gran Canaria durante 30 años consecutivos, casi siempre en el grupo de cabeza de la competición y campeón de una Supercopa y una EuroCup. Y en todos esos momentos siempre hubo catalanes en la plantilla.

Tras los pioneros Subías y Abadía es rara la temporada ACB en la que en la columna vertebral del Granca no hubiera jugadores catalanes. Tras el segundo ascenso, logrado en Gijón como Toshiba Las Palmas, el Gran Canaria tuvo tres jugadores que pasaron a formar parte de la historia eterna del club, especialmente los dos primeros: Joan Pera, el malogrado Ramón Oliver y J. R. Fernández. Pera sigue a pie de pista, como delegado del club, y Oliver continuó muchos años en la entidad y vivió en la isla mucho tiempo hasta su temprano fallecimiento.

Los ochenta finalizaron con Sergi López y Joan Estany y los noventa comenzaron con Francisco Herrera y Pedro Ramos, autor del palmeo legendario que supuso la primera victoria oficial contra el Real Madrid en el ahora derruido Centro Insular de Deportes.

Tras el ascenso de 1995 es imposible olvidar aquella plantilla formada por los americanos John Morton, Shaun Vandiver y Albert Burditt, pero tampoco se puede eludir el recuerdo de Toni Espinosa y, sobre todo, Jaume Morales. Y la posterior llegada de Berni Tamames y aquella milagrosa canasta desde su aro en Lleida.

Oliver, Rabaseda y Paulí se hacen un selfi tras gana en Milán en la Euroliga. Abajo, a la izquierda Jaume Morales y a la derecha Berni Tamames.
Imagen principal - Oliver, Rabaseda y Paulí se hacen un selfi tras gana en Milán en la Euroliga. Abajo, a la izquierda Jaume Morales y a la derecha Berni Tamames.
Imagen secundaria 1 - Oliver, Rabaseda y Paulí se hacen un selfi tras gana en Milán en la Euroliga. Abajo, a la izquierda Jaume Morales y a la derecha Berni Tamames.
Imagen secundaria 2 - Oliver, Rabaseda y Paulí se hacen un selfi tras gana en Milán en la Euroliga. Abajo, a la izquierda Jaume Morales y a la derecha Berni Tamames.

El cambio de siglo mudó la piel del Granca, eterno modesto, que empezó a ir a la Copa del Rey y jugar eliminatorias por el título mientras hacía sus pinitos europeos. En aquellos tiempos llegaron por Gando míticos exjugadores del Barça como Xavi Fernández, anotador elegante, y el siempre destacado Roger Esteller junto a otros nombres de trayectorias consolidadas como Pere Capdevila. Salva Camps dio sus primeros botes en la élite con la amarilla puesta y Mario Fernández, uno de los cerebros actuales de la dirección deportiva del Barcelona junto a Juan Carlos Navarro, se metió a la isla en el corazón con su pundonor y sus exquisitos modales. Algo menos memorable fue el tiempo del Albert Moncasí, que nunca encajó, pero forma parte de este escalafón emocional.

El clan del fuet

Y el Gran Canaria se hizo mayor. Comenzó a jugar finales, como la épica de Coruña ante el Real Madrid, y a ganar títulos. Con el impulso intermedio de Xavi Rey triturando tableros y haciendo asociaciones diabólicas con Óscar Alvarado en las canchas, llegó el denominado 'clan del fuet': Albert Oliver, Xavi Rabaseda y Oriol Paulí, un trío inolvidable para una afición que llegó a las lágrimas cuando uno a uno fueron saliendo de la entidad tras su llegada escalonada a la isla. En algunos casos por una falsa puerta de atrás en la que no se hicieron bien las cosas, con escaso decoro, como en el de Rabaseda.

El pundonor de este trío siempre estuvo fuera de dudas. Y el ascendente en la historia del club es tangible cuando se repasa, por ejemplo, los datos de Albert Oliver, capitán de aquel equipo que tuvo un amargo y efímero paso por la Euroliga. El base de Tarrasa firmó seis grandes años en la isla, dejando en su tarjeta de estadísticas el mayor reparto de asistencias del club con 647.

Ahora Vila reedita esa conexión con Salvó que durante dos años compartió con Ferran Bassas, eterna pareja de campeones en la EuroCup en 2023. La presencia de catalanes en la rotación insular siempre ha estado asociado a buenos tiempos para el equipo. Y de integración absoluta. Así lo explica Salvó: «Representar a Gran Canaria es un orgullo, algo de lo que estoy muy agradecido y de lo que siempre intento empapar a los compañeros que llegan nuevos a la isla», señaló el diez del Granca el día que fue escogido para presentar las equipaciones de esta temporada que empieza, ornamentadas con elementos de canariedad, ya tan adheridos a su piel como los catalanes.

El presidente Sitapha Savané conoce el perfil jugador catalán a la perfección. Durante tantos años capitán del equipo, coincidió con muchos de los nombres que desfilan por este texto, además de haber pasado una etapa de su carrera en el Joventut de Badalona, factoría inagotable de jugadores. «Al final es pura estadística. Si miras la Liga Endesa hay muchos jugadores de Cataluña en casi todos los clubes. Eso no puede ser casualidad».

A Salvó y Vila les toca seguir haciendo grande esa relación, esa lista que seguro que no finalizará con ellos. En esta plantilla que tanto francés habla, con Albicy, Pelos y Labeyrie, también habrá espacio para que los que, como Aznar y Pujol, hablen catalán en la intimidad. Empezado por Jaka Lakovic, que inicia su cuarto curso en el club, después de media vida jugando y entrenando en Barcelona y con un familia surgida en esa ciudad.

La vía catalana del Gran Canaria, asociación histórica y productiva, se reproduce en la actualidad dentro de este baloncesto actual de los cupos, que tanto talento nacional requiere. En las manos de Miqui Salvó y Eric Vila está seguir generando patrimonio para la memoria del baloncesto isleño, ese que tanto anhela más nombres de la tierra vistiendo la camiseta del equipo con nombre de isla.

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