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La Bajada de la Virgen de las Nieves es una cita ineludible para el pueblo palmero. Una ocasión que nadie quiere dejar pasar sin implicarse de una u otra manera en su celebración y mucho menos en la cita de este 2025, después de una década desde la última celebración. El Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma no es una excepción y por eso todos sus concejales asumen la responsabilidad de uno de los diferentes actos que conforman el programa festivo. Un reparto que se repite cada lustro pero que en esta ocasión ha dejado atrás el tradicional sorteo por el consenso.
«Este año se decidió que cada concejal eligiera un número del que tuviera más o menos conocimiento o que le apeteciera llevar. Y bueno, elegí la N pues conozco el número y lo propuse», explica Alberto Perdomo, concejal de Cultura del consistorio palmero, sobre una elección que nada tiene de caprichosa si se tiene en cuenta que ha tomado parte activa del acto que más interés despierta de las Fiestas Lustrales en tres ediciones, ya que la pandemia generada por la covid-19 le privó de sumar una cuarta participación.
«Formé parte de él en tres ediciones. En 2005, 2010 y 2015. Y bueno, en 2020, pero por desgracia no lo logramos bailar», explica quien es consciente de que «ya no lo voy a poder bailar más», algo que le ha costado lágrimas. Encuentra en esta tarea organizativa un modo de «disfrutarlo».
Perdomo explica que en su caso la decisión de no continuar con su participación en esta danza cargada de magia viene marcada por su actual responsabilidad pública. «Decidí dejar de participar por el cargo que ocupo, porque uno está a otras cosas ahora, pero con mucha penita», admite.
Sabe del peso que este número tiene en el conjunto de las celebraciones lustrales, ya que su fama trasciende fronteras y es un símbolo reconocible incluso para quienes nunca han visitado La Palma.
Pero aclara que «la realidad es que los enanos danzan para la Virgen. Esa es la realidad. Los enanos tienen la finalidad de danzar para la Virgen y el eje central de las fiestas es la Virgen de las Nieves».
Eso no quita para que reconozca que «sí es verdad que los enanos, de siempre, son el símbolo de la Bajada, creo que por su singularidad, por su espectacularidad, por todo lo que gira en torno al mundo del enano».
Considera que la clave de ese atractivo radica en la metamorfosis que se produce en su espectáculo. «Eso de pasar por la caseta un hombre que camina de manera cansina y que, tras pasar por ella, se transforma en un enano, es un número cargado de magia, de una creatividad tremenda que se ha convertido en otro símbolo de la Bajada, pero con el resto de números como el Minué, el Carro e incluso los Acróbatas, que en las últimas ediciones han supuesto un avance importante».
Sobre el origen de la Danza de Enanos, apunta que «se bailaba en las fiestas del Corpus como tema de los mascarones», pero que «es a partir de 1905, con Miguel Salazar Pestana, cuando se produce la transformación, porque antes no se hacía, no se pasaba por la caseta sino que se bailaba directamente y se le ponían unos miriñaques en la cabeza y danzaban».
Pero a partir de esa fecha «se produce la idea de esa transformación de pasar por una caseta y ponerle ese gorro napoleónico», dando lugar al número tal y como ahora se le conoce.
Tras la puesta en escena de los enanos están los 24 danzarines que representan el número, a los que se suman otros seis suplentes.Entre ellos este año debutan por primera vez dos mujeres, que estuvieron a punto de participar en la cita de 2020 que la emergencia sanitaria frustró.
Respecto a quienes son las personas que hay tras los enanos, se quiere marcar una distancia respecto a citas previas. «Vamos a intentar recuperar toda esa magia del enano, es decir, que lo importante sea el enano», dice. Pues entiende que preservar ese número hará «que la gente los quiera ver aún más» y porque considera que «quien representa al enano hace de su alma, y el alma no se conoce nunca».
Por eso nada trasciende más allá de que son los 30 que lograron superar unas pruebas selectivas «de canto, de danza y unas pruebas físicas», para las que si bien no hay restricciones de edad -de 18 en adelante-, sí es preciso estar en forma.
Algo que responde al nivel de exigencia que tiene una jornada como la que van a vivir el próximo 10 de julio, en la que van a representar 14 funciones a lo largo de la noche. «Se bailan entre 6 y 7 funciones en el recinto, todavía está por determinar el número, y después se bailan siete, si no recuerdo mal, en la calle». En concreto, en el recorrido que realizan los enanos por la calle Real, la plaza de España, la calle Apurón, el Puente o las Cuatro esquinas en un itinerario que culmina en la Alameda de madrugada, como relata.
Un recorrido exigente «porque requiere de un esfuerzo físico importante, pero también de un esfuerzo mental», en el que el apoyo del público es crucial pues en los momentos de flaqueza «la gente te lleva».
Además, recalca que los enanos, como siempre, «vuelven a bailar el sábado siguiente» a su actuación para la Virgen de las Nieves. Una cita que en esta edición tendrá lugar el 19 de julio aunque el lugar concreto es un secreto que aún no se quiere desvelar.
Respecto al número que se va a ofrecer este 2025, comenta que «vamos a representar la primera parte de la obra de 1925», -un hecho inédito pues nunca se recrean espectáculos ya celebrados- en la que los danzantes van a ir ataviados de reyes antes de su transformación.
Además, recuerda, «se cumplen también 100 años de la polca de los enanos», dice sobre la pieza creada por Domingo Santos Rodríguez.
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Lucas Irigoyen y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Carlos G. Fernández y Leticia Aróstegui
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