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De izquierda a derecha, Gonzalo Ubani, Víctor Moreno y Carmen Gloria Rodríguez. COBER

El futuro cultural

A por una burocracia pública como aliada y no como enemiga

Victoriano Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 4 de noviembre 2022, 23:32

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El universo kafkiano vio la luz a comienzos del pasado siglo XX y hoy sigue más vivo que nunca. La nueva Ley de Contratación del Sector Público español parece extraída de las novelas 'El Castillo' y 'El Proceso' del genial autor checo. Hasta tal punto que los profesionales del sector defienden que para que la cultura se desarrolle en todos sus ámbitos en las próximas décadas es imprescindible que la burocracia que la rodea desde el ámbito público se reduzca y deje de ser un enemigo casi infranqueable para los programadores, los técnicos y para el sector privado.

La actividad cultural al margen de lo público tiene una presencia testimonial en España. Hay proyectos que son imposibles de levantar sin las ayudas públicas y exhibirlos en enclaves privados es casi utópico, ya que la mayoría son de titularidad institucional. De ahí que Carmen Gloria Rodríguez, directora del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada de Gáldar y miembro de la Asociación de Cine Vértigo, Gonzalo Ubani, director del Teatro Cuyás, y el cineasta Víctor Moreno tengan claro que si no se supera este obstáculo burocrático el crecimiento será imposible.

«Desde la gestión de lo público estamos sufriendo un cambio muy importante a nivel jurídico, económico y administrativo, que nos ha tenido y nos tiene en jaque, aunque nos vamos adaptando. Hemos tardado en reaccionar. La planificación estratégica es fundamental para adaptarse a las complejidades y las restricciones de la Ley de Contratos del Sector Público. Estamos teniendo problemas para sacar adelante proyectos, que acaban saliendo, pero se dilatan mucho en el tiempo. La burocracia es muy compleja y tenemos que trabajar con mucha antelación para ejecutar los planes que deseamos», asegura Carmen Gloria Rodríguez en este encuentro auspiciado por CANARIAS7 y desarrollado en una terraza del paseo de Las Canteras de la capital grancanaria.

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Gonzalo Ubani aborda la cuestión con una ironía que se ha extendido entre los profesionales que forman parte de los jurados que deciden el reparto de las subvenciones públicas según los méritos de los concurrentes. «Se está poniendo de moda decir: 'Dale la subvención y que se jodan'. Y es que se trata de un regalo envenenado y eso no puede ser. Pagan justos por pecadores. Roba uno y se crea un sistema, lo más complicado posible para que no pueda pasar. Y lo que se consigue es destruir el tejido cultural. En el Cuyás hemos tenido que contratar a una persona solo para que se encargue de los pliegos. Hasta el agua que se utiliza en los camerinos y en los escenarios para los artistas va por concurso público», apunta con pesar.

Víctor Moreno lamenta el «magma burocrático» que las productoras y los directores tienen que sortear para llevar a cabo sus proyectos. «Exige demasiado. No sé hasta qué punto el aparato de lo público se ha sofisticado con una mecánica tan compleja para los creadores y los propios técnicos. Tengo amigos que son técnicos en organismos culturales públicos y me reconocen que apenas tienen tiempo para desarrollar programas culturales, ya que la mitad de sus vidas las tienen que destinar a hacer pliegos», comenta con el apoyo de sus compañeros de reunión. «Nos pagan para programar cultura y no para hacer papeles y tonterías. Es todo palabrería y mentiras. Todo se contradice por definición. Dicen que hay que apoyar al sector privado y se le obliga a justificar todo. No podemos dar subvenciones a gente que en junio tiene su proyecto y que en octubre sigue a la espera de que se resuelva el concurso», lamenta Ubani.

«Tenemos que adaptarnos a la legislación y al marco europeo, pero hay que intentar conciliar, buscar las vías de escape y las grietas para sacar las cosas adelante lo antes posible», apunta la directora de la Cueva Pintada.

«Hay cineastas que empiezan y que renuncian al ver el magma burocrático»

«Entendemos la implicación del dinero público y su cuidado. Nadie lo pone en duda. Pero nadie se enriquece con esto. Lo que se quiere es hacer películas, exposiciones u obras de teatro. Creo que se debería trabajar desde un principio de confianza. Por suerte, cuento con un pequeño equipo para solventar todo el apartado burocrático. Pero me encuentro con muchos cineastas que empiezan y que se acaban echando para atrás cuando ven la complejidad burocrática que tienen que superar», denuncia el responsable de filmes como 'Edificio España' y 'La ciudad oculta'.

El director artístico del Cuyás alerta de otro peligro dentro del entramado público. «Los puestos de trabajo se amortizan y no se cubren las plazas. Es el culmen del pensamiento mongoloide, como decía Woody Allen. Si lo incluyes en una Ley y lo aplicas te deberían meter en la cárcel. Quienes marcan esas normas no tienen ni idea. Legislan sobre cosas que no conocen y no saben ni por dónde va el aire». Ante esto, tiene clara las prioridades para el recinto escénico de la calle Viera y Clavijo de la capital grancanaria. «Si me dicen qué pido, pido personal antes que más presupuesto. Me preocupa no poder hacer actividades transversales para crear ciudadanos críticos y cultos».

Carmen Gloria Rodríguez destaca que a pesar de estos impedimentos para sacar adelante las ideas y los proyectos, entre la población hay ganas de disfrutar de la cultura. «Cuando aciertas con la programación, se llena todo. Por ejemplo, estamos descubriendo que a la gente le gusta ver los procesos creativos, no solo la actividad programada. Cuando conocen lo que hay detrás se genera entusiasmo», señala.

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Otro pilar sobre el que los tres consideran que hay que trabajar para avanzar en el terreno cultural es con el sistema educativo. «Salvo la música que está dentro, para nuestro sistema pedagógico dependemos de la buena intención de los profesores, que se empeñan en trabajar cuando podían no hacerlo y llevan a sus alumnos al teatro. El teatro, la danza, las artes plásticas y el cine deberían estar dentro de los currículums educativos. Es básico», lanza Ubani.

Carmen Gloria Rodríguez apuesta también por «diluir las fronteras» entre los espacios. «En la Cueva Pintada, por ejemplo, se pueden hacer cosas escénicas. Hay que ser más permeables y romper nuestras propias barreras, ya que parecemos islas aisladas. También debemos trabajar con mayor detenimiento y atención la inclusión de toda la sociedad y potenciar la idea de que no debemos trabajar para la población, sino con ellos en los distintos proyectos creativos», apunta con la mirada puesta en el futuro más inmediato.

Hablan también de apertura de mente y de la eliminación de prejuicios por parte de los programadores de los espacios públicos. «Al que dice que no programo eso porque la gente no lo va a entender, hay que apartarlo. Reivindico la gestión como carrera. Todo el esfuerzo que requiere una creación cultural no se puede ir al garete por alguien que no está preparado ni tiene interés», dice Gonzalo Ubani. «Es algo que he escuchado mucho. Me gustaría saber quién se cree con la capacidad suficiente para juzgar un ente abstracto y tan amplio como es el público. Es una afirmación que está desacreditada y es una manera dictatorial de menospreciar a la gente», añade Víctor Moreno.

Concienciar en que la cultura tiene un precio y hay que pagar

Los tres coinciden en el peligro que entraña habituar a la población a consumir gratis espectáculos culturales. «Programo teatro y cobro entrada porque forma parte del aprendizaje de los chavales. Es tan importante como la calidad que ofrezco. Tienen que valorar lo que ven. En un espectáculo se localiza al que ha ido invitado con facilidad. Se levanta para irse en el momento más inoportuno, porque no tiene educación cultural», pone como ejemplo Gonzalo Ubani. «No es cuestionable. La persona que hace una actividad cultural tiene que estar remunerada y detrás hay mucho trabajo y personas y eso hay que valorarlo», añade Víctor Moreno. Este cineasta muestra su preocupación ante el paupérrimo panorama de la exhibición cinematográfica en la capital grancanaria. «Llevo año y medio aquí y veo una gran actividad cultural, pero la exhibición de cine es un drama, no hay salas», apunta.

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