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Imagen de un cayuco que alcanzó esta semana la costa de El Hierro. Juan Carlos Alonso

Inmigración, entre la urgencia humanitaria y la descoordinación

Canarias mantiene la necesidad de contar con un solo interlocutor en Madrid, como ocurrió en 2006 con Fernández de la Vega

B. Hernández

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 14 de octubre 2023

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El nombre de María Teresa Fernández de la Vega ha sido repetido y hasta invocado en estas últimas semanas coincidiendo con el repunte del flujo migratorio a través de la Ruta Canaria.

La que fuera vicepresidenta del Gobierno de Rodríguez Zapatero lideró la gestión de la crisis de los cayucos en 2006 y se convirtió en la interlocutora única con la comunidad autónoma, una figura que el Ejecutivo regional sigue reclamando como fórmula necesaria para abordar este nuevo pico en la llegada de inmigrantes.

Tampoco entonces resultó fácil, pero el nombramiento de una figura con «mando, conocimiento y empatía» facilitó que se empezaran a poner los mimbres para un cesto que, con cada cayuco que arriba, parece que hay que volver a iniciar.

Y es que, si bien las condiciones de hace 17 años son diferentes a las de ahora, algunas dificultades y errores tienden a repetirse. En 2006, un total de 31.678 personas alcanzaron las islas a bordo de pateras y cayucos -hubo al menos 6.000 fallecidos según los datos que dio entonces la Delegación del Gobierno-, un fenómeno ante el que se actuó de manera precipitada para habilitar una estructura de atención y acogida.

Coordinación

Entonces, como ahora, cada Ministerio hacía de su capa un sayo hasta que el Gobierno de Canarias, presidido por Adán Martín, consiguió el anhelado mando único. El Ejecutivo de Fernando Clavijo mantiene su interés en recuperar esta figura, pero también tiene claro que, como ocurrió con Fernández de la Vega, debe ser «una persona capaz de coordinar los distintos ministerios, tener 'voz de mando efectivo' en Madrid y conocer la realidad canaria».

Crear esa figura no fue sencillo ni rápido, pero permitió unificar la interlocución de manera que se fueran articulando las respuestas de manera coordinada, desde las infraestructuras -a cargo de Defensa fundamentalmente- a las relaciones con países emisores y de tránsito, la acogida de menores y familias...

Pero como dice el viceconsejero de la Presidencia y portavoz del Gobierno, Alfonso Cabello, el Estado «perdió parte de la memoria» en la gestión de este fenómeno. En febrero de 2020, Madrid suprimió de manera formal la Comisión delegada del Gobierno para asuntos migratorios, órgano que funcionaba bajo la dirección de la vicepresidenta, Carmen Calvo.

Experiencia

De ahí la sensación de que «no hemos aprendido nada», como se puso de manifiesto en la crisis de ese mismo año cuando, en plena pandemia, miles de personas permanecieron hacinadas en el muelle de Arguineguín después de que se hubieran desmantelado las instalaciones puestas en marcha años antes. El Plan Canarias, con 7.000 plazas sobre todo en infraestructuras militares, permitió aliviar la situación.

Una de las grandes diferencias respecto a 2006 tiene que ver con los puntos de salida y de llegada. Las costas de Marruecos eran elegidas por las mafias para embarcar a miles de migrantes hacia Canarias, pero el control de la zona produjo un desplazamiento hacia el sur, a lo que ahora se han unido las condiciones sociopolíticas de Senegal.

La distancia cambió pateras por cayucos, embarcaciones que ya buscan las costas herreñas frente a Lanzarote, Fuerteventura o Gran Canaria, que fueron la llegada habitual en años anteriores.

Menores

Una de las 'ventajas' que tuvo de la crisis de los cayucos es que el número de menores era mucho menor que en este 2023. Canarias acoge en este momento más de 3.300 chicos, una cifra difícil de asumir porque no sólo se trata de darles de comer y cama, sino tal como defienden las ONG, hay que ofrecerles un proyecto de vida que ahora mismo es muy complicado.

Cabello, destaca que de 2006 «permanece una buena idea»: el Frontex y el despliegue de las patrulleras en las costas africanas y los acuerdos bilaterales para trabajar en origen.

Por otro lado, las derivaciones y repatriaciones, que fueron valoradas de manera muy positiva por Canarias en 2006 no tienen en este momento la misma respuesta. De los más de 20.000 migrantes que han llegado este año, apenas permanecen unos pocos miles por su traslado a la península. Por el contrario, las repatriaciones -paralizadas durante la pandemia- apenas se han materializado.

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