Vea la portada de CANARIAS7 de este viernes 5 de diciembre de 2025
Raquel del Rosario contó con acompañamiento musical en su pregón. COBER
Raquel del Rosario | PREGÓN DE LAS FIESTAS

Un pregón hecho desde el corazón

En la noche del 29 de agosto, la cantante terorense Raquel del Rosario fue la encargada de pregonar las fiestas, una velada donde la música y sus recuerdos de infancia estuvieron muy presentes

CANARIAS7

Teror

Domingo, 7 de septiembre 2025, 23:20

Virgen Madre / gracias por ser faro en la distancia/ y mostrarme siempre el camino de regreso a casa. / Gracias por tu presencia silenciosa, / siempre encendida en el corazón; / por tu amor infinito / y tu sagrada protección. / Bendita eres tú, / y bendito es tu vientre: / santuario donde se gesta / la Luz del mundo. / Que hoy y siempre nos ilumine.

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Buenas noches a todos y a todas, queridos paisanos, vecinos de la isla y de la Villa Mariana de Teror. Buenas noches a todas las autoridades aquí presentes.

Me conmueve hablarles desde este lugar hoy, es para mi un inmenso placer ser la pregonera de nuestras fiestas más sentidas y representativas: las Fiestas del Pino.

Nací y crecí en este pueblo, algo de lo que siempre me he sentido profundamente orgullosa y que, tras haber tenido la fortuna de recorrer mucho mundo, considero un privilegio y un auténtico regalo.

Viví mis dos primeros años de vida en el barrio de El Palmar, en la casa de mi querida abuela materna, Consuelito. Una de las personas más longevas de este municipio, que nos dejó hace algo más de dos años, días antes de soplar sus 103 velas.

Más tarde nos mudamos al centro del pueblo, a apenas unas calles de donde nos encontramos ahora. Allí vivían mis abuelos paternos, Ramoncito y Eloína.

Recuerdo mi infancia como un lugar despreocupado, seguro y feliz, con tardes eternas jugando con mis cinco hermanos, mis vecinos y primos en los terrenos que rodeaban nuestra casa, hoy ya edificados.

Aún resuena en mi memoria el grito de mi madre desde la ventana, cuando empezaba a oscurecer: —¡Niñooos, a cenaaar! No sin antes pasar por la ducha, porque llegábamos de tierra hasta los ojos.

Muchos de ustedes estarán de acuerdo conmigo en que fue una fortuna conocer la vida antes de los teléfonos móviles y del internet. Una de las cosas que más he querido fomentar en mis hijos, Leo y Mael, es precisamente eso: que jueguen en la naturaleza, que se ensucien, que se llenen de tierra. Que no pierdan su creatividad genuina, que le pregunten más a la intuición y menos a Siri.

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Nací y crecí en este pueblo, algo de lo que siempre me he sentido profundamente orgullosa y que, tras haber tenido la fortuna de recorrer mucho mundo, considero un privilegio y un auténtico regalo

En esta misma plaza me subí a mis primeros escenarios… y no como cantante, sino en las actuaciones anuales de gimnasia rítmica. Aunque las funciones más especiales de mi infancia tenían lugar en casa los domingos por la tarde: aquellos 'scala en hi-fi' que organizaba junto a mis hermanas y mis primas, para los que ensayábamos durante horas y que siempre contaban con un público fiel y excepcional: nuestros padres y abuelos.

Soy hija de María Teresa y de José Francisco, más conocido como Pepucho.

Desde que tengo uso de razón, he visto a mi padre involucrado en las labores de esta Basílica. Cuando llegaba a casa y él no estaba, sabía que andaba cantando en algún funeral. Cada domingo madrugaba para subir a tocar desde la primera misa del día.

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Su espíritu altruista lo ha convertido en una persona muy querida por los vecinos de este pueblo.

Además de eso, mi padre es artista. Crecí en una casa donde siempre hubo lienzos, pinceles, esculturas y guitarras. Ese entorno creativo, supongo, marcó y alimentó mi vena artística. También conté con excelentes profesores durante mis estudios de EGB en el colegio Monseñor Socorro: figuras clave que cimentaron la confianza en mí misma al reconocer y apoyar mis inquietudes artísticas y creativas.

¿Y mi madre? ¿Qué puedo decir de una mujer que ha sobrevivido a seis infancias… con sus seis adolescencias? Fue una madre presente, entregada y cuidadosa, que retomó sus estudios y desempolvó su carné de conducir cuando ya estábamos criados. Una madre generosa que, a día de hoy, no duda en subirse a un avión si alguno de sus hijos, desperdigados por la península o al otro lado del charco, necesita ayuda con lo que sea.

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Como muchos saben, cogí vuelo desde jovencita. En cuanto cumplí dieciocho años y se me presentó la oportunidad de trabajar con una banda asturiana, no lo dudé.

La artista recibió un obsequio del Ayuntamiento de manos del alcalde. COBER

El resto de la historia ya la conocen: el profundo deseo de mi corazón se materializó, situándome en escenarios donde, a veces, tenía que pellizcarme para confirmar que lo que estaba viviendo era real.

A menudo, en entrevistas me piden que dé algún consejo a quienes sueñan con vivir del arte o con cumplir sus sueños. «¿Qué les dirías, Raquel, desde tu experiencia personal?» Y esa pregunta siempre me confronta con una gran responsabilidad, porque sé que no existe una fórmula mágica. Cada camino es distinto, cada historia tiene sus propios desafíos y aprendizajes.

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Pero si hay algo que siempre ha vivido en mí, es la certeza profunda de que podemos crear nuestra realidad. No digo que sea fácil ni rápido, pero creo firmemente que, cuando lo que haces nace desde el corazón, con compromiso, confianza y visión, la vida empieza a abrir caminos.

Además, algo que he aprendido, y que me parece fundamental, es que no hay edad para comenzar de nuevo. No hay un momento 'perfecto', ni un reloj que marque cuándo es demasiado tarde. He visto personas descubrir su pasión a los 30, reinventarse a los 40 y cumplir sueños pasados los 70. La creatividad no caduca ni se jubila. Mientras haya vida, hay posibilidad.

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Lo importante es no dejar que el miedo o las expectativas ajenas apaguen esa chispa que llevamos dentro.

La Virgen del Pino no es solo la patrona de una isla: es la madre de un pueblo que la venera y que acude a ella en busca de consuelo y esperanza

Entonces… me atrevo con el consejo esta noche, a todos los que están aquí, sin importar la edad que tengan ni en qué punto del camino se encuentren: Bájenle el volumen a los ruidos del mundo y súbanselo a la voz del corazón. Ahí dentro está nuestra verdad, esperando ser recordada y escuchada.

Quisiera hacer un inciso para expresar mi agradecimiento al Ayuntamiento de Teror por haber contado con nosotros en diversas ocasiones a lo largo de nuestras giras; por aquella fiesta en el pueblo brindándome apoyo durante el Festival de Eurovisión de 2013, y, sobre todo, por el especial reconocimiento que supuso para mí el nombramiento como Hija Predilecta de este pueblo, mi pueblo.

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Actualmente resido en California. Mi marido, Pedro, gallego de nacimiento, se afincó allí tras finalizar sus estudios de cine en Los Ángeles. Un curioso paralelismo con la historia de mis bisabuelos paternos, Juan María y Rosarito, quienes también emigraron a las Américas, aunque en su caso las necesidades y circunstancias fueron otras.

Se establecieron en Cuba, donde trabajaron en la recolección de caña de azúcar. Allí nació mi abuelo Ramoncito, quien, desafortunadamente, quedó huérfano de padre con apenas dos meses de edad. Rosarito regresó entonces a Gran Canaria con su bebé en brazos, sin más remedio que armarse de valentía para afrontar un nuevo comienzo.

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Desde pequeña, en el entorno familiar me han llamado cariñosamente por su nombre: 'Rosarito', por mi parecido físico con ella. A medida que fui creciendo, mi inquietud por conocer más sobre mi historia y la de mis ancestros me acercó aún más a su figura.

Descubrí que aquellas prácticas que realizaba y que, según me contaban de niña, no eran más que «supersticiones que trajo de Cuba», eran a mi entender, dones que puso al servicio de la gente del pueblo. Rosarito, 'La Santiguadora' del Quebradero, a quien los vecinos acudían para que, con rezos y bienintencionadas prácticas, les alejara los males.

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La plaza se llenó por completo en la noche del 29 de agosto COBER

Hace algo más de un año sentí el llamado de regresar a la música, esta vez en solitario. En ese llamado, mis raíces canarias estuvieron muy presentes, y me acerqué a nuestro folclore para contar nuevas historias. Es curioso cómo, a pesar del tiempo y la distancia, hoy siento la raíz con más fuerza que nunca.

Rosarito fue la inspiración para una de esas canciones: 'Al golpito', un canto con guiños a nuestras tradiciones y creencias, al estilo de vida cálido y pausado de los canarios. Esta noche me acompaña una de las personas clave en el sonido de este nuevo proyecto, y que para mí es, sin duda, uno de los mejores timplistas que tenemos hoy en día: Althay Páez, quien junto a Juan Carlos Trujillo me acompañará para cantarles esta historia (...)

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Nunca es tarde para honrar nuestra historia, cuidar de nuestras tradiciones y evitar que se pierdan, aunque, desafortunadamente, los nuevos tiempos parezcan invitar a lo contrario a una velocidad vertiginosa.

Cada vez que regreso a casa, me produce una inmensa satisfacción ver cómo hay pequeños detalles que siguen intactos, como que el panadero pase cada mañana a dejar el pan en la puerta o poder seguir llenando las garrafas de agua en la Fuente Agria.

Entiendo que hay cosas que son inevitables. Aún recuerdo la profunda pena que sentí al enterarme de que uno de los establecimientos más emblemáticos del casco cerraba sus puertas: Pepito Falcón, donde mi abuela Eloinita hacía la compra semanalmente y siempre nos traía alguna golosina.

Hablando de Eloinita… Si pudiese retroceder en el tiempo, me sentaría a su lado con papel y lápiz y tomaría apuntes detallados de cómo elaborar su irrepetible queso tierno, su arroz con leche y sus tortillas de carnaval. Luego, me uniría a Consuelito para prestar buena atención a los distintos puntos de tejido que dominaba. Escucharía con más atención la retahíla de refranes de Ramoncito y haría muchas, muchas preguntas.

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Nadie sabe lo que tiene hasta que le falta.

Mientras escribía este pregón, me asaltó una duda que quizá también les haya rondado a ustedes alguna vez: ¿de dónde viene realmente la expresión 'vestirse de mago'? ¿Será por su vínculo con lo mágico, con lo ancestral, con lo sagrado de la tierra?

Al indagar un poco, descubrí que, en realidad, el origen de este término fue muy distinto al que imaginaba. 'Mago' fue en su día un apodo burlesco y despectivo utilizado para referirse a los campesinos canarios: gentes humildes que trabajaban la tierra.

Pero, como tantas veces ocurre con las palabras que buscan herir y deshonrar, el tiempo, la memoria y el orgullo, terminaron por transformarlo en un emblema, en un símbolo de identidad y dignidad.

Y déjenme decirles algo: yo sí creo que eran magos. No de los que sacan un conejo de una chistera, sino de los que dominan un saber profundo: los que entienden los ritmos de la naturaleza sin haber pisado jamás una universidad, pero que aprendieron cada lección con los sentidos, con la observación constante y el respeto por lo vivo. Porque la magia y la fe comparten la misma raíz: creer en aquello que no podemos ver, pero sí sentir. Ellos miraban al cielo y sabían perfectamente en qué ciclo lunar debía realizarse una siembra, un injerto, una poda o una recolección.

Sabían que una tabaiba se pierde si la cortas en luna llena, porque la savia está arriba.

No se les ocurría matar un cochino en menguante, porque la carne tenía menos líquido y se picaba antes.

Observaban el comportamiento del ganado y sabían cuándo había 'mal planeta' o cuándo era buen momento para 'ponerlos a padriar'.

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No necesitaban más parte meteorológico que el vuelo y el canto de los pájaros; sabían que, 'cuando la alpispa se pone a sanguchar, aberrunta que va a llover'.

Durante las Fiestas del Pino, muchas de nuestras costumbres se reafirman, se reavivan los lazos que nos unen como comunidad. Cada canto, cada baile, cada aroma que inunda las calles nos conecta con nuestra historia y con quienes la han vivido antes que nosotros.

Porque no se trata solo de celebrar, también de pasar el testigo a quienes vienen detrás y de decir, con orgullo, que seguimos aquí, honrando nuestras raíces.

Y en medio del bullicio y la alegría, sentir también ese silencio sagrado: el de la memoria de los que ya no están, pero siguen presentes en cada detalle, en cada gesto heredado.

Ellos y ellas viven en el sabor de una receta, en el compás de una isa, en las manos que desgranan el millo y que aún bordan los trajes típicos de antaño.

Nuestras fiestas no solo son tradición, son una forma de reafirmar que, a pesar del paso del tiempo, seguimos siendo fieles a lo que somos. Que la modernidad no ha borrado la esencia. Y que en cada generación es posible hallar la forma de mantener viva la llama.

Porque mientras haya quien recuerde, habrá identidad.

De las Fiestas del Pino guardo recuerdos hermosos y tan vívidos que basta un olor, un sonido o una simple imagen para que vuelvan a mí como si no hubiera pasado el tiempo. Aquel batiburrillo de aromas que se entremezclaban en las calles: el algodón de azúcar, las manzanas bañadas en caramelo, el calamar seco, las almendras garrapiñadas, los quesos canarios, el chorizo de Teror…

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Aquel inconfundible olor matutino a zotal, sobre todo los que vivíamos en callejones.

Recuerdo quedarme dormida de niña con el murmullo de la verbena y la bocina de los coches de choque de fondo, el grito inconfundible de los vendedores de lotería, o las divertidas rimas del señor de la tómbola.

El cierre de la fiestas con la verbena canaria, un momento en el que las caras de la gente del pueblo se reencontraban tras el ir y venir de visitantes y este recuperaba su habitual calma. Dicen que nuestra Virgen se apareció entre las ramas de un alto pino, como si la tierra y el cielo hubieran querido darse la mano en el corazón mismo de la isla. Desde entonces, su presencia en Teror es símbolo de fe y de unión entre los grancanarios.

La Virgen del Pino no es solamente la patrona de una isla: es la madre de un pueblo que la venera y que acude a ella en busca de consuelo y esperanza.

El día 8 de septiembre, en Teror, se une lo devocional con lo festivo. Llegan a nuestro pueblo miles de visitantes, muchos de ellos a pie. Hay quienes lo hacen por fe, por cumplir una promesa, por tradición, por superstición, o por el ambiente festivo. Hay quien llega descalzo, con lágrimas en los ojos, cargado de ofrendas. Quien lo hace con unas copas de más y quien se queda por el camino.

Nuestra Virgen Madre no hace distinción. Más allá de nuestras creencias, y de aquello que habite en el alma y el corazón de cada uno de nosotros, sus hijos, ella nos acoge a todos por igual bajo su manto materno de amor y protección.

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Nos sienta junto a ese Niño Jesús, un hermoso espejo en el que mirarnos y recordar que la divinidad no es algo externo a nosotros.

Deseo, desde lo más profundo de mi corazón, que pasen unas muy felices fiestas. Gracias, de nuevo, por concederme el honor de dar este pregón; y a todos ustedes, por venir esta noche, por el calor y el cariño que siempre me llevo de mi tierra y mi gente.

¡Que vivan nuestras raíces! ¡Que vivan nuestras tradiciones! ¡Que vivan nuestras fiestas! ¡Que viva Teror! ¡Y que viva nuestra patrona, la Virgen del Pino!

Gracias, gracias, gracias.

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