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Si uno quiere viajar en el tiempo, no tiene por qué jugarse la vida con el DeLorean de Doc Brown. Basta con que se regale un viaje a La Gomera y se adentre en los intrincados senderos que cruzan por varios puntos el corazón boscoso de la isla, el bosque de Garajonay, una superficie de 3.986 hectáreas declarada parque nacional en 1981.
Esta enmarañada y tupida selva se antoja un milagro de la supervivencia. Es un reducto de las extensiones de laurisilva, de viñátigos, barbusanos o acebiños que cubrían la Europa mediterránea hace más de dos millones de años, en el Terciario. Las glaciaciones cuaternarias que lo extinguieron en el continente dejaron, a modo de recuerdo, esta reliquia verde y húmeda en la isla que, cientos de miles de años después, entró en la historia por el paso de Colón.
Esta ruta discurre por ese paisaje de aires fantasmagóricos a través de uno de sus senderos más reconocidos, el que le lleva al caserío de El Cedro, donde, como si fuera un regalo de los dioses, podrá degustar un plato que, haga frío o calor, se hace imprescindible para sentir esa definitiva conexión con la tierra, un potaje de berros servido en un cuenco de madera, marca de la casa del restaurante Camping La Vista.
Entre los hitos de esta caminata, aparte de la contemplación de los gigantes verdes que parecen retorcerse en las laderas que entaliscan este bosque umbroso, figuran el arroyo que lo hace aún más bucólico, y una coqueta, pero muy sencilla ermita, la de la Virgen de Lourdes. Fue construida en 1935 gracias a la donación de una inglesa, Florence Stephan Parry, que había llegado a La Gomera para ejercer de institutriz de un empresario italiano, Mario Novaro.
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La ruta, de 6,5 kilómetros, parte del Reventón Oscuro y baja por una ancha pista de tierra hasta que en una curva aparece el desvío, señalizado, hacia la ermita de Lourdes. Tras ella está el riachuelo, que no ha de perderse. Para continuar la senda, sitúese en la placita delante del templo, mirándolo de frente, y verá que a la derecha se abre un camino. Cójalo. Le llevará por un paisaje más agrícola que desemboca en una carretera que, hacia la derecha, le llevará al bar La Vista. Vuelva por donde vino y justo antes de la casa rural El Laurel, que dejó atrás en la bajada, sube a mano izquierda la senda que le sacará de El Cedro.
Si se sale de la capital, San Sebastián de La Gomera, hay que coger la GM-2, que es la carretera que lleva al parque nacional. Pasado el roque de la Zarcita, hay una desviación a la derecha con dirección a Hermigua. Una vez en esa vía no tardará en dar a la derecha con una explanada para aparcar. Es el Reventón Oscuro. Justo enfrente parte la pista de tierra que conduce a El Cedro.
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Laura Velasco | Granada y Álex Sánchez
Juan Antonio Marrahí | Valencia
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