El poder pasa factura
El estrés, el sedentarismo, comer a deshoras y los malabares para compaginar la vida laboral y familiar desgastan a cualquier líder. Deslice la flecha para descubrir cómo han cambiado los dirigentes canarios
2023
2019
Cuando Obama hizo balance de sus años en la Casa Blanca, bromeó sobre el número de canas que había terminado peinándose. «Los votantes empezaron eligiendo a Will Smith y terminaron con Morgan Freeman», se rió en su discurso de reelección.
Si bien las comparaciones son odiosas, lo cierto es que las víctimas del poder se acumulan a un lado y otro del Atlántico: la crisis económica de 2008 dejó las mismas entradas en la cabellera de José Luis Rodríguez Zapatero que en las de Mr. Bean; la pandemia sacó alguna que otra arruga a Pedro Sánchez, cuyo atractivo muchas madres compararon con el de Chayanne; y los problemas de la presidencia en Canarias se reflejaron en el efecto blanquecino y las ojeras tanto de Fernando Clavijo como de Ángel Víctor Torres.
Los estragos físicos son el precio que paga cualquier líder, aunque la intensidad de esos síntomas dependerá de la complejidad de la legislatura y la capacidad del presidente (hasta ahora ni en el país ni en la comunidad autónama ha habido presidentas) de controlar la presión. Pero, en cualquier caso, supone una batalla casi siempre perdida contra el reloj.
Los expertos calculan que un año en la cúpula del poder equivale a uno en la vida del resto de mortales, con lo que una legislatura envejecería casi una década. De hecho, varios estudios de universidades internacionales (entre ellas, Standford, Harvard o Copenhague) establecen una relación entre la política y la senectud, aunque con conclusiones limitadas.
El factor común es el estrés, ya que los líderes terminan por sacrificar unas rutinas más estables y su tranquilidad mental en detrimento de sus deberes para con el pueblo.
En este sentido, las noches en vela son habituales entre los presidentes y consejeros que, de por sí, sufren un ritmo circadiano acelerado. Pocos son los que se permiten el lujo de entregarse al sueño profundo en un intento por impulsar los compromisos adquiridos en sus programas electorales.
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Las llamadas fuera de horario, la preparación de intervenciones para la mañana siguiente o las preocupaciones que asaltan en la almohada se ven reflejadas en el rostro con frecuencia. El efecto lifting de las incontables tazas de café que se acumulan en las papeleras tras los plenos de poco sirven para ocultar el cansancio en las fotos.
De hecho, el insomnio y la falta de descanso son uno de los principales factores que afectan a la salud de casi un cuarto de la población y puede producir desequilibrios en el organismo: desde cambios de humor a dolores de cabeza o un aumento del apetito.
De ahí que las figuras esbeltas que presumen los presidentes al inicio de sus mandatos se vayan curvando con el paso del tiempo. Y es que una dieta equilibrada no siempre cuadra en las apretadas agendas del poder. Comer a deshoras o ingerir copiosas cantidades en los habituales compromisos de desayunos, almuerzos o cenas pueden suponer otros trastornos a nivel digestivo. También todo lo contrario, disponer de días en los que el tiempo no permite comer suficiente o suficientemente bien.
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Además, pocos dirigentes canarios, por no decir ninguno, guardan tiempo para practicar suficiente deporte una vez asumen las riendas de la comunidad autónoma. Entonces el fútbol o el baloncesto se ve más que se practica y el sedentarismo -asociado al incremento de reuniones y horas de despacho- se vuelve actividad olímpica.
Y si el compromiso con la vida sana requiere malabares, más aún el tratar de compatibilizar esa frenética vida profesional con la personal. El horario para estar con la familia se reduce al mínimo y resulta difícil distinguir la línea entre las exigencias del deber y las del hogar.
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De hecho, la conciliación es otra de las facturas pendientes del poder, lo que evidencia un techo de cristal indiscutible. El embarazo y el estrés son como el agua y el aceite, así como el cuidado de los hijos -a menudo afectados por las ausencias- con las crisis presidenciales.
Con todo, lo que más determine el grado de envejecimiento quizás solo sea la genética. Beber, fumar o el propio azúcar son elementos más dañinos para la apariencia física que todo lo anterior, pero suma. Si los líderes envejecen, es porque el poder agota.
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