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Hace muchos años, hasta donde se extiende su memoria, Rosa María Martinón paseaba por El Agujero en compañía de Antonio Padrón y Pedro Lezcano. Se hacían llamar 'Las tres décadas', porque cada uno de ellos nació en una década diferente durante los 30 primeros años del siglo XX; Rosa María era la más joven junto a aquellos dos referentes de la cultura isleña. Esos largos paseos eran un ágora cultural, poblado de poesía y belleza. Hoy solo queda viva Rosa María, que a sus 92 años, tras una vida entera estimulando el arte de los que la han rodeado, ve por primera vez publicados sus textos.
«Es un acto de justicia». La frase es corta, como esas sentencias tan veraces a las que les sobran más palabras. La pronuncia Josefa Molina, escritora y periodista galdense, como Rosa María. Ella es la persona que está detrás de la reivindicación literaria de esta hija predilecta del norte de la isla.
Molina se sienta junto a Martinón en el sofá de su salón. Mientras Blanquita, la gata regente, pasea entre ellas acostumbrada al torbellino de letras y música que suele acompañarlas en esa vivienda del centro del pueblo en el que las baldas de las estanterías van cediendo por el paso de los años. Y, sobre todo, por el peso de los libros que han acompañado a Rosa María durante prácticamente el espacio de tiempo que abarca un siglo.
'Una dama de Agáldar' es una ceremonia colectiva. Es el sexto número de la colección 'Palabra y verso' y viene a mostrarnos por primera vez lo que MartinónCorominas prendía sobre papeles hasta ahora escondidos.
«Comencé con la idea de escribir una biografía», comienza Molina. «Pero cuando me puse a trabajar con Rosa María me enseñó poemas o romances que ella había escrito y que nunca le había enseñado a nadie. Entonces cambiamos el plan. Estaría la parte de la biografía, textos de amigos escritores de ella, pero también tenían que estar sus textos. Que la gente los conociera», explica.
Rosa María Martinón es una persona muy reconocida en Gáldar. No solo porque lo diga una consideración del Ayuntamiento o quede sellado a la historia en la placa que decora la fachada de su vivienda. Lo es por su trabajo por la cultura en el municipio. Docente de francés o música en muchos centros del norte, Martinón fundó el Orfeón del Colegio Cardenal Cisneros, antecedente directo de la coral de Gáldar, e impulsó la restauración del órgano de la iglesia de Santiago.
Con 92 años su memoria es perfecta. Se sienta al piano que preside el salón y hace sonar las teclas con precisión quirúrgica, con la misma elegancia con la que cuentan que su padre, médico durante la República, se afanaba con sus pacientes.
En Rosa María Martinón confluyen la timidez y la humildad. «Todo se lo debo a los grandes amigos que he tenido en la vida. Gente muy especial, con mucho talento, que me acogió a su lado y me hizo crecer como persona. Contándome sus cosas, viendo cómo creaban», expresa.
Para Martinón fue impactante la determinación de Josefa Molina. Su timidez propiciaba un vértigo en ella acusado por la sensación de compartir por primera vez textos tan íntimos, acomodados a la discreción entre la autora y el folio. «Es que, de verdad, a mí me parece que no tienen tanto valor como el que le están dando», resume pudorosa.
Josefa Molina la interrumpe ante cada ataque de modestia. Ante el impulso de hacer menores esas letras ahora impresas. «Tienen mucho valor. Por supuesto lo tienen en lo literario. Pero lo tienen también porque ella es un referente de la cultura, que siempre ha movilizado y ha puesto en su órbita a mucha gente del mundo de la literatura, de la pintura, de las artes. Ella ha estado históricamente detrás de los demás. Y era hora de que se pusiera delante y nos dejara conocer estos textos que estaban ocultos», manifiesta la autora de textos como 'Gris oscuro tirando a negro' o 'Ideales perdidos'.
Es difícil hacer a Rosa María Martinón hablar de sí misma. Desborda gratitud. Por las personas que ahora la rodean y desnudan su obra. Y por todos aquellos que han estado a su alrededor a lo largo de su vida, especialmente Antonio Padrón, con el que compartió muchos espacios en la intimad, y del que ayudó a convertir en música sus textos y el origen de sus pinturas.
Rodeada de pintores y poetas, Martinón nunca quiso aprovechar esa cercanía para situarse en el frontispicio de la creación. «Eran unas amistades muy intensas. Muy verdaderas. En algunos casos hasta enamoramientos. Nunca quise hablar de ellos con otra intención que no fuera la de las cosas que daban forma a nuestra amistad», cuenta.
'Una dama de Agáldar' se presentó el pasado 28 de julio en el Casino de Gáldar, con lleno absoluto. Una muestra de amor de todas esas personas que han recibido tanto de Rosa María Martinón Corominas y que ahora mismo sienten como se paga una parte de la deuda que tenían con ella. «Estoy muy contenta. Es que todavía hay muchas veces que no me lo creo. Que el libro haya tenido esta buena acogida y que la gente haya tenido esa reacción al leerlo», señala todavía emocionada, aún pudorosa.
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Borja Crespo, Leticia Aróstegui y Sara I. Belled
José A. González
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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