Patricia Benito
«Es agotador librar una batalla constante contigo misma»La escritora canaria deja entreabierta una puerta a su lado más íntimo en un collage de poemas, imágenes y reflexiones
Aún con una caja sellada llena de los ejemplares que le envió su editorial, a Patricia Benito (Las Palmas de Gran Canaria, 1978) le cuesta digerir lo que acaba de crear. «¿Qué he escrito? Aún no lo sé», confiesa al otro lado del teléfono, en un intento por afinar una descripción justa. 'Un cuerpo agotado' (Aguilar), su cuarto libro que vio la luz a comienzos de este mes de noviembre, es una mezcla de toda ella: sus poemas, con los que ya se ha convertido en una de las grandes voces de su generación; sus fotos, instantáneas que toma para revivir algunos momentos y no olvidarse de los detalles; y sus diarios, una puerta entreabierta a su lado más íntimo.
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«Digamos que me vacié por completo en todo el proceso. Ya lo había hecho antes, pero con este siento que soy mucho más vulnerable», confiesa la autora con cierto miedo por cuál será la acogida entre sus lectores. Le cuesta, dice, deshacerse de la presión que se autoimpone para estar a la altura, uno de los motivos que le llevó a un bloqueo creativo de casi dos años.
«Todo lo que escribía me parecía muy básico, insuficiente. Me apetecía hacer algo diferente pero era incapaz». Fue el dos de enero cuando decide encerrarse en casa para librar una última batalla y mirarse frente al espejo: si salía bien, tendría otro título en su haber y si no, sería una despedida. «Me planteé que este libro iba a ser solo para mí. Le iba a incluir mis pensamientos, imágenes y hasta que no me quité la presión de encima no comenzó a fluir», recuerda la autora.
Un cuerpo agotado
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Editorial Aguilar
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Nº de páginas 208
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Año de edición 2023
Si bien Benito continúa explorando algunos temas socorridos en su obra, como la pérdida o la soledad, esta vez lo aborda desde un prisma más amplio y con ese trabajo de introspección como eje vertebrador.
«Muchas veces somos nuestros peores enemigos, no nos miramos con el mismo cariño que al resto y me cuesta decir por qué». Explica que eso es lo que lleva a las personas a frustrarse, a compararse y, a veces, a aparentar. «Es agotador: cuando parece que te caes bien y que conoces todas tus curvas, todo da un vuelco y debes volver a empezar».
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No es este, sin embargo, un mensaje de desaliento para Benito. Al contrario, asimila que forma parte de aquel «Vive, joder, vive» que la hizo dar un giro de 180 grados, abandonar su trabajo como crupier en un casino de Barcelona y meterse a primer curso de poeta.
La clave está en no romantizar. Algo que cobra cada vez más importancia en el contexto de la sobreexposición y de la sobreinformación. Asegura Benito que su relación con las redes sociales las evalúa «a días» y es consciente de que las nuevas generaciones presentan dificultades para lidiar con un mundo idealizado y los estándares que se marcan -no sólo físicos sino en cuanto al trabajo o la vida social-, incluso en un momento donde se está poniendo el foco en la salud mental. «Es complicado estar ahí, incluso cuando estás más o menos 'cocinadito', no sé si hay una fórmula para que no te afecte».
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Por ello, insiste en que su receta es personal: la poesía le ha salvado, pero, a su juicio, quienes son capaces de mirar hacia adentro y contar las cosas de una manera diferente, tienen esa captacidad. «Lo que hace falta son buenas personas, en general».
«Si hay algo que me ha enseñado este 'nuevo hijo' es que soy capaz. Cualquier decisión tiene su parte buena y su parte mala. Si este libro no hubiera salido bien, quizás lo habría dejado todo y tampoco habría pasado nada. Hay que perder el miedo a equivocarse», señala la poeta.
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Propósitos
Los diarios de Benito muestran, en ese sentido, las bambalinas de una vida dedicada a las letras.
«Puedo escribir un poema a la persona X y a los cinco minutos estar hecha una bolita en el sillón. Siempre me ha parecido muy interesante leer aquello que rodea a un autor, y este formato permitía expresar también reflexiones que la estructura de los poemas no», apunta, comparando estas líneas con los 'hanami' que envía a sus lectores a través de su página web.
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Aunque está afincada fuera de las islas, admite que son su «sitio seguro» y tiene como asignatura pendiente volver
Sin embargo, esta autora nunca fue esa adolescente que escribía en un cuaderno secreto. Ahora tiene tres en su móvil: uno «muy básico» para documentar una foto al día, otro para contar lo que va sucediendo entorno a 'Cuerpo agotado' y un tercero, más tradicional, donde deja fluir sus pensamientos. «En general soy poco constante pero este año me propuse hacerlo cada día. A veces es solo para el recuerdo y otras te lleva a algún lado».
En ese horizonte no descarta explorar la no ficción, aunque no a corto plazo. «Ya paramos una novela porque no salió bien, aunque me gustó hacerla», admite. «Hablar de sentimientos como lo hago desgasta mucho y es algo distinto cuando escribes sobre personajes que no tienen que ver contigo, pero lo veo negro».
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Lo que sí es más probable es su regreso a Canarias. Pese a estar afincada en la península desde la adolescencia, asegura que se siente de las islas y las considera «su lugar seguro». Es allí donde va para sentir «el calorcito» de la gente y revivir sus mejores recuerdos. «Me da rabia porque la rutina de las ciudades te va engullendo y lo vas posponiendo, pero desde siempre he querido tener una relación estrecha con el archipiélago», reconoce.
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