Teguise: villa señorial con arte y mucha historia

La Villa de Teguise fue capital de Lanzarote hasta que Arrecife tomó el relevo. De estos tiempos persisten inmuebles con historia, destacando el Castillo de Guanapay; y referencias tradicionales. Peatonal en buena parte del casco, un paseo a paso lento y algo de abrigo, por si acaso, puede servir para tomar conciencia de la alta valía patrimonial con que cuenta la localidad.

Se puede llegar en transporte público o con coche propio. En el segundo caso, recomiendo estacionar en las proximidades del Ayuntamiento. Desde ahí ya se puede hacer parada en el Convento de Santo Domingo, donde son habituales las exposiciones artísticas. La más reciente, cerrada el 19 de mayo, tuvo como protagonista al creador Javier Sosa. En junio, obras de participantes del Plan Cultural.

Tomando este punto de partida, la entrada más cercana a la zona peatonal es a través de la calle Santo Domingo, que recomiendo seguir hasta el final. Con calzado cómodo a ser posible, para evitar situaciones comprometidas con el empedrado. Se topa uno tras un apacible camino con la singular plaza de Maciot de Bethencourt, desde donde se puede alcanzar la calle Higuera, para llegar hasta Casa Torres, edificio con valor histórico en fase de recuperación, para convertirse en meses en un centro etnogfráfico.

Si se deshace un poco de lo andado se puede llegar hasta la plaza de Clavijo y Fajardo, que ofrece varias opciones. Si se opta por ir a La Mareta, desde ahí se puede llegar a la calle José Mann (antes Zonzamas), para así acceder a la plaza de la Constitución, con sus singulares leones. Aquí da para deleitar los sentidos un buen rato, con el Palacio Spínola, museo dedicado al timple; y con la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.

La siguiente etapa, la calle San Miguel, para tener parada posterior en la plaza de San Francisco, junto a la que se ubica el Museo Diocesano de Arte Sacro, que abre a diario de mañana, salvo los lunes. Frente justo, la Casa del Médico Rural. Luego hay que buscar las calles El Duende y León, ambas con aspectos singulares. También es obligado el paso por José Betancort, para así plantarnos ante el Palacio Herrera. También considero que merece la pena dar unos pasos por la calle Las Flores antes de dar final a la caminata.

Sin grandes apuros, en apenas un par de horas da para hacer la travesía. Algo más, eso sí, si se opta por alguna parada gastronómica. Referencias a tener en cuenta, El Recoveco de Nara, La Bodeguita del Medio, Ikarus, Acatife, La Despensita, Casa León, El Chiringuito, La Cantina, El Zaguán, La Tahona o Cejas. Y si también hay ganas de hacer noche, hablan maravillas quienes se han hospedado en Princesa Ico, con muy buena cocina; o en Casa de Las Flores.